Stephano Picho Diaz
Charli Sanchez Carbajal
Rahid Bustamante Oyarce.
En estos tiempos de pandemia, enfrentamos no solo una crisis sanitaria evidente, sino también una crisis oculta y devastadora: la salud mental. Desde tu perspectiva, el impacto del COVID-19 en la salud mental de los peruanos ha sido profundo y revela las inequidades persistentes en nuestro sistema de salud. Este artículo busca no solo informar, sino también despertar conciencia y motivar acciones concretas.
La pandemia de COVID-19 no solo trajo consigo enfermedades físicas, sino que también dejó una estela de problemas emocionales y psicológicos. Según Saavedra (2022), las mujeres, personas con bajo nivel educativo, desempleados y aquellos que perdieron a familiares por COVID-19 fueron los más afectados por trastornos mentales. Este dato es alarmante, pues evidencia cómo las desigualdades preexistentes se agravaron durante la crisis sanitaria. Es urgente preguntarse: ¿qué medidas específicas se pudieron implementar para apoyar a los grupos más vulnerables durante y después de la pandemia?
Además, el acceso a servicios de salud mental ha sido históricamente desigual en Perú, especialmente en zonas rurales. Un estudio del Instituto Especializado de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi reveló que la prevalencia de depresión es particularmente alta en la Selva, alcanzando un 21.4%, en comparación con el 18.2% en Lima Metropolitana (Molero, 2023). Estas cifras subrayan la urgencia de adaptar las intervenciones a las características de cada región y asegurar que los recursos lleguen de manera equitativa a toda la población. ¿Cómo podemos reducir la estigmatización asociada a los trastornos mentales para fomentar la búsqueda de ayuda?
Entre 2021 y 2022, las atenciones en salud mental aumentaron en un 19.21% a nivel nacional (Diario Oficial El Peruano, 2023). Este incremento en la demanda resalta la insuficiencia del sistema de salud para manejar la crisis. De acuerdo con el Ministerio de Salud, uno de cada tres peruanos padece algún tipo de trastorno mental y el 80% no recibe la atención necesaria (Blog USIL, 2024). Este dato refleja una crisis estructural que el país debe abordar de manera urgente. Resulta esencial invertir en recursos, capacitación e infraestructura para asegurar que todas las personas que necesitan atención puedan recibirla.
No se puede ignorar la importancia de la prevención, especialmente entre adolescentes, un grupo particularmente vulnerable. Rodenas Monteagudo (2022) subraya la importancia de una intervención temprana para mejorar la calidad de vida de los adolescentes en riesgo de conductas autolesivas. Sin embargo, implementar estas medidas requiere recursos, personal capacitado y, sobre todo, un enfoque integral que integre los servicios de salud mental en la atención primaria. ¿Qué medidas específicas podemos tomar para mejorar el acceso a servicios de salud mental en Perú?
El Plan Nacional de Fortalecimiento de Servicios de Salud Mental Comunitaria 2018-2021, impulsado por el Ministerio de Salud, representa un avance positivo hacia la descentralización de estos servicios. No obstante, queda mucho por hacer para garantizar que estos servicios lleguen a las áreas más remotas del país y que los profesionales de salud mental estén adecuadamente capacitados para enfrentar la demanda en todo el territorio nacional (Diario Oficial El Peruano, 2020). La visibilización de esta problemática es un aspecto positivo, ya que puede generar conciencia tanto en la población como en el gobierno.
La situación actual también demuestra la necesidad de estudios epidemiológicos precisos para abordar adecuadamente la salud mental. Según un estudio del Instituto Especializado de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi, la depresión afecta a diferentes regiones con diversos grados de severidad, especialmente en la Selva (Molero, 2023). Estos datos son fundamentales para diseñar políticas efectivas y específicas que atiendan las necesidades de cada región. ¿Cómo se puede garantizar la implementación de políticas basadas en datos precisos para mejorar la salud mental de la población?
Además, la estadística de que uno de cada tres peruanos padece algún trastorno mental y que el 80% no recibe atención (Blog USIL, 2024) debe motivar una reflexión profunda. Esta situación refleja una brecha alarmante en el acceso a servicios de salud mental que debe ser abordada con urgencia. Es imprescindible que el gobierno y las instituciones de salud trabajen de manera coordinada para cerrar esta brecha y proporcionar la atención necesaria a quienes más lo necesitan. ¿Qué estrategias pueden implementarse para garantizar un acceso más equitativo y eficiente a los servicios de salud mental en todo el país?
El aumento de la demanda por servicios de salud mental subraya la inadecuación de nuestro sistema actual. Se observa que entre 2021 y 2022, las atenciones en salud mental crecieron en un 19.21% a nivel nacional, pero el sistema no estaba preparado para manejar este incremento (Diario Oficial El Peruano, 2023). Este hecho ilustra la necesidad imperiosa de mejorar la infraestructura y capacitar al personal sanitario para enfrentar estos desafíos crecientes.
Por otra parte, es crucial entender que la estigmatización de los trastornos mentales sigue siendo un obstáculo significativo para muchas personas. Las cifras de depresión más altas en la Selva (21.4%) comparadas con Lima Metropolitana (18.2%) (Molero, 2023) destacan la necesidad de intervenciones específicas y adaptadas a las realidades locales. Promover la educación y la conciencia pública sobre la salud mental puede ser un paso importante para reducir la estigmatización y fomentar la búsqueda de ayuda.
En conclusión, la pandemia no solo dejó secuelas físicas, sino que también amplificó una crisis silenciosa en el Perú: la salud mental. Los datos reflejan una realidad alarmante, con un sistema de salud mental que no está preparado para atender la creciente demanda y una sociedad que sigue estigmatizando los trastornos mentales. Es urgente que el Estado peruano invierta más en la mejora de los recursos y servicios de salud mental, especialmente en regiones vulnerables, para garantizar un acceso equitativo y oportuno para todos. ¿Cómo aseguramos que estas políticas se traduzcan en mejoras reales y tangibles en la salud mental de todos los peruanos?
Referencia
Acciones en favor de la salud Mental (2020) Noticia | Diario Oficial El Peruano. Recuperado de
https://elperuano.pe/noticia/88914-acciones-en-favor-de-la-salud-mental,%20Ministerio%20de%20Salud,%202019.
González-Rodríguez, A., & Labad, J. (2020). Salud mental en tiempos de la COVID: reflexiones tras el estado de alarma. Medicina Clínica, Revista Iberoamericana de bioética. 155(9), 392-394.
https://doi.org/10.1016/j.medcli.2020.07.009.
Gueorguieva Toteva, Mónika. (2021, 1 junio). Propuesta de un programa de prevención de la conducta de suicidio en adolescentes de 14 a 16 años pertenecientes a la población general. [Trabajo de investigación de fin grado en psicología] Repositorio Universidad Miguel Hernández. http://hdl.handle.net/11000/26872.
Molero, J. (2023). ¿Cuál es la situación actual de la salud mental en el Perú? Diario Perú21. Recuperado de https://peru21.pe/vida/salud/cual-es-la-situacion-actual-de-la-salud-mental-en-el-peru-salud-mental-salud-mental-en-el-peru-trastornos-mentales-depresion-ansiedad-articulo-noticia/.
Monteagudo Rodenas, J. V. (2022), 1 – 114. Prevención del suicidio en adolescentes. Propuestas educativas desde una perspectiva bioética. [Cátedra de investigación. Universidad Pontificia Comillas] Repositorio de la Universidad Pontificia Comillas. https://repositorio.comillas.edu/xmlui/bitstream/handle/11531/74356/TFM001800.pdf?sequence=1.
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