Sin cámara ni alma, vegeto por la espesura de tu ausencia .
Haluros de plata transformados en legañas.
Instantáneas vacilantes tilitan en los sueños del éxodo,
a un millar de hectometros de tu córnea,
a una milésima de tus pulgares.

Vareando los canales de las tres equis, quizás,
Entre el humo disperso del holandés errante,
Él golem se vuelve barro,
Y la tierra afina su materia.
El mundo obrero se despereza,
La dama boba anuncia,

Las arenas anchas de de poniente
y el ácido rubor de sus tigres.

Escanciando soledades, transito de las horas,
aferrado a un colchón de promesas,
me acompañan las miradas de los perros,
Los aullidos de las gacelas,
Los soliloquios de las mariposas.

Cada capítulo de mis sueños reapareces,
Cada vez más lejos , Cada vez más escondida,
Con la pereza de musitar recuerdos,
que yacen olvidados,

en los que yo solo insisto.

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