Besos Sabor a Marlboro
Mientras el humo nublaba mi vista
y el tequila barato recorría mis venas,
recordaba aquel fulgor que jamás poseí,
ojos llenos de pasión,
sueños en los que me perdía.
Pero no estaba ahí.
Estaba en un túnel
con olor a ti.
Una mujer de carne vacía,
de palabras huecas
y gemidos sin alma.
Me da asco el cigarro,
pero me quedo.
No quiero sentir,
no quiero pensar.
Y ella,
ella ni sabe que lo mismo le pasa,
solo quiere que alguien la toque,
que alguien le diga
que no está rota.
El humo se apaga,
el sabor del Marlboro en mi boca
es tan amargo como su cuerpo,
que me habla de vacíos,
de deseos fugaces,
de mentiras susurradas
entre jadeos.
Me importa una mierda su pareja.
Solo me importa mi cigarro
que se apega a mis dedos
y me deja un olor a fracaso,
a derrota,
a nada.
Ella solo quiere un cuerpo
que le diga que la desea,
aunque sea por un maldito rato.
Y el Marlboro se va consumiendo,
igual que lo hacemos nosotros,
y ni siquiera lo sabemos.

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