…EL BUEN CAMINO.

Encontré el camino que me llevaba hasta casa. Mi madre alzaba la mano y gritaba mi nombre, como para que no me perdiera, como tranzando veredas sonoras bajo mis pies. En cambio mi padre solo me miraba, con esa mirada intensa de luz verde incandescente que desprenden sus ojos de amor y experiencia.

Yo me resistía… Mi cuerpo inerte, escuchaba aun los ecos del celo y la pasión, de la existencia terrenal, del deleite del dolor; cual mártir ardiendo en la hoguera y gritando «libertad!! «…

…. Daviddddd!!!…. Hijooooo!!!…

Levante mi cabeza y allí estaba, bajo mis pies, el camino de baldosas moradas, violetas, purpuras, amatistas, añiles, índigas, lilas, cinzolinas, malvas. Todos los tonos posibles de mi color favorito (la calma).

Sencillo, ancho y despejado, directo hacia mi casa, mi hogar. Sequé mis lágrimas, levante mis rodillas del camino pedregoso y traicionero y avance a duras penas.

No encontré regazo ni pompa de jabón que ante el mundo me hiciera inconsciente al final de ese camino, no era carne y hueso, ni fotos en paredes de dulce hogar lo que gritaba su voz de madre, ni la mirada mas dulce y fiable de de mi padre.

Aun era mejor el sitio hacia el que me dirigían. Como si en cada baldosa que pisaban mis pies a lo largo del camino, tuviera un mensaje grabado.

Mi final soy yo… No hay lugar ni hogar si no me tengo… Nunca se deja de ser peregrino de uno mismo… Hasta que no has perdido lo mas valioso no te das cuenta de lo que verdaderamente importa… No guardes rencor y perdona, sino no podrás perdonarte.

Así… una tras otra, mensaje tras mensaje, baldosa tras baldosa, llegué a mi hogar, llegué a mí… A descubrir que mi hogar es seguir caminando a mi lado, con esas voces de mi madre pregonando mi nombre con cariño… Con esas miradas de mi padre tan dulces y necesitadas como el azúcar…

ASÍ, SIN MAS…CAMINAR.

A MIS PADRES.. D.B.N

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