capítulo 1
Pasaron años, meses, días, horas, minutos, segundos, y en cada respiración, aún mi madre ensangrentada se aparece en mis pesadillas, donde comenzó esto. Lo tengo todo, dinero, un imperio, pero no tengo paz; soy como esta ciudad, imponente, ruda, agitada, hecha de hierro y metal, llena de paredes de concreto que ahogan gritos de auxilio, paredes en las tantas mujeres esconden su llanto, acalladas por la violencia, a esas mujeres nadie las escuchan, ¡no quieren escucharlas!, pero aunque ya estamos acostumbrados a esos socorros, llego el momento de escuchar lo que trae el viento. Soy lo que soy ahora, porque nadie me escucho ni ayudo, Detrás de cada persona a la que llames fuerte y valiente, con el corazón salvaje como el mio, existe una historia, una vulnerabilidad, en realidad somos frágiles, solo personas que necesitaron en algún momento de contención, de sustento y protección, pero no la tuvieron, no la tuve y me levante como pude, en cada movimiento un león dentro de mi rugía y mi corazón se escondía en una armadura de la que nada ni nadie podría derribar, yo misma fui mi salvación, yo misma me protejo, yo me quiero. Lloro y grito de rabia, sufro por cada cruel palabra que me dices, y me emociono por unas palabras lindas, pero no te ilusiones con verme alguna vez en el suelo arrodillada, jamás estaré a tus pies, no suelo mirarte desde abajo, pues estoy en un alto trono de fuego y sangre que yo misma construí, con mis propios sirvientes incógnitas. Como alguna vez me dijeron, en mi alma se ve un Ángel pero también un Demonio, y en duras batallas siempre gana el mal sobre mi.
No necesito ninguna pistola, o bomba para destruirte, porque nací con ellas, las aprendí a usar, y ahora estoy por enzima de todo, soy la ley y el orden de todo lo que nos rodea. Yo construí esto, y me lo merezco, aunque nadie sabe mi pasado, yo fabrique el presente. Nada más me he dedicado a sobrevivir, ideando estrategias, y siempre metiéndome en tu mente para subir un escalón cuando no me miras. Soy como un tiburón en aguas turbias, puedes nadar conmigo pero nunca sabrás donde estoy y cuando atacaré. Mi trono es mi bendición y también mi maldición, una vez que estás aquí tienes que saber manejar, conducir hacia la fortuna y no caer en el intento, me he ganado enemigos poderosos en el camino, pero no bajes la guardia si te atreviste a desafiarme, gozo con tu miedo y perdición, río con una copa de champagne mientras te desangras frente a mi, ¡que espectáculo!, soy todo lo que buscas pero lo que no quieres encontrar. El negro es el que tiñe mi vida ahora mismo, soy la oscuridad que apaga todo a su paso, a donde quiera que vaya, soy un arma que puede estallar en cualquier momento y depende de ti que yo no explote, mi furia es la perdición para ti y todo lo que amas, porque para demostrar poder, lamentablemente tienes que ser un poco ruda con los que no entienden que mi palabra es la última, no obstante debes accionar con una familiar, barrio, ciudad, o lo que fuere; en mi paso solo he dejado manchas de sangre y fuego, pues lo que yo misma soy y en lo que me he convertido. Se que me envidias, tenerlo todo, dinero y poder, respeto y subordinación, déjame decirte que prefiero dar envidia, antes que piedad, para la misericordia que te ayude aquel que no me ayudo a mi, al Dios del que tanto hablan, del que tan bueno dicen que es, a él pídele piedad, porque con cada grito de suplica, más fuerte lo voy hacer, no soy ninguna Santa para que me reclamen. Claro que puedo dártelo todo si quiero, pero gozo con sacarte todo lo que tienes, prácticamente estas de suerte si me agarras de buenas. No es mi culpa, ¡ellos me convirtieron en esto!, esta es la única manera que encontré de sobrevivir, en cada ultimo suspiro de las victimas, en lo más profundo de mi corazón, pido disculpas, pero La Doña no es la mujer que se lamenta, así que se muy bien la discreción, y mantener esta reputación. Tener tus miedos en mis manos, me da el respeto, y todo lo que quiero. Mi meta día a día es la misma de un demonio, encontrar tu debilidad para tenerte a mis pies.
Sangre, la gota que rebalsa mi copa de vino tinto en un oscuro escenario lleno de gritos, ahogados por mis carcajadas, que se convierten en llanto y luego, silencio. Una y otra vez y otra y otra vez, lo mismo. Hasta abrir los ojos.
Ser dueña de diversas empresas me da dinero pero también trabajo y tiempo, supuesta mente una vida tranquila y relajada, en verdad lo que menos tengo es paz, desayuno un café cargado observando a través del enorme ventanal de mi living que da directo al bosque seco de invierno, veo como se acurrucan unas aves en el árbol frente a mi; ellas afuera, con frío, buscando el calor que les da su sangre circular, conformándose con tener al lado una pareja quien pueda acompañarte en esta etapa tan difícil, mi observación llega a ver como sus pequeñas plumas tiemblan por el leve viento fresco del este, sus cuerpos se congelan y yo bebo un sorbo de mi café caliente. Por un momento pienso en toda aquellas personas que están al igual que ellas o peor, sorbo nuevamente con la vista perdida, ningún humano sobre la tierra me ayudo cuando veían como me arrojaban al barro congelado como un puerco, bajo la lluvia y el viento más fuerte que este, casi desnuda, mis gritos no fueron escuchados, ¡nadie me ayudo!. Cae mi taza a medio tomar y rompe contra el piso de mármol blanco y decoraciones doradas, el café se esparce rápidamente manchando la sala, no tardan en llegar las sirvientas sordas y mudas haciendo su trabajo, las veo buscando alguna curiosidad en sus miradas, pero también están ciegas, olvide mi orden por unos segundos, olvide mi lugar de Doña por un segundo, y mi corazón latió buscando un consuelo, pero vuelco mi mirada hacia adelante, camino lo más que puedo hacia esas aves, me tomo mi tiempo para despedirme y sigo mi rutina de odio.
Tengo en mi mente alcanzar más poder del que te imaginas, no necesito estar casada con ningún político para tener a mis pies una nación, que limitado sería buscar controlar un país, cuando puedes tener a tu mando el control de todo el mundo. Con esto empieza mi mañana, me dirijo al avión, lleno de empleados capacitados para esto que se avecina, necesito peones, caballos, damas, para poder hacer una buena estrategia de mi jaque mate y que gane la reina. Rodeada de guardias y armas escucho la voz de un hombre, el cual así como yo, rodeado de su custodia, se atrevió a pisar terreno de una loba feroz, esto podría ser un baño de sangre si yo quisiera, y me gusta tener las bombas en mis manos. Me detengo, y mis guardias inmediatamente me protegen, pero los aparto porque no le temo a nada, ellos deberían temer de mi, yo pude ver el miedo en carne viva, tanto que hasta se impregno en mi, y ahora yo soy el mismo miedo.
– ¿Doña?, Ketzaly. Me freno para observar cada detalle, como un cazador asechando a su presa, no estaba en mis planes divertirme con el sufrimiento de nadie, pero puede ser la excepción, así que inclino un poco mis labios en una leve sonrisa de amenaza. -Perdone, mi nombre es Edgar Guzmán, ¿usted es La Doña?-. Dice entre sus labios con bigote, y ojos azules que demuestran tranquilidad, pero al mismo tiempo dejan al descubierto muchas cosas, leo que ha escuchado sobre mi pero probablemente no ha escuchado de lo que soy capaz, nunca nadie me ha visto, talvez sea la primera en la lista de la interpol pero soy como un fastasma porque no tienen ni un pelo mio. Lo interesante es como me encontro, la pregunta que me hago es donde escucho sobre mi posicion, y para quien trabaja. No me permito emitir sonido alguno en caso de que tenga micrófonos en su cuerpo, y basta inclinar mi cabeza hacia él, para que mis hombres aparezcan armados rodeándolos, y nuevamente leo en sus ojos, esta asustado, al igual que los inútiles de sus guardias, de modo que comienzo a sospechar que solo sea una fachada para hacer creer que es alguien importante, pero aun no me dice a que viene, así que me giro para continuar mi camino hacia el avión, levanto mi brazo para que ahora mis prisioneros vengan conmigo. Tomo nuevamente una taza de café caliente, es una epoca de mucho frío y lo detesto, me tranquiliso con el agradable sonido de sus trajes romperse con navajas, haciendose preguntas, casi pidiendo auxilio pero los hombres suelen ser algo orgullosos, pero de romperlos me encargo yo.
– Despejado Doña, no hay señal de micrófonos exteriores tampoco interiores. Dice atrás mio, atrás de mi trono, mientras miro a la nada, pensando en demasiadas maneras de torturarlos, no le vendría nada mal una gota de sangre a mi taza de café. Camino desidia, por los pasillos del avión de luz tenue y moderna, sin detener mi marcha saco una navaja debajo de uno de los muebles de decoración antes de llegar a la habitación fría casi congelada, con cuerpos semis desnudos atados en círculos sobre sillas de fierro, bajo una luz que encandila y entre las sombras decido salir a donde sus ojos llenos de rabia y miedo me puedan ver, camino lentamente haciendo sonar mis tacos a su alrededor, fijamente choco miradas para lograr leer sus mentes, inhalo profundo llenándome de hipótesis y suave olor a transpiración helada, exhalo sentándome frente al hombre de bigote llamado según el Edgar el cual no pestañea con tal de no perder mi mirada. Comienzo a reír a carcajadas, giro mi silla colocandola al revés para sentarme y tener donde apoyar mis codos, soy yo de nuevo, fría y seria sin una gota de dulzor en mis ojos, finalmente abro mi boca esta vez de color coral.
– Tienes 1 minuto, para decirme todo lo que sabes. Susurro tranquila, mientras sus ojos se mantienen serenos juntos a los míos. El silencio es denso, pero mientras ellos mueren de sed yo termino el ultimo sorbo de mi café, a continuación estallo el vaso sobre la pared, apagando el silencio de raíz, me levanto haciendo que el clima cambie a peligro, haciendo latir mas fuertes sus corazones y alarmando la mirada fija del bigote. – Estoy perdiendo la paciencia-. El silencio se vuelve y esta vez no soy yo quien lo apaga, son sus diminutos sonidos de miedo al ver como lentamente saco como por arte de magia una navaja. No suelo dar oportunidades, y eso tengo que dejarlo claro, porque es mi manera de ganar respeto. Saco fuerza como un león y clavo la navaja en la pierna de su compañero, después del sonido atravesando su piel, su grito es menos desagradable.
– ¡No somos tus enemigos!. Esboza el de bigote , viendo como se tiñe de sangre el suelo, su respiración se acelera, y sus expresiones me dicen que es oportuno comenzar con las preguntas.
– ¿Quienes son y como saben de mi?. Digo calma, volviéndome a sentar frente a el, como si esto no hubiera pasado y los gritos del hombre junto a el fueran los cantos de los pájaros de esta mañana. Sus ojos confusos y temerosos tienen ganas de decírmelo, pero es terco y difícil de romper. -Muy bien. Me levanto y nuevamente los suspiros de peligro se vuelven, con mi navaja ensangrentada corto la cuerda para levantar a unos de los hombres, y bastan 10 segundos para abrir la puerta y dejarlo caer a varios metros de altura, no alcance a oír su grito de desesperación lo cual me entristece un poco pero a cambio los gritos los recibo de sus compañeros, asique gozando y riendo vuelvo a mi lugar, y nuevamente nos enredamos en las miradas fijas con el de bigote.
– Veo a una mujer herida tras esa mascara de La Doña-. Mi risa se contrae y aprieto la silla con rabia, no importa que gestos hagas, uses el tono de voz adecuado, en todos los casos los ojos demuestran lo que estas sintiendo, y él esta usando mi arma contra mi. – Vine a conocerla, y me quedó claro quien es usted-. Dice bajando su cabeza, logré romperlo emocionalmente pero esto aún no termina.
Nadie es capaz de conocerme, ni yo misma me reconozco, yo era buena, ¿donde me escondí? o tal vez ya esta muerta, era suave brisa de primavera y ahora soy un huracán que destroza todo a su paso, no se como llegue aquí, el instinto de supervivencia me trajo sin saber que pasaría en el camino. Soy tu peor pesadilla, una densa oscuridad que amenaza con ahogarte, disfrutando de tu agonía, soy el puto diablo, soy Judas en sus principios y en su final. Reino aquí, yo dirijo el mismo infierno.
– Usted no me conoce-. Contesto antes de sentarme sobre sus piernas, para mirar mas de cerca esos ojos azules intensos llenos de curiosidad.- De todas las versiones que escuchaste te aseguro que todas son ciertas, y voy hacer algo por ti, te diré que tienen en común todas ellas-. Digo frente a frente, pudiendo sentir su suave y pausado aliento, me acerco lentamente a su oído izquierdo para susurrarle.- En todas te pedían que no te acercaras.
¿Que es realmente la maldad?, es posible personificar esa palabra, o solo son acciones y en verdad, eres una persona común y corriente que solo ha tomado malas decisiones en la vida. La decisión de dejar sola a tu madre con un hombre rabioso, no llegar minutos antes, vivir sin dignidad, hasta que te das cuenta que tu decides, y sea cual sea la decisión, harás todo por sobrevivir. Es increíble la fuerza que puede generar un ser humano cuando esta decidido a no caer.
Respirando aire cálido, el sol pega sobre mi blanca hijab, mientras entre la multitud me dirijo por pasadillos y laberintos con un solo objetivo. A pensar de cubrir mi rostro con largas telas, Farid me reconoce desde lejos, se acerca a mis ojos para tener la certeza de mi persona y estallar en una risa de gozo, y bajo la tela mi boca sonríe, no dice nada, solo les da ordenes a sus hombres e inmediatamente el transito de personas se comienza a abrir paso para nosotros haciendo mas fácil llegar a su escondite, el cual esta igual como lo recuerdo, con cuadros antiguos con bordes de oro, levanto uno de los cuadros y veo que sigue intacta la marca. Al fin dentro puedo destapar mi rostro y al instante los hombres de la sala me rinden culto, dejo al descubierto mi cuerpo de traje blanco con bordes dorados ajustado, y sensual, por una vez quiero que estos hombres vean a una mujer de verdad, me cagó en sus costumbres, mis tacones suenan en el templo haciendo eco a través de las estatuas de bronce, oro y plata. Estar aquí me trae recuerdos que quisiera olvidar, pero los llevo conmigo cada día, puedo oír mis propios gritos por estas calles, sentir el dolor de finas navajas marcando mi cuerpo, mi corazón se acelera al verme a mi misma suplicando clemencia. Todo se esfuma cuando veo a Karim acercarse, el cual se acerca rindiendo tributo, lo mismo hago antes de abrazarlo, sus brazos tocan mi cuerpo y me desarmo liberándome de la oscuridad por unos segundos. Sin él no me hubiera encontrado, tal vez yo no estaría aquí, pero mi salvación fue un intercambio entre la muerte, y la vida llena de traumas, ¡nunca pensé que esto era vivir! .
¿Que es vivir para ti? Estar despierto, respirar, escuchar tu corazón latir, tal vez. Vivir para mi es doloroso, vivir me recuerda a la muerte, polos opuestos pero a la vez entrelazados, normalmente los humanos acostumbran a similar vivir con felicidad, y no vives si estas mal. Vivir, sería estar ocupando tu lugar, el que te fue dado, nunca sabes cuando estas vivo y cuando realmente estas muerto, como es posible que la física no pueda explicar que puedes estar muerto y viviendo, «por que son polos opuestos» , yo digo que la muerte vive.
Siempre estuve viva, y lo sigo estando, lo que cambia es que ahora la muerte vive conmigo, yo la llevo y la suelto en personas, en ciudades, soy un monstruo incontrolable,y siento que me guste, me encanta.
Mientras me acerco a la sala real, cubierta de oro hasta en los mínimos detalles, me parece demasiado reflejar lo que tienes en cosas materiales, prefiero demostrar lo que soy enloqueciendo tu corazón tal vez, literalmente. Escucho voces, y risas, desde luego es Azim haciendo de las suyas, cuando un hombre sabe que es apuesto, lo que genera no es autoestima es egocentrismo y soberbia, él busca mujeres fáciles de comprar, ya que los millonarios persisten en la oferta, pero es justo ahí donde el hombre es un peligro, un mujeriego descontrolado.
– Desearía poner nervioso al chico que me gusta. Balbucea una niña nomas de 20 años, de la ronda que se encuentra en centro de la sala alrededor de champagne y cigarrillos.
-Pasea delante de él, en ropa interior sexy. Dice una mujer con algo más de experiencia, de cabello corto y muy elegante, bebiendo de su copa de champagne. -Mejor acércate a susurrarle en el oído las cosas sucias que quieres hacerle. Continua «aconsejando» y estallan las carcajadas, aún mas las de Azim quien debe estar disfrutando y saboreando ese momento perfecto para un trío, lamentablemente mi llegada siempre trae oscuridad y esta no es la excepción, entre risas mis tacos hacen ruido detrás del trono de Azim, y me encargo de dar el mejor consejo que podría regalar.
-Acércate por detrás, y ponle un cuchillo en el cuello. Mato el sonido de la diversión, y pongo a latir el corazón de él, lo siento cuando bajo suavemente mi mano derecha. Estaría mintiendo si digo que no esta nervioso ahora, su cuerpo no lo puede ocultar. – De nada. Contesto, aunque nadie me dio las gracias, dejo la mirada perdida en el candelabro que encandila mis ojos, hasta enderezarme y ponerme firme para recibir la mirada alarmante de Azim al girarse, quien no tarda en sonreírme y agachar su cabeza.
Descanso en un enorme cuarto, costumbre de Azim demostrar cuan grande es mediante las estructuras de su lujosa mansión, es curioso porque lo que siento es que en realidad quiere llenar con toda esta mierda lo que no tiene. Buscar entre tantas mujeres alguien igual a mi, pero lo triste es que nadie me llega a los talones. La noche se hace eterna, la luna llena esta más grande y brillante que nunca, se pueden apreciar los horribles cuadros colgados en las paredes, las viejas sabanas se resbalan por mi suave cuerpo el cual huele al baño de rosas anterior. Siempre es la misma historia, no puedo dormir por temor a mis pesadillas, y en las mañanas salto espantada de ellas; mi mirada se pierde en el techo del cuarto, vigilo si hay cámaras escondidas, y escucho el diminuto sonido de la puerta abriéndose, mi corazón permanece tranquilo y mi cerebro atento, cuidadosamente acerco mi mano a la mesa de luz, para tomar lentamente mi pistola al mismo tiempo que se asoma alguien. La luz alumbra el rostro de Azim, quien levanta sus manos en señal de que viene desarmado, suspiro y casi sonrió dejando todo en su lugar, él gira su cabeza para que lo siga, como en los viejos tiempos, cuando eramos niños, acostumbrábamos a escaparnos por las noches a ver las estrellas y pensar en macabros planes, que al final todo esta por cumplirse, ideábamos estrategias militares, como escapar, claves y números secretos que solo nosotros conoceríamos para poder comunicarnos; me acerco con lo que tengo puesto, no voy a perder el tiempo, llevo una delicada lencería negra y mi bata transparente del mismo color, esbozando conmigo el suave olor que vuelve loco a cualquiera, en cada liga de mi pierna se encuentra una navaja y balas extras, jamás salgo desarmada, me encuentro con sus ojos directo a mis pechos, los cuales en cada uno hay una granada. Por si a caso. Me conduce por los pasillos, con dos escoltas, no lo juzgo ya que yo haría lo mismo, nunca te fíes de mi porque nunca sabes cuando atacaré; llegamos a una puerta en el fondo del sótano, aquí han pasado tantas cosas que no se que encontrarme en este momento, y mi ansiedad por descubrirlo aumenta.
El mujeriego y yo nos conocemos demasiado bien, tanto que el puede saber mi ansiedad en este momento, a pesar de mis esfuerzos por esconderlo. Mi mirada amenazante, y el silencio profundo, hace que este momento se vuelva ridículamente incomodo, por lo que continua con el objetivo del principio.
La escena logra sorprenderme, mujeres atadas de manos colgando como pollos muertos, goteando de sangre por sus cuerpos desnudos, según él son medidas para romper toda dignidad y hacer que respeten su voluntad para hacer el trabajo que se les pida. Ambos somos iguales, en el sentido de que buscamos el miedo como medida de respeto; ellas levantan sus cabezas en busca de que yo como mujer sienta algo de compasión, o tal vez en el fondo envidien mi vestimenta y como me paseo con altos tacos que jamas podrán tener, como he dicho antes, prefiero dar envidia que piedad, por ende me paro frente a ellas y esbozo un grito.
– ¡Aquí me van a respetar porque les aseguro que soy mil veces peor que él!
Bienvenidos a mi oscuridad, quiero escapar de ella pero soy de ella.
capitulo 2
Luego de la agitada noche me dirijo sencilla pero armada, hacia una de mis propiedades en Egipto, allí se encuentran los hombres que encontraron mi rastro, no se como, por un momento me distraje pero ahora los tengo en la mira y tuve tiempo para pensar los consejos de Azim; estoy ansiosa por llegar y hojear el informe de cada uno que mis abogados realizaron, primero tienes que conocer a la presa para saber cazarla.
Esta casa esta justo como la dejé, sigue estando ese aroma de perfume mezclado con sangre que tanto me gusta, mientras leo los informes me coloco un largo vestido transparente de color dorado bañado en pequeños diamantes, con altos tacones y un sutil maquillaje, no necesito nada más para hipnotizar a un hombre, debo hacerlos dudar, solo dudan y ya los tengo. El informe de Edgar es quien mas me interesa, es un importante abogado y licenciado en sistemas, ya veo como pudo rastrearme, es un hackeador, se encarga de ayudar a mujeres maltratadas en una fundación de la ciudad de México, vivió varios años en un orfanato para luego ser adoptado por una familia humilde, mataron a su padre adoptivo en un atentado terrorista, y desde ese momento persigue delincuentes famosos y narcotraficantes. Le mataron lo que mas quería igual que a mi, el recuerdo me llena el alma, mi mirada se pierde en el espejo de la habitación hasta que me veo en mi propio reflejo, no digo nada, solo observo, y no conozco a esa persona, tomo lo primero que encuentro junto a mi y rompo el vidrio que trata de mostrarme el verdadero monstruo que soy. ¿Que pasaría si ahora mi madre me viera? ¿si hubiera llegado minutos antes de que murieras frente a mi? ¿si en el camino no me hubiera cruzado con esas personas? tal vez yo, tal vez la vida entera, tendría un poco de luz.
Bajo las escaleras para llegar al sitio, y siento un repugnante olor, son ellos mismos tratando de sobrevivir física y psicógicamente en este agujero. Es así como decidí dejarlos, para tomarme el tiempo de pensar que haré con ellos, y tiempo para que se torturen pensando en que fallaron, de que manera van a morir, y si pudieran cambiar el pasado; el sujeto herido por el cuchillo en su pierna, esta pálido y moribundo, pido que reciba atención medica e inmediatamente mis hombres lo cargan y se lo llevan, mientras tanto quedan tres más sin poder decir nada, la sed y falta de alimento puede reflejarse en sus caras, estan guardando la poca energía y esperando que yo lo haga primero; camino a su alrededor, viendo fijamente sus detalles.
– ¿Conoces la teoría del dilema del prisionero Edgar?-. Pregunto mirándolo desde atrás hasta posar donde pueda verme, sus ojos cansados intentan levantarse.- Pues se trata de un juego en el que se observa la dificultad que pueden tener dos personas para cooperar incluso si esa cooperación fuera la mejor opción para las dos, entonces te daré las opciones-. Tomo una silla y me siento frente a el, obligo a que me mire antes de hablar, pues la mirada conecta mucho más que cualquier otra cosa.- Trabajarás para mi-. Edgar no tarda en escupir sangre mientras ríe.- Se que trabajas para una organización anti terrorista, aunque me pregunto ¿eso es lo que piensas de mi?, vi que tienes una alianza muy fuerte con tu madre, y tu hija-. Su risa se borra y sus ojos se concentran en mi sonrisa-. Te dejo con el dilema, ah casi lo olvido-. Tomo una manzana y doy una mordida antes de dejarla justo en la silla en la que me senté.- Buen provecho, no me tomaré la molestias de desatarlos pues, Edgar querido ya lo estas-. Pude observar que se han desatado e intentaron escapar ya que la puerta esta forcejeada y hay varias marcas por la pared, es muy desprevenido, aunque entiendo que la falta de alimentación y agua pueden causar su poca concentración.
Los negocios en esta parte del mundo no son problema para mi, aunque tengo que ser cautelosa en cada paso porque no soy muy querida aquí, y en cualquier lugar, me he ganado varios enemigos, pero tambien el respeto y miedo de esta gentuza que amenaza con gritar mi nombre en las calles cada vez que me ven, pero sus intenciones son ahogadas por el terror de mis ojos, pues ya han visto lo que soy capaz de hacer cuando no me obedecen. Soltar misiles por ejemplo. Soy consciente del daño que he hecho a esta ciudad, pero solo voy a decir, que era necesario. Las personas jamas ven el resultado, la gloria, solo ven el medio para conseguirlo, por eso son débiles e inútiles.
Pasaron días desde mi última visita a mis prisioneros de lujo, según mi doctor de confianza, estas podrían ser las últimas horas que les queda de vida, así que me dirigo al lugar y bajo los oscuros escalones de madera que rechinan en cada paso, anunciando mi lenta llegada, me coloque tacos altos y finos para esta ocasión, quiero verme elegante para la perdida de su dignidad y humillación de su persona. Observo cada detalle nuevamente, y en todos los sitios a los que me dirijo, no voy a dar un paso si no estoy completamente segura, es la vida que me toco vivir, no la que elegí sino las consecuencias me trajeron aquí hoy. Mi perfume se mezcla con el moribundo olor de esta habitación, hasta que me paro frente al débil y pálido Edgar Guzmán, al que lamentablemente voy a destruir poco a poco por cruzarse en mi camino, lo malo es que yo no esquivo las rocas que me obstaculizan sino que las pateo para liberarme.
-Tu decides, puedes aceptar la oferta o las consecuencias; plata o plomo.
-Sabes lo que veo en ti Ketzaly.. una mujer gobernada por la ira, la rabia, y una venganza ciega, porque para llegar a ser lo que eres, te debió pasar algo bien chingon-. Escupe con sangre en su boca. Me digno a correr la mirada hacia su colega, su nombre es Jorge Palacio, un pobre hombre que no tiene nada que perder, dispuesto a cualquier cosa para sobrevivir, esa es la gente que busco, completa lealtad, al final del día pase lo que pase, me ven como su Ángel, que les da de comer, refugio, y los protege. Hacia el otro lado esta Hugo Torbado, entra y sale de la carcel por su mal comportamiento y sus padres en la cárcel por drogas, no tiene nada de especial, solo acompaña para pelear si es necesario, aunque no llega ni a los talones a mis hombres, ya que esta mal herido y ahora entiendo el moribundo olor, esta agonizando. Lo que no puedes ayudar a vivir, ayudalo a morir. Saco un arma y apunto sin pensarlo a su cabeza, parece que una vida entera se esfuma en un chispeo ahogado por el silenciador aunque hace un ruido en mi imaginación por un segundo, supongo que soy el Ángel de la muerte.
Me vuelvo a Edgar, quien no deja de ver la escalofriante escena, hasta que finalmente esboza: acepto. Una conveniente respuesta después de ver que soy capaz de cualquier cosa con tal de conseguir lo que quiero.
capitulo 3
Persecución, jugando al gato y al ratón, gritas porque puedes escuchar y sentir la muerte tomando tu corazón para apretarlo lentamente hasta que tu último suspiro sea el intento de un auxilio. Risas y mas risas suenan como una música de terror, que evitan que mi puntería sea precisa pero es la gracia de todo este show. Escucho relámpagos acechandonos, pero la presa todavía corre, arrastrándose por el barro seco al húmedo y gigante bosque de mi propiedad, aceleramos el coche hasta que logramos tener un acercamiento puntual; y entre su mirada perdida, por las gotas de sangre que nublan su vista, y yo impecable lista para la una próxima reunión, pero los caminos se cruzaron, él lo hizo, el eligió estar en el lugar y momento equivocado, él me trajo hasta aquí y la tormenta acelera el trámite, por lo que disparó el tiro de gracia, el y yo sabíamos que su destino ya estaba escrito, pero quise darle una última oportunidad de esperanza, corrio y corrio, pero el destino te perseguirá con un rifle y tacos altos.
El cuerpo es tan curioso y misterioso, en él se encuentra el arte de la belleza, sus distintas formas, aromas, texturas y sabores, forman algo único, personalizado y tan mágico, el tener en tus manos algo tan preciado como eso me hace sentir privilegiada, todo para mi, elijo entre tantas personas a alguien que me cautiva con sus curvas, sus características, y me deberían dar las gracias porque yo si se admirarlos y hacerles honor.
Este bosque tan bello, con sus pájaros volando y su verde esplendoroso hace brillar a las mariposas multicolores que vuelan buscando de estas flores que se encuentran sobre el cálido pasto, quien pensaría que debajo de él se encuentra un cementerio de presas que su cazadora a querido acechar. Nunca subestimes lo que ves, debes ver su historia.
Las primeras gotas de agua natural caen sobre mis rizos artificiales, y no quiero llegar tarde por retocarlos. Llegando al corazón de mi dinero, del poder, nuestro enorme edificio que construimos con Azim hace años, y hoy es una potencia, cuidada con francotiradores, helicópteros, y militares, es lo que nos conecta, el poder y la avaricia, esto es el ejemplo.
Aquí todos me conocen, se callan en cuanto entro al lugar, pero a mí sorprender una muchacha me alza la voz.
– Hola buen día ¿tiene usted una cita?-. Ingenua con una libreta en su mano, flacucha inmigrante, por lo de esta mañana soy capaz de perdonarla pero no perdonó dos veces, a los que se cruzan en mi camino.
-¿Cita?-. Se acercan mis guardaespaldas mostrando sus armas, y los ojos de la morena resaltan de grandes. -Soy la dueña de este edificio, pago tu suelo niña-. Contesto mientras la aparto de mi camina. Nadie tiene el privilegio de hablarme directamente en este lugar.
Debo llegar a la junta en el último piso, desde allí se puede ver bajo el sol ardiente la ciudad en la que viví tantos años nublada por la tormenta de arena, laberintos con casas pobres al lado de edificios lujosos, árboles artificiales con el infinito desierto a su alrededor. Alguna vez la gente rica me escupió en la calle, y mirenme ahora, llegando a mi edificio a punto de negociar con mafiosos.
La gente cruel, los psicópatas, sanguinarios y mafiosos, convivimos en el mismo mundo, compartimos las calles pero no el destino que nos tocó vivir. «La sombra» se hace llamar el sujeto frente a mi, observando sin permiso mi vestido ajustado con su único ojo, no quiero preguntar lo obvio, todos tenemos cicatrices que si las recuerdas o hablas de ellas duelen más. Así que voy al grano.
– ¿Cuanto?-. Digo caminando lentamente alrededor de él, observando, tratando de buscar sus debilidades. Mientras me imagino sus fetiches, en el edificio me informaron que vino acompañados de varios de sus guardaespaldas, pero también de una muchacha, llego y trato mal a todo el mundo, en especial a las mujeres que trabajan aquí, es un pervertido y asqueroso viejo.
– Nada fácil es meterse con armamento militar, mucho menos es salir de allí una vez que entras-. Contesta siguiendo mis curvas que nunca serán suyas. Azim, se acerca intentando ayudar.
– ¿Vinimos a negociar no?, el precio-. Tira sobre la mesa Azim, aun sin saber que a este pervertido lo tengo jugando en mi mano.
– Bien-. Contesta mirándonos a ambos. – Una tonelada-. No me parece mal, es un precio justo por los aviones, armas, y todo lo que destruye, pero a eso le está sumando su pellejo de casi morir en el intento, y no creo que esta lacra valga tanto. Me acerco a su horrible cicatriz, para susurrarle al oído.
– Media tonelada-. Me alejo bailando las caderas, mientras sirvo un trago de whisky, que descuidadamente o no, volqué un poco sobre mi escote. Dicen que la mujer no necesita de ninguna pistola, su cuerpo es su propia arma, puede ser tu perdicion, es cuestion de saberla usar. -Invita la casa, ¿lo tomo como un brindis?-. Digo mirándolo a los ojos, asombrada y preocupada, con el dulzón de morderme los labios al final, a lo que él responde sin poder decir nada levantando su copa, se que no es suficiente, hasta que no sepa donde estan esas armas; asique me agacho para tomar el contrato, pero antes de su firma, se sienta para poder leerlo. Azim se pone nervioso, pero yo tengo todo bajo control, el whisky que tomó sin dudarlo contiene la dosis justa de droga para que le reviente el corazón, no habrá huellas de ahorcamiento, la tomó en voluntad propia, y mire lo suficiente para darme cuenta que tiene pastillas para la presión en su chaqueta de cuero, es cuestión de tiempo para que el efecto de pastillas con alcohol le haga efecto, pero no tan rápido, necesito que muera en su propio auto, con su gente, que no me involucren. A estas alturas no podrá leer una oración.
– ¿Que me hiciste?-. Contesta algo agitado.
-¿Estas bien?, ¿quieres que llame a un médico?-. Contesto falsamente preocupada, concentrada en contenerme las carcajadas. – Pero antes, firma-. Su único ojo se enfurece buscando los míos, pero su mareo lleva su mirada al suelo, por lo que acercó el documento que asegura que en caso de su muerte, yo seguiré el negocio siendo así la única jefa del tráfico de armas. Necesito uno mas en la lista y así tendrás las armas de la gran parte del mundo. Mientras firma su sentencia, Azim observa sediento de dinero y poder.
-¿ Donde estan las armas? -. Le pregunta al viejo tuerto.
-¡Jamás! -. Contesta entre carcajadas. Por lo que se le borra inmediatamente cuánto me siento sobre su regazo, sacando lentamente una navaja de mi escote.- Moriré, y si las armas no son enviadas se te viene una guerra-. Escupe a falta de aire.
-¿Crees que tengo miedo?, las guerras comienzan y terminan cuando yo quiero, no te preocupes que de encontrarlas me encargo yo, tu encargate de morir-. Respondo furiosa y exijo que se largue, lo último que quiero es cargar con un muerto en este lugar. Mañana por la mañana seré oficialmente la reina de las armas del medio oriente, con toneladas de dinero. ¿Me alegra? No.
Antes de partir, dejó a Azim en su lujuria y ordeno a mis hombres que no me sigan. Creo que no hay peligro en las calles ahora que yo soy el peligro en las calles.
Este lugar es tan misterioso, es aterrador, y al mismo tiempo me conecto aquí, dicen que involuntariamente corres al contrario de donde sufriste tanto, pero yo vengo aquí muy seguido, al menos antes podía sentir, tenía una vida dentro de mi. Ahora estoy muerta por dentro. A veces me quisiera perder aquí entre la muchedumbre camuflada con largos atuendos. Los rayos de luz que dan en mi rostro brillante por la arena que se queda pegada entre mis lágrimas, caminando lentamente sintiendo mis dedos mojados y fríos, mis manos libres entre el denso mar, quiero nadar, quiero escapar, estoy buscando aun nose que. Desde arriba aparentas ser bueno, un hermoso paraiso iluminado por el atardecer, pero desde abajo eres oscuro y perverso, eres salvaje, pero no puedo luchar contigo, y me hundo en los más profundo de ti. Presiona mi pecho con la suficiente fuerza para matarme, pero decides hacerlo lentamente, mientras me haces pensar en toda mi vida, en los recuerdos más lindos y cálidos, hasta los más horribles y tristes, al final no somos tan distintos. Poco a poco siento que vuelo, aunque se que voy cayendo.
Dedos se hunden en mis costillas llevando mi cuerpo hacia la superficie, abro los ojos y veo como la luz se acerca nuevamente a mi, hasta poder sentir la brisa abrasadora recorriendo mi cuello, el sol está tan brillante que nubla mi vista, no tengo fuerzas, no puedo hablar, mi único movimiento son mis dedos tocando nuevamente la caliente arena, no escucho pero observo labios delante de mí intentando decirme algo que no puedo descifrar, ojos exaltados que ven los míos atentamente, sus manos están mi pecho y puedo ver como se hunde, pero no puedo sentirlo, por un momento me pierdo en el celeste cielo con nubes de colores hermosos, hasta que algo recorre dentro de mi y sin poder frenarlo desborda por mi boca, agua salada, y en un segundo tomo el conocimiento, el sentir de mis pies, veo mis manos arrugadas.
-¿Como estas? ¿Estas bien?-. Escucho como si estuvieran tapados mis oídos, hasta que poco a poco comienzo a oír el ruido de las olas furiosas, dirigo mi mirada hacia el bulto que no podía descifrar, su cara de asustado, su bigote mojado, y sus ojos azules intensos sobre los míos, Edgar, eligio salvarme, que salvar al mundo, de mi. -¿Que intentaste hacer Ketzaly?, Doña-. Me llena de preguntas que hace años no me hacían, ¿como estoy?, ¿acaso es posible responder a ello con solo una palabra?, una pregunta tan simple, con tantas emociones en ella y que no me atrevo a responder para que no salgan a flote. – Contestame, por favor-. Dice exhausto.
-¿Porque?-. Consigo responder con otra pregunta, para desviar lo que no quiero decir.
-Porque no mejor un gracias-.Responde sarcástico.- Mira se que te desobedecí al no seguirte como dijiste, pero temía que algo te pasara, y mira-. Me mira de pies a cabeza.- Creo que tu eres la única capaz de hacerlo, nadie puede matarte -.
-No necesito que nadie me salve-. Estoy recobrando la fuerza.
-Yo pienso que si-. Me interrumpe, antes de que pueda decir algo más. -Pero de ti misma. Sus palabras se guardan en mi corazón, pero no puedo mostrar que me estoy por quebrar, porque en el fondo se que tiene razón, nadie se había dado cuenta de ello, parece un brujo que puede ver las almas, aunque creo que yo soy la bruja maldiciendo a tanta gente. Me reincorporo y antes de que pueda correr hacia el lado contrario, el toma de mi cintura, y me percato de que estoy casi desnuda mi vestido debió desprenderse cuando me sumergí en lo profundo. -Escapa de esa máscara de hierro que tienes, detrás de la Doña, esa mujer herida que ví por primera vez-. ¿Es más fuerte el hierro que la voluntad humana?, esa pregunta se metió en mi mente, y sigo mi camino, no quiero voltear para que no pueda ver mi lágrima, para que no me abrace porque se que voy a gritar, para que no me diga que todo estará bien porque no lo va a estar, porque no puedo escapar, no puedo.
En estas paredes que forman estructura, la maravilla de la ingeniería, creadas para que escuchen ruidos, risas, a personas recorrer cada rincón, pero esta casa está sola y fría, se vuelve así cuando ingreso. Me pregunto si algún día seré madre, que me pesaría más si el instinto de madre o el de supervivencia. ¿Qué anécdotas le voy a contar? mi vida es una angustia y horror, no quiero la lastima de nadie, me envolví en odio y piedra, ¿Que le voy a enseñar? ¿El respeto?, como lo consigo yo, con miedo.
Quiero quitarme la sal de mi cuerpo, de mi interior, preparo la bañera con cubos de hielo, le coloco pétalos de rosas por encima, y me hacen pensar en cómo una persona puede ser un mar, un bosque y una bañera llena de hielo con pétalos. Mi cuerpo desnudo lleno de marcas que reflejan el pasado y lo humana que soy, un cable devuelta a tierra, recuerdo donde estoy y porque lo hago, el amor da vida y te motiva, pero el odio es aire para mis pulmones y la fuerza de tus piernas para levantarse.
Escucho susurros, y pasos viniendo hasta aquí, por un momento olvide la lista de asesinos que quieren matarme en esta ciudad, y me sumerjo un poco dejando reflejar mis ojos verdes en el agua fría. Es Azim, entrando lentamente, como acostumbra.
– Ahora tengo que poner seguro a la puerta en mi propia casa-. Digo reincorporandome.
– No quise molestarte, toque la puerta y no escuche nada así que entré, pensé que te había pasado algo-. Dice alejándose hacia la puerta, pero antes me da un aviso importante. -La reunión se adelantó, esta noche en mi casa-. Huele a traición.
Nada duele más que la traición, literalmente le das tu vida a esa persona y luego te utiliza a su antojo, lo gracioso es que estoy acostumbrada a traicionar a todo el mundo. Mientras tapo mis cicatrices con caros y espectaculares atuendos, una falta ajustada, un buen escote, y unos tacos que pueden atravesarte el cuello, no necesitas nada más para ganar en cualquier reunión importante. Una última mirada al reflejo de un…. una persona, una persona, una persona. Me lo repito una y mil veces, en el fondo se que soy un monstruo vacío y sin alma. Abro la puerta para dirigirme al encuentro con uno de los terroristas más poderosos del medio oriente, ahora es cuando comienzas a preparar tus armas más poderosas para la batalla, mis escudos son personas, las uso como estrategias para proteger a la reina. Edgar está en la puerta con sus ojos fijos en mí.
– A sus ordenes-. ¿En qué momento dejó de ser esa persona que no es capaz de agachar la cabeza por nadie?, yo era el lobo y Edgar el cazador, pero ahora soy yo el lobo y el la oveja. No se lo que estoy apunto de hacer, pero puedo tener mil defectos, y ni siquiera yo puedo entender lo cruel que puede ser, pero mi palabra es ley. El salvó mi vida, y yo haré lo mismo. Estamos en paz.
– Eres libre-. Contesto, mientras cierro la puerta detrás de mí. – Salvaste mi vida, y te obsequio tu libertad-. El me mira como si hablara en chino por un momento. Antes de que pudiera decir algo mas.- Te voy a decir tu última amenaza: que de tu boca no salga nada de todo esto, porque te voy a buscar y te voy a encontrar. Para que me recuerdes Edgar-. Dejo atrás a un hombre tan distinto a los demás, tan extraño, tan cautivador, no olvidaré que fue la única persona capaz de ver mas alla de mi, el que me salvo, el no ve la crueldad o mi historia, el solo ve que soy una persona. Para mi ahora es uno de mis intocables. Se gano mi protección. Seré su hada madrina, como lo soy con los que marcaron mi vida para bien, los que me enseñaron muchos significados que me hicieron crecer interiormente, los que alguna vez me llevaron a otro lugar que no sea el odio y oscuridad en el que vivo.
Mis pasos con decisión vuelven y con ellos todo lo que me rodea, todo lo que soy, dicen que lo que no te mata te hace mas fuerte, pues estuve cerca de la muerte muchas veces, y bastaban seis o siete segundos más para que muriera, pero aquí estoy, perfumada para hablar con terroristas.
-Espera-. Dice detrás mío, ahora una voz que desconozco. No soy de las que miran atrás en las despedidas, y no habrá excepcion.
capítulo 4
Toda mi vida me dedique a sobrevivir en este mundo, cada respiración ahogada en mi propia sangre era un rugido de lucha y cada bala que retiré de mi cuerpo fueron las que me dieron la fuerza para devolverselas personalmente. Era casi una niña cuando mataron a mi madre, todavía no entendía los significados de la vida, no sabía lo que era el amor, el perdón, pero eso no les importo cuando la primera bala que ví en mi vida fue directa a la frente del único amor de mi vida, mi madre. Ese día fué cuando comenzó mi verdadero destino. El dolor del recuerdo recorre por mis venas, hasta los puños de mis manos, y la rabia me consume en una sola lágrima que no pude evitar. Mientras me dirijo a una trampa humana, veo sobre la ventanilla de la camioneta de mis peones las calles de esta ciudad tan reprimida, tan hermosa y destructiva, que da paz y miedo, mi madre siempre quiso conocer Jerusalén, tenía fe en la tierra santa y en Dios, y todas esas bobadas que no existen, porque lo que descubrí es que estamos solos, o matas o te matan, y si ella estuviera aquí ahora mismo estaría decepcionada de que su pequeña angelical acabó convirtiéndose en un demonio.
¿Como polos tan opuestos son capaces de amarse tanto?. Mi madre odiaba las armas, y ahora soy la encargada del tráfico de ellas a medio mundo, ella era amable, a donde quiera que vaya llevaba una sonrisa y buena energía para todos, en cambio yo, llevo conmigo una oscuridad que a donde sea que vaya reparto miedo; pero nadie me va a negar que donde sea que este, me sigue amando como yo a ella. Me hace mucha falta, necesito su moral, sus abrazos. Criarse sola no es fácil, mucho menos después de ser una esclava, olvidas por completo tratar con personas, pasas de tener una familia honrada, a una huérfana pisoteada en las calles.
No soy de las que dan lastima, no quiero tu compasion, no quiero.
Entre casi llorando a la camioneta, pero bajo a carcajadas, no puedo evitarlo, río y río como si fuera un llanto mientras camino al interior de un lujoso restaurante con vista al epicentro, a medida que avanzo la gentuza se levanta y se va del local, como si tuviera un chaleco bomba, aunque no está muy alejado esa suposición. Me falta algo de felicidad instantánea, saco mi arma y disparo varias veces al techo, ¡he llegado perras! , los gritos aterradores y gente estupida en el suelo, mis carcajadas estallan y exageran mientras me dirijo al punto de encuentro, si este es mi destino, si aquí moriré, lo haré con todo y lujo. Les doy la ventaja de que saber que ya llegó La Doña. Una mujer que no resiste a la presión se levanta del suelo corriendo como si no hubiera un mañana, y no lo habrá, por que si no podía estar quieta unos minutos, yo la ayudaré a que lo esté para siempre.
Cuando entro al lugar observo cada rincón, como me siguen las cámaras, el lindo menú preparado y el chef que no deja de temblar, todo esta perfecto, creí que moriría en enterrada viva en una caja de cartón, no me puedo esperar a probar la delicia.
– Espero que la carne roja sea tu favorita-. Dice, el hombre de traje, con su mirada de ojos negros perdida en la mía, hasta que asiento con una sonrisa. -Que gran entrada-. Logra escupir lo que tenía atragantado desde el momento en que me vio. A lo que contesto con una reverencia, estoy de buen humor.
Me encuentro con una gustosa carne casi cruda, ¿lo debería tomar como una broma de Azim?, ¿Por que el no esta aquí?, simples preguntas que me hago mientras devoro el plato. El de traje y el chef me observan comer, como si fuera un animal, pero la verdad es que tengo toda la clase para servirme, lo que les llama la atención es que donde se adiestran los animales salvajes como yo. Me río un poco invitando mi plato al chef quien no deja de verme.
– ¿Azim, no vendrá?-. Pregunto al fin.
– Le pedí que nos dejara a solas un momento-. Comienzo a observar los edificios alrededor, él jamás aceptaría dejarme sola con un hombre, es un celoso esquizofrénico. Me imagino una y mil muertes. El plato de comida tenía veneno, bueno al menos esta deliciosa. Un franco tirador, bueno al menos tengo una última vista de esta bella ciudad. El chef tiene órdenes de apuñalarme, bueno si lo hace el recibirá otra, o simplemente me darán un tiro en la cien.
– Bien, tiremos las cartas sobre la mesa-. No hay un libro donde diga cómo negociar, tu aprendes cuando es tu única opción, cuando tu vida está en juego. -Te convengo como aliada Khalid-. Su rostro curioso y con una leve sonrisa, esperando a que de alguna manera pida piedad. Sigue soñando. -Conmigo ganaras, tengo lo que les falta a la mayoría en este negocio, frialdad e inteligencia. No me tiembla la mano, tengo los ovarios bien puestos-. Su rostro se acerca hacia el mío, bebiendo una copa de vino blanco.
-¿Muy inteligente no?-. Dice casi susurrando, con algo de sarcasmo en su interior.
– Tu reloj esta en cuenta regresiva, ¿debo deducir que son los segundos que me quedan de vida?-. Interrumpo para impresionarlo. Su reacción me parece acertada. -Te vas arrepentir cuando veas que Azim es un incompetente-. Suelto, mientras se levanta de la mesa con una sonrisa macabra como la mía.
– Azim tiene las armas y el plan, no te necesito-. Dice detrás mío, marchándose.
Y así, tan fácil como romper una hoja de papel, se destruye una relación, una amistad, un vínculo. Ese golpe bajo y duro, me lo esperaba en algún momento aunque me lo negaba siempre, a veces olvido que después de todo somos humanos, una detestable especie que ama demasiado un objeto o sensación ya sea de poder o libertad, siempre poniendo su deseo sobre la vida de otros; por un leve momento pensé que lo nuestro era poderoso, que nada ni nadie nos podía romper, pero ya ves, nunca confíes en nadie, para que al final no duela tanto.
Justo en este momento mi mente viaja al pasado. Me vendieron como esclava a uno de los mayores hijos de puta de Colombia, el tenía el curriculum perfecto, narcotraficante, asesino, y sádico, pero tenía un techo y comida, era lo más cercano a una figura paterna para mi. Allí enjaulada como perra conocí a Graciela, un poco mayor que yo y con un inmenso corazón, no le echaba la culpa a su familia por haberla dejado en este pozo, y después de un largo día de sufrimiento ella me contaba sus sueños por la noche, quería ser madre, vivir en una casa pequeña con su hijo en el campo donde puedan vivir de su cultivo y así no tendría que ir al pueblo a dar explicaciones de sus cicatrices, esos sádicos le cortaron su mejilla, pero aun así con sus pelo encrespado y su linda sonrisa, se veía hermosa, su dulce voz de «buenos días» me hacian perder la nocion de la realidad en la que me encontraba y por desgracia fue el último. Nos sacaron arrastras y nos llevaron al centro de una jaula circular con los ojos de toda su gente observándonos, y el anfitrión riendo a carcajadas del show que daríamos; tiraban objetos, un bate, una piedra, para que peleemos, en ese instante comprendí que era su vida o la mía, nos juramos que lucharíamos por nuestras vidas hasta el último segundo, nunca imagine llegar a esto. Entre los gritos, las apuestas, las carcajadas, el dolor de mis músculos por el cansancio y la mala alimentación me juegan en contra, a Graciela se le nubla la vista con su propia sangre, hasta que ataco como si fuera uno de ellos, uno de esos mal nacidos, pero no lo es, es una mujer llena de esperanza y sueños, doy un golpe tras otro hasta que no puedo reconocerla, hasta que no siento su respiración, caigo en la realidad monstruosa que estoy viviendo, acabé con mi único vinculo afectivo, ¡ellos me obligaron! los veo aplaudiendo eufóricos pero no logro escucharlos, estoy en un estado de pánico, ansiedad, o tal vez los golpes de Graciela también me hirieron, pero su dulce voz que jamás volveré a oír es lo que mas me lastima. Levanto mis manos ensangrentadas como única ganadora, tiño su sangre sobre mi rostro hasta mi boca. El gusto peculiar de la traición. La lágrima de despedida está hirviendo, y me hace danzar sobre el lugar al ritmo de las carcajadas y aplausos del público maravilloso.
Al instante de la partida de Khalid, me encadenan las muñecas automáticamente en la silla, carajo, nunca pensé en la silla aunque sí pensé en explosivos que deduzco que estarán bajo la linda mesa de flores. Jamás esperes mis gritos por ayuda, moriré con la frente en alto, y mi muerte no será enterrada porque seré leyenda. ¡Me gustaría algo de música!, una balada triste de trompeta, pero llega algo mejor. Este espectáculo se torna raramente más entretenido.
– Te invitaría un vino, pero no puedo, si serías tan amable de acercar el vino a mi boca-. Le digo a Edgar, tratando de hackear la silla con un extraño aparato. Una vez el me dijo que no era mi enemigo, eso me da vueltas, ¿será mi ángel guardián?, o pretende mantenerme viva para matarme el mismo y mil veces peor, simples hipótesis.
Que curioso parece el tiempo cuando se trata de tu vida, nunca sabes qué es lo que verás por última vez, me pregunto si Azim habrá pensado que sería una tortura no poder alcanzar la copa de vino antes de morir, o tal vez fue un último adiós.
– De nada-. Contesta agarrando mi mano y como si yo pesara un bola de algodón me lleva en el aire hacia la salida, pero la explosión nos levanta por los aires grises de polvo golpeandonos con escombros. Abro los ojos lentamente para no marearme por el ruido ensordecedor, y lo primero que observo es el rostro de Edgar bajo maderas arruinadas y escombro polvoriento, cuando lo giro para despertarlo me percato de la sangre del suelo; esta mañana lo dejé en libertad para que se olvide de todo esto y continúe su vida con su esposa e hija, se sumó a la lista de mis intocables porque salvo mi vida. No puedo dejarlo tirado aquí, los hombres de Khalid vendrán a verificar mi muerte y Edgar podría ser quien revele toda la verdad. Saco la rudeza de mi ser y levanto a este hombre como puedo, el dolor de mi espalda y de mis cicatrices no pueden más que mis ganas de llegar a un buen lugar y beber cafe. Con un zapato de tacón y Edgar manchado de sangre e inconsciente en un rincón de la calle no es lo más normal en Jerusalén. Debemos pasar de ser percibidos, busco en la chaqueta de Edgar un celular con el que pueda contactar a Farid, es el único de mi confianza, a estas alturas Azim engaño a toda mi gente, contactos y guardaespaldas, al encender el celular veo a la linda niña de Edgar, con sus mismos ojos intensos.
– ¡Mussada!-. Digo en árabe cuando contesta. Es nuestro idioma, es un código para comunicarnos cuando estamos en problemas, y el ya sabe que hacer, mientras yo me escabullo por los pasillos plagados de personas y logro conseguir dos hiyab para cubrirnos entre la multitud, aun así esta gente ve tu alma al mirarte los ojos que resaltan con el color negro, mis ojos llenos de impureza y maldad no sólo llama la atención, sino que son conocidos por aquí y no soy muy amiga de esta ciudad, trato de esquivarlos tomando la mano de Edgar, quien aún no responde.
Entono una canción que aprendí aquí con uno de mis intocables, el viejo piparo, el cantaba siempre esta canción cuando quería llorar, me enseñó a danzarla en mis peores momentos.
Ya sahara
De arena y secretos
Una fuente
Que se revela entre las arenas
La primavera de mi juventud
chorros
y baila en una ráfaga de viento en colores
y voces
que nacieron del desierto incluso si el cielo de la luna se levantará
No me sentaré y no descansaré
Mis labios no se secarán
Si le canto al ya sahara
Cantar esta melodía en su idioma natal hace que nos perdamos con el polvo de la calle transitada hasta que somos vistos por Farid.
Mi labio se inclina a un lado con una risa perversa, imaginando todo tipo de torturas para Azim, quien antes de enviarlo a su juicio final me será de títere por unos días.
Como el volcán que acaba de estallar lava ardiente, recorriendo fuego por todas sus partes, expulsando humo negro denso y peligroso amenazando con matar a cualquier que se cruce en su camino. Esa soy yo. Disfrutando ver correr a personas por sus vidas mientras destruye lentamente pueblos indígenas. Esa soy yo. Algo tan naturalmente bello y creado para el peligro de exterminio, cuidado con estar cerca. Esa soy yo.
Aquí estamos de nuevo, siendo fuerte, poniendo la valentía por delante y el miedo entre las piernas, me pongo la máscara de hierro para esconder el delicado vidrio que soy por dentro. Tengo que ver, oír, sentir cosas que no quiero, que no me gustan, que me hieren, pero debo guardar las lágrimas para otro momento, porque mientras haya ojos puestos en mí no seré lo que desean que sea. El nudo en mi garganta va a explotar pero lo controlaré con rabia y odio, como siempre, y así poco a poco se va endureciendo. Siempre supe que mi alrededor no era normal, que era malo, pero me cegaba por ver algo bueno y defenderlo, y sin querer fui cayendo poco a poco en algo tóxico, en veneno, por eso estoy muerta, lo unico que me mantiene es la venganza, prefiero el plato frío. Aguanta, me digo, aguanta, es como si en cada respiración te clavaran una aguja en tu corazón, pequeño y agudo, con un dolor tan grande. Me pesan los pasos, quiero descansar, quiero ir con mi madre, pero mi nombre está escrito con fuego en el infierno, mientras tanto se que ella me protege aquí en el mundo de los vivos, recuerdo sus llantos desconsolados llenos de rabia y tristeza, en el suelo tirada, todo destruido a su alrededor, tienes que ser valiente para ver a tu madre así y no llorar, porque sabes que una lágrima que derrames hará que se sienta peor, ¿cuantas noches acariciándola sobre mi regazo?, mi madre había aguantado tantos golpes que un día cualquiera como un frágil frasco se rompió, y antes de desviarse por el camino del suicidio, hay estaba yo para que no lo hiciera, ¿quién fue la madre?, era muy joven para entenderlo.
Aguanta, me repito, se que en un momento voy a romperme en mil pedazos como mi madre, y no estoy segura de tener a alguien al lado mio para que me impida hacer lo que mi mama no pudo.
A veces sueño despierta, con sentir flores en los dedos de mis manos, caminando libre y sin pesadez en el corazón, con un cielo despejado y un sol tibio, y voy allí donde alguien me espera, no puedo verlo, pero extiende sus brazos y por primera vez en muchos años, volver a apreciar un abrazo, alguien que no me juzgue por mis acciones, que no me pregunte, solo vea lo genuina que soy sin compasión alguna. A veces sueño con que esa persona es mi madre, tengo terror de pensar que un dia despertare y olvidaré su rostro, como se oía su sonrisa, como se veía cuando cocinaba, como me miraba, trato de recordarla todos los días, pero inevitablemente caigo donde no debo, el día de su muerte, y vuelvo a echarme la culpa.
Yo también tuve la vida en mis manos, tuve la pistola en mi cabeza, tuve el cuchillo en mi muñeca, en mi cuello, pero aquí estamos, más fuerte que nunca, caminando hacia no se donde con un destino incierto, y algo es seguro, me vengaré.
Capítulo 5
En una noche tenebrosa camino por una calle desolada escuchando a una multitud de personas no muy lejos pero estoy desorientada y preocupada, hasta que unos hombres me ven como si fueran perros hambrientos y yo el hueso, mi corazón se detiene y corro con todas mis fuerzas hasta que me quedo sin aire, y los gritos de los hombres se convierten en ladridos, finalmente bajo la luz de la noche tomo mi arma y sin mirar disparo, con rabia y miedo al mismo tiempo pero cuando abro los ojos, mi madre está en el suelo con lágrimas en sus ojos. Despierto. Estoy transpirada con la mirada de los intocables puestos en mí, había olvidado lo que es dormir con personas en una casucha pequeña y todos apretados, desde hace mucho que duermo sola acompañada de mi pistola, temo por que lo haya dicho dormida, aunque al decir verdad no tengo que dar explicaciones.
Salgo con la excusa de estirar el cuerpo y conseguir despabilarme un poco, aquí no necesito guardaespaldas, en este lugar apartado del pueblo y del peligro, en cuanto todo comience deberé alejarme lo más posible de aquí sino yo seré la que traiga el peligro a estas personas, mientras tanto a disfrutar del lindo paisaje.
– Aveces la paz tiene un precio demasiado alto, y ese precio no es la guerra-. Su adversidad es mi gran maestro, nunca está de mi lado, en el fondo de su espíritu se conecta con mi madre. El viejo Pipa se atrevió a mendigar migajas de las sobras de mi comida, frente a mi escuadrón armado que lo apuntaba directo a su cabeza, él no tendrá dinero, ni donde caerse muerto, pero tiene poder y valentía, hace que su voz se escuche, ese mismo día cenó conmigo en la misma mesa con un menú especial y la mejor atención, en esa charla me hizo reflexionar sobre muchas cosas, el es un sabio. No tuve piedad contra él, lo invite por ser digno de su valentía, por tener los huevos suficientes y atreverse a hablar en medio de una guerra. Así tan débil que tiene que caminar con bastón, me regalo algo único, sus consejos, su palabra y su sabiduría.
– ¡Ay viejito! que limitado sería una guerra, esto es mucho más grande. Si no regreso, te quedarás con mis bienes y mi casa-. Soy su madrina desde entonces, desde que cenamos juntos, le obsequie este lugar para que cuide de mis otros intocables, comida y agua no les faltará mientras yo respire, y cuando más perdida me encuentre vendré a buscar de su voz para que me encamine. Su asombro deja ver entre sus párpados arrugados el cálido color de sus ojos miel.- No tienes derecho a cuestionar mis decisiones-. Última amenaza, antes de partir.
Él levanta su mano para alcanzar el sol, danza con sus rayos de luz y luego los coloca en mi rostro, de alguna manera sentí que quería entibiar mi ser, traer un abrigo a tanta frialdad, sin dudas el mayor afecto que tuve. Nose dar abrazos, ni decir palabras bonitas, mi demostración de afecto es no hacerte daño.
No dejo de calcular un segundo, para vivir siempre tienes que tener un plan y mientras más exacto, pues mejor. Miro el sol escondiéndose y mis nervios comienzan a caminar de un lado a otro, esperando la noticia, miro al horizonte cada minuto, y comienzo a recibir las miradas de Edgar, de él no me fío al cien por cien pero me es de gran ayuda. Poco a poco entraré en su mente, tengo algo pensado para el.
– Azim es el nuevo terrorista señora- Me dice la niña a quien mandé a investigar, es de mi confianza, hace bien su trabajo y es bien recompensada. La conocí como «la Santa ladrona», es una experta para escabullirse y no dejarse atrapar por la policía, por suerte yo no lo soy y conozco cada escondite de la ciudad asique fue fácil encontrarla, no voy a mentir, pensé en cortar sus manos pero hay algo de ella que me recuerda a mi cuando era pequeña, ella no suplicó piedad, ella es fuerte, rebelde y así lo será hasta el dia que muera. Le regale la vida.-Es el dueño del edificio y jefe de las armas-. Susurra mirando a Edgar. No la juzgo, tampoco confío en él, básicamente en nadie, pero el primer paso es hacerle creer que si, lo que necesita un hombre es sentirse necesitado y se aferrara a ti buscando ese afecto; se buscar debilidades y por el momento yo seré la suya. El me necesita viva, pero la pregunta es ¿para que?
Ahora me preocupa mantener el dinero, el poder. Aun mi voz sigue siendo ley, y tendré que aprovecharla todo lo que pueda hasta llegar a un lugar seguro. Organizo un vuelo a Suiza, allí tengo una gran cantidad de dinero y contactos, allí soy otra persona, ocupo otra vida, otro nombre, otra personalidad, para ello soy una experta. Tengo que conseguir llegar hay sin pasar de ser percibida, todos me creen muerta.
Estoy demasiado alterada y llena de rabia, necesito matar a alguien, a uno de los malnacidos que me traicionó pero si lo hago Azim y Kalid sospecharan. Tendré que desestresarme con alguien que se cruze en mi camino, necesito aliviarme.
Tomo mi chaqueta con la esperanza de que allá alguien en la calle a estas horas de la noche.
– Necesitas una distracción, ¿pensaste en pintar?-. Dice detrás mío el viejo Pipa, el me conoce más que nadie, y deduce mis intenciones. Siento la ansiedad de la abstinencia, los nervios me ganan y necesito relajarme con el gusto y aroma de la sangre, porque la sensación de ahogo en esta casa me esta envenenando y no puedo esperar hasta mañana.
-¡Ya tengo un hobby, no necesito pintar!-. Contesto algo alterada. A no ser que sea con la sangre de Azim pienso. El silencio inunda la casa.
-¡Matar gente no es un hobby!- Me interrumpe. Nadie tiene el derecho de levantarme la voz pero él es el único que me entiende, este viejo es más que un sabio, es mi consejero, el me hace ver la realidad en la que vivo, el fue mi apoyo y me dio las fuerzas para convertirme en lo que soy ahora, me dio alas para seguir sobreviviendo. Lo miro detalladamente, el no baja su mirada ante la mía, me encuentro con los ojos de todos quien no resisten y bajan sus cabezas. Me exploto en una carcajada y doy un tiro al techo que está por caer, sus paredes arruinadas no se cuánto más podrán aguantar, los gritos que son musica relajante para mis oídos, me calman, hasta que asiento mirando a el viejo Pipa. Su peticion sera concebida. No mataré a nadie, por el momento.
Mis intocables, aun sabiendo que yo los protejo no pueden pegar un ojo después del disparo, en especial Edgar, creo que decidió hacer guardia por si soy sonámbula y comienzo a matar gente entre dormida. Soy temida hasta cuando estoy durmiendo, una leve sonrisa por eso.
Una melodía melancólica escucho antes de despertar. Apenas esta amaneciendo y todos duermen, es el momento para escabullirme y desaparecer de sus vidas, pero no puedo irme sin Edgar, el sabe demasiado de mi y la organización, será mi escudo humano si algo sale mal. Me dirijo sigilosa sin despertar a nadie hasta donde se encuentra Edgar con un cuchillo en su mano y lo despierto con una pistola en el lateral de su cabeza, le digo que haga silencio para escaparnos, sobre todo del viejo Pipa, quien no tardará en regañarme.
Nos encontramos con un auto casi en ruinas, me subo con mucha cautela y desconfianza pero al menos nadie sospechara que La Doña se encuentra dentro de esta pocilga, aunque siempre es bueno prevenir asique nos llenamos de armas hasta que no queman en nuestro cuerpo.
Dicen que nunca estás preparado para matar, ¿estas preparado para torturar?, supongo que al final todos tenemos una gota de veneno en nuestra sangre que está dispuesta hacer lo que sea para enfrentar su instinto de supervivencia. Le pese a quien le pese.
Estando a minutos de llegar al avión preparado para despegar, estallaron los vidrios traseros del auto con balas de la Región islámica, conozco hasta su sonido, que da comienzo a un tiroteo. No aprendí a disparar en un curso con cartones, nadie me enseñó con latas de legumbres, aprendí con personas reales corriendo por sus vidas, observando sus cuerpos desnudos y sus movimientos para escapar, poco a poco fui afinando mi puntería, por lo que con un disparo puedo darte justo en la cien aun con el auto en movimiento, las ametralladoras de alto calibre suenan como la lluvia en una peligrosa tormenta; cuando el auto esta apunto de estallar, saco de uno de mis senos la primera bomba, eso nos da los segundos suficientes para escapar del auto en llamas y correr hacia el avión sin que puedan dispararnos, y antes de partir lanzó la segunda bomba para que no tengan tiempo de derribarnos.
Al estar seguros a mil metros de altura, logramos respirar, pero el fuego hierve por mis venas. Solo hay un culpable.
-¡Eres el único que sabía de esto!-. Grito a Lucas uno de mis guardias, que consideraba leal. Inmediatamente se arrodilla suplicando perdón y misericordia, pero exploto de rabia al pensar por un momento que estaría bailando en mi charco de sangre si todo hubiera salido mal. -¿Sabes lo que le hacemos a los traidores?-. Pregunto sarcásticamente, ya que él siempre estuvo presente en cada castigo de traición. Comienza a llorar y a gritar, besando mis pies, pero lo escupo y rompo su nariz. Pude haber muerto. -Los castigos que presenciaste son una caricia comparado con lo que te voy hacer a ti-.
Edgar cae como una bolsa de cemento, y me acerco buscando su mirada perdida en el techo, hasta que me percato de que está herido de bala en su abdomen, presiono la herida mientras recuerdo cuando el me salvo reiteradas veces, sé que fue por una causa, por alguna razón me necesitaba viva, y yo ahora lo necesito vivo. No tenemos médicos en el avion, asi que tendra que aguantar, le prohibo que hable, que se mueva, quiero que guarde sus energías para la operación de urgencias cuando aterricemos.
Mi mente da vueltas y se ahoga en una copa de vino tinto con un suave gusto a sangre, comienzo a relacionar, hasta llegar a un culpable, Edgar. Él no vino por mi, sino por Khalid y Azim, pero sabía que yo lo traería a su guarida en el medio oriente, soy su único camino para llegar a ellos y detener la bomba que tenemos planeada. Cariño, yo fui la creadora del plan aun sin ellos se muy bien qué hacer. Mantiene al enemigo cerca, entre ceja y ceja. Tengo que averiguar si hay más de ellos, al fin y al cabo un desliz, un tropezón como Edgar pudo reclutar a varios de ellos y están camuflados.
Aquí en Suiza retomo el poder de La Doña, soy quien camina con tacos altos y bombas enzima, este país tiene el aroma de flores quemadas. Me encuentro sentada en un trono de cobre con esculturas de serpiente con mis sirvientes sordos, ciegos y mudos a mi lado a punto de servir mi plato favorito, “Pollo Ayam Cemani”.
Comienzan mis carcajadas incontrolables al ver los ojos de Lucas quien ya perdió las esperanzas de mi perdón, y está arrodillado en el suelo viendo su triste final, quiero que se detenga a imaginar un momento las horribles escenas que se le avecinan y no estará ni cerca de la realidad, río y río, quiero que escuche mi felicidad, me acerco a él con mi vaso de champagne para recordar su rostro por última vez porque cuando salga de aquí lo harán por partes, tomo el cuchillo de mi bota y corto su cara lo suficiente para que derrame una gota de su sangre en mi vaso. Le da el gusto perfecto.
La traición de donde yo vengo es considerado el peor acto del ser humano y es castigado con la amputación de la mano izquierda, y si sobrevives serás repudiado por el pueblo; esto no se compara, porque me haz traicionado a mi y quiero que quede muy claro a los se atreven a hacerlo, así que invite a todos a ver el espectáculo conmigo, mis sirvientes, guardaespaldas, hasta Edgar. Levanto mi mano en señal para que arrojen la comida, es decir, a Lucas a la jaula de leones hambrientos y con el sonido de sus gritos y partes de cuerpos desgarrándose, comienzo a devorar el delicioso menú.
Tal vez perdí una batalla pero la guerra aún no termina, esto es el comienzo de mi regreso, porque yo renazco una y otra vez hasta ser más poderosa que antes, pero dos poderosos se alían o se destruyen, y yo seré la explosión de la destrucción, porque aquí mando yo.
Volveré.
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