12/03 Comenzó todo

De un momento a otro comenzó a temblar completamente todo el pueblo, al los segundos se detuvo, note que nada está fuera de su lugar y creí que era un mareo. Vi por la ventana a todos mis vecinos saliendo a la calle, yo también salí afuera para ver lo que sucedía, todos afuera parados mirándonos como desconocidos, me gritaron al caminar, si se había caído algo de los estantes y mesa de mi casa, les grite que no juntarnos todos en medio de la calle.

En eso, fue una brisa, algo nos sujetaba e impulsaba para el mismo lugar, no entendíamos, como todos, hasta los que no habían salidos de sus casas, se les habrían la puerta y salían forzados, incluso iban arrastrados todavía durmiendo, me pregunté asustada, no sentirá el dolor del contacto con la tierra, fue un instante gracioso. Mis vecinos me miraron y me preguntaron.

  • Vecino; ¿Vos estas bien, el aire o impulso que nos lleva te duele?

Simplemente lo mire porque no sabía ni que contestarle al pobre señor. Ya que no me había puesto analizar eso, no me dolía pero si está muy asustada.

Sin caminar, y sin tener los pies en la tierra nos llevaban, pensaba mucho en mi familia, no sabía que era de ellos. Mi cabeza no dejaba de pensar en lugares y ya llorando mire para arriba y le pedí al señor, que mi familia fuera conmigo, tenía miedo de estar sola, no quería que mis hija, mis hermanos y mis padres estén solos, quiera apagar esos pensamientos, no quería pensar que mi bebé estaba llorando.

Nos fueron acomodando, formándonos en filas por la calle que llevaba al centro. No podía concentrarme en otras cosas, miraba a las personas, todas conocidas pero ninguna era parte de mi familia, por momentos encontraba sentimientos y perdía voluntad, me sentía muy asustada, pensaba en mi hija en lo que podía llegar a estar sintiendo, pero una voz en mi cabeza o en mi corazón, me decía que no llorara que todo va a estar bien, sentí hasta que me acarició la cabeza y me abrazo, fue tan cálido y especial.

Llegando casi a la Iglesia, las personas comenzaron a elevarse por el aire, se movían de un lado a otro, pasaban pies por encima de mi cabeza, entre el asombro y miedo me di cuenta que se empezaban a hacer grupos de familias o conocidos, mientras miraba a una familia abrazándose comencé a elevarme con tanta velocidad que me asuste al ver a Maxi, mi hermano menor, estaba justo a mi lado, nos dirigimos al mismo lugar los dos, fue una sensación tan linda al tener a un miembro de mi familia junto a mi tomándome de la mano, lo cual también era muy raro porque él y yo no somos de esos hermanos que se abrazan, se dan afecto, cariñosos y menos de esos que siempre andaban juntos, pero en ese momento no me quería separar de su lado, sentía que si se alejaba me moría en ese momento. Quería llorar y quería saber que pasaba porque tanta locura, si era solo en mi pueblo o si también era en otra parte, no lo sabía, y la angustia me mataba de a poco.

Nos acomodaron como un grupo, yo sujetaba con fuerza a mi hermano, y mantuve los ojos cerrados, en mi mente le pedía a Dios no sentir dolor y que no me separen de mi hermano, le suplicaba con mis lágrimas, sujetando con fuerza el brazo de Maxi.

Ya con mis pies en la tierra sentía una caricia en mi pelo, levanté la mirada, abrí despacio mis ojos mojados, para verla a mi mamá, junto a mi papá que también lloraba, me calme pero no pare de llorar, sentí unos brazos que me rodeaban la pierna izquierda, mire hacia abajo y era mi hija que me sonreía con la carita llena de lágrimas como yo, volví a levantar la miraba y pregunte casi sin voz.

-Yo; ¿Dónde está Mía?

Solo me miraron, y mi mamá sin voz contestó con los labios y sus lágrimas que empezaron a salir de sus ojos. -Diana; No se amor.

No quería preguntarle por nadie más, porque no quería las contestaciones, solo me aferre a los que ya tenía a mi lado.

Tome en mis brazos a mi hija, porque no quería tenerla lejos. Ella tocaba el aire y me miraba, me daba cuenta que ella veía lo que muchos no, volvía a mirar para el cielo y sonreirá, se reía y se contentaba, quería tocar algo y no llegaba, la levante hasta mis hombros y note que hablaba con algo, ya con toda la locura que estaba pasando, era increíble, pero seguía siendo loco. Mire en tomo mi alrededor y no sé cómo explicarlo, pero personas que no eran niños, no los podíamos ver o hablar con esas criaturas. Pensé que era por el desarrollo de la conciencia o del racionamiento, pero eran todos los niños, todos los menores de 5 años, era raro pero parecía inocente.

Luego de pensar unos minutos, baje a mi hija para que durmiera en mis brazos. Seguí pensando en donde nos estarían llevando. Volvía el miedo y la preocupación, angustia. Mi mama puso su espalda contra la mía, apoyo su nuca en mi hombro derecho.

-Diana; Déjate de llorar, después te va a doler la cabeza y no vas a poder pensar.

Me dio mucha gracia. –Yo; Vos decís y por casualidad no manoteaste tu cartera, hace me das alguna para el dolor de cabeza.

Era un lindo momento para reírnos y pensar en 10 mil cosas más. Levante la cabeza y mire para adelante y era un mundo de personas toda una ciudad reunida creando un anfiteatro pero sin sillas, todo en el aire, éramos uno de los últimos grupos.

Nos acomodaron todos en el aire pero sentados, vimos como mi hermana mayor bajaba a nuestro lado, yo quería abrazarla, y lo único que me salió en ese momento – Te amo Mia.

Un millón de palabras para decirle a las personas y yo no podía más.

Diana mi mama se mantuvo fuerte, mi papa estaba en el mismo estado que yo, y el todavía más preocupado, porque pensaba en mis hermanos mayores, Teo y Merlina. Ellos son mis hermanos por parte de mi papá, pero no por ellos no son de la familia.

Mi hermana me tomo la mano y entre lágrimas también me dijo que me amaba, Maxi no se pudo contener y comenzó a llorar con nosotras, era un momento de miedo.

Mía levanto la cabeza para mirar el cielo, y secándose las lagrimas, lo vio volando a Teo, no lo pensó 2 veces.

-Mía; ¡¡ Teo!! Bajen a mi hermano. Dijo con voz temblorosa.

Si ya estábamos llorando como unos malditos, al ver a Teo fue otra felicidad más, y fue otra razón para seguir llorando con más ganas. Maxi se levantó, y empezó a gritar también.

-Maxi; ¡Bajen a mi hermano de ahí arriba!

Enojo, miedo, impotencia se fueron con ese grito.

-Maxi; ¡No ven que les estos hablan. Bajen ya a mi hermano de ahí arriba! ¡Acá esta su familia!

Maxi era lágrimas y furia, no me dio el coraje, para hacer lo mismo que el. Era mucha valentía.

Nadie dijo nada, solo se lo bajó de forma independiente, ya que nadie lo había sujetado. Se abrió más la ronda sin esfuerzo y sin molestar a nadie más, para que Teo esté a nuestro lado.

Sin pensar era todo en ese momento, todos nos levantamos a abrazarlo, alegría, lágrimas, un respiro más de alivio. La familia estaba toda unida.

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