EMBADURNADOS

Por: Luis Francisco Melo. 2020.[1]

Por estos tiempos de confinamiento que el gran monstruo de lo humano provoca, en lo más recóndito de lo cercano, los gritos y alaridos llenaban de confusión la comarca selvática. En medio de tal perplejidad que develaba tal situación confusa. Una raposa saca su hocico del fangal y da inicio a la función teatral.

Empujando por doquier y sin saber cómo comenzar, mira hacia arriba y hacia abajo, a un lado y al otro como si el alma se le fuera a salir por esos ojos, y toda estremecida, exclama:

¡Déjame contarte!, si el lodazal lo permite:

Cierto día pasaba por el platanal, y, a lo lejos luces y destellos, estruendo y voces, seísmos y terremotos anunciaban su llegada, todo se movía como si el mundo se acabara, no me quedó de otra que esconderme con mis hijos y ver qué pasaba, pues bien, el gran monstruo había llegado a la selva… y después de tantos temblores, gritó: ¡oro negro, oro negro!

… ¿Oro negro?, Pregunta el armadillo…

Si le dijo, la raposa con voz temblorosa: ¡líquido negro y viscoso como el oso de anteojos!

¿Cómo Yo?… señaló el oso.

No te entiendo dijo el tucán queriéndose acomodar en cotorreos. Mientras el tigrillo con alaridos profiere: es oro o es líquido, pero no pueden ser los dos a la vez. El oso en controversias insistía con sus grandes gestos: sí es oro fino y negro, como nosotros los osos, para muestra un botón: aquí me tienen pensado, pesado y pegado. El gallinazo saboreando su pico rancio a lo lejos les grita: yo si he visto oro líquido y en este instante lo veo, pero no es de ese, querido Ursus baribal, y sí te lo chiflo con olor viciado es porque desde acá ni tu ni yo, lo aguantamos.

La raposa en sus últimos empujes a sus gazapos, exclama: pero, ¡déjeme contarles querido catárdido, antes que se me salga el husmo y esto se vuelva humo!:

Yo me puse en asecho y quise ver ¡qué era! Pues bien, en medio de la tierra salía tal oro, en eso presuroso el monstruo sacó su arma, tan grande, tan grande que de ella salía fuego, pero no pudo controlar ese líquido, que era tan negro, tan negro como la raza de mi abuelo y con olor tan asqueroso que el monstruo vomitado no tuvo de otra que ponerse una careta que parecía la jeta del puerco espín.

¡Cómo así, Cómo así…! dijo todo abrumado el puerco espín. Y volviendo a interrumpir, reclama dignidad: si soy más bonito, aunque en este momento esté de arlequín.

¡Prosigo! dijo la raposa atorada y chorreada, ese líquido salía por todas partes hasta que llegó al gran riachuelo de mi tío conejo y como una gran trampa que a todo arrasaba, los peces salieron adornando tal belleza, y por eso, reunidos estamos aquí:

Con el oso y el tucán que quisieron coger al pez y al no poder salir se agarraron de una rama de la que salió doña hormiga. Esta jaló a sus amigas que también cayeron cautivando al armadillo, quién al agarrase del platanal a mí también me desplomó, y voz viejo tigrillo por hambriento estas aquí sin poder salir, mientras ese chulo nos mira desde arriba, empapados de tal oro negro, que de oro no tiene nada, pero el gran monstruo con sus monstruos aquí nos tiene en la embadurnada.

[1]
RESEÑA BIOGRÁFICA: Nací el 12 de octubre de 1973 en la ciudad de Pasto (Nariño). Docente de la Universidad Mariana, Hago parte del Departamento de Humanidades. Acompaño los cursos de Bioética, Epistemología, Ética y Profesión, Pensamiento Filosófico en dicha Universidad.

Soy un amante de las narrativas, el cuento y la poesía libre. A sabiendas que escribir cuentos es mostrar la otra cara de la realidad en contexto y orientarse a las posibles alternativas de cambio y con la poesía se vislumbra la belleza de la realidad en estado de memoria cultural.

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