En villa lagrimal viven muchas lágrimas esperando poder salir a conocer a su dueño, pero el fin último de ellas es poder recorrer sus mejillas para así poder acariciar a su dueño y consolarlo. No todas corrían la misma suerte, algunas brotaban y caían directo al piso, otras eran borradas por la mano que atropella a todas juntas, y otras las menos afortunadas salían por un bostezo. Esa Era la llamada falsa alarma.
Un día apareció en la villa una pequeña lagrimita, juguetona y revoltosa decidida a salir y cumplir su sueño de recorrer la cara de su dueño y acariciar su mejilla, jamás pensó que su día llegaría, de pronto hubo un estruendo y lagrimita salió desde rinconcito ocular directamente a la mejilla de su dueño. Estaba tan contenta de poder haber salido pero no le fue suficiente. Cuando iba bajando por la cara justo antes de caer al piso decidió que no debía seguir el curso natural de su existencia y se detuvo.
-por que lloras ? Le preguntó a su dueño.
El dueño asombrado de ver que su lágrima le hablaba no tuvo más opción que responder.
– es que tengo una pena lagrimita.
Ella no sabía de penas, solo sabía de juegos y de cumplir su misión.
Como ya estaba en una conversación le preguntó:
– y cuál sería el motivo de su pena ? Acaso un bostezo le amargo la tarde ?
– no lagrimita, mi pena es por la soledad. Respondió su dueño.
– Ahh, y que es la soledad ? Preguntó en seguida la lagrimita.
-No sé cómo explicártelo lagrimita, es sentirse solo aún cuando no lo estoy.
– Ahh, que complicado. Pero yo creo poder ayudarlo.
– y cómo podrías ayudarme tu pequeña y entusiasta lagrimita?
– muy fácil , respondió la lagrimita.
Me devolveré a mi villa y saldré cada vez que tú me llames para que conversemos y a usted se le olvide su pena y no se sienta solo.
Y así fue, cada vez que el hombre lloraba por su pena, lagrimita salía a conversar con él para que no se sintiera solo. Hasta que un día lagrimita preguntó si se sentía mejor con la compañía que ella le entregaba. A lo que su dueño le respondió.
-lagrimita, tú has sido mi apoyo y compañía si te llame con mi llanto no fue por que estaba triste.
Lloro porque estoy feliz de tenerte a ti, mi pequeña compañera.
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