Sinopsis:
Snow White no solo tiene un gran parecido con el personaje de Disney sino también algo más, algo mágico.
Muchas personas sueñan con tener alguna clase de superpoder, pero en el caso de Snow es una completa condena. Poseer esa magia ha hecho que se acarree unos cuantos enemigos sin siquiera ella saberlo y lo único que ella desea es que todo eso, los ataques constantes contra su vida y el temor, se vayan de una vez por todas y así pueda tener su final deseado con su príncipe encantando.
Pero las cosas no son tan fáciles.
Traición, mentiras, pérdidas, corazones rotos… los finales felices no son tan fáciles de conseguir cómo se dice en los cuentos de hadas.
Prólogo.
Hace diecisiete años…
La anciana debía tener unos cien años, si las suposiciones de los demás eran ciertas. A Lisa le parece que es verdad, puesto que la mujer ante ella tiene la mayor cantidad de arrugas que haya visto, una espalda encorvada y apenas puede caminar, y eso con ayuda de un bastón.
Pero cuándo la anciana la mira a los ojos, ve en ese par de irises azul hielo una jovialidad desconcertante, como si hubiera alguien joven atrapado en el cuerpo de una vieja arrugada.
La anciana pone una mano sobre su brazo.
—Lisa ¿A que has venido a mí? —su voz es rasposa, muy propia de su edad.
—Tendré una hija —se toca su vientre que cada día parece hincharse un poco más—. Sé de tu magia, June. Quisiera que hicieras una predicción.
—Ah —la anciana sonríe. Aun conserva cada uno de sus dientes, por lo menos—. Una niña ¿Cuál será su nombre?
—Snow —Lisa sonríe—. Snow White.
—Blancanieves —traduce la anciana—. Un nombre adecuado para una futura Hechicera del Hielo —June lleva su mano callosa al vientre de Lisa—. Déjame concentrarme un momento —cierra los ojos de frío azul y respira profundo. Inhala, exhala, inhala, exhala—. Ah, ya la veo —dice con voz susurrante—. Su nombre es cada vez más apropiado, Lisa. Veo su cabello, negro como el ébano. Su piel, es blanca como la nieve. Y sus labios, rojos como la sangre. También veo sus ojos, grises como una tormenta y ¡Oh! —June aparta su mano de Lisa de un salto.
Ella se alarma.
—¿Qué? ¿Qué viste?
—Fuego —la anciana abre los ojos y la mira con seriedad—. Vi fuego en ella.
—¿Qué… qué significa eso? —su voz sale extrañamente temblorosa.
—Que Snow White tendrá más de un tipo de magia. Será una rareza entre nosotros. Será fuego y hielo. Será un peligro.
Lisa abraza su vientre, como si así pudiera proteger a su futura hija de todos los males.
—Le enseñaré a controlar su magia. No dejaré que le pase nada.
—No, Lisa. No puedes evitar que el mal siga a tu pequeña —June se aparta, yendo al otro lado del salón—. Los Clanes lo sabrán. Verán en ella un fenómeno y querrán matarla, y tú no vas a evitar que eso ocurra.
Las lágrimas se reúnen en los ojos de Lisa.
—Debe haber una forma de mantenerla a salvo.
—Y la hay. Te propondré un trato, Lisa. Deja que la niña crezca aquí, así aprenderá a usar sus dos magias con cuidado. Pero, cuando ella cumpla los siete años deberá irse. Llévatela lejos de aquí, a un lugar donde la magia no sea tan conocida. El Clan no podrá rastrearla si te la llevas lejos a temprana edad.
Lisa se limpia las lágrimas que empezaron a resbalar por sus mejillas y asiente con decisión.
—Así lo haré —promete, aunque eso le duela y la lleve lejos de toda su familia. Para ella es mucho más importante mantener a su Snow White con vida que cualquier otra cosa en el mundo.
En cuanto Snow cumpla los siete años, se irán para siempre. Y privará de toda magia a Snow una vez lejos.
Así lo hará.
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