Argentina vs Francia

Todos podemos coincidir que, excepto por Messi (y tal vez el Dibu), Argentina tiene «menos» en el 1×1. Pero el pasado 18 de diciembre, por casi 80 minutos, el equipo sudamericano demostró una superioridad absoluta, dejando en evidencia a una Francia irreconocible, completamente distinta a la que había sido durante todo el torneo. 

De ante mano se sabía que Francia iba a jugar al contragolpe, apostando en los pases de Griezmann y velocidad y gran definición de Mbappé. Pero Argentina supo anular todo el mediocampo de Francia, por lo que al 7 del PSG no le llegaba. 

Por esta razón, Didier Deschamps decidió hacer un doble cambio antes de terminar el primer tiempo, apostando que al menos un gol podrían hacer antes de que terminen los primeros 45 minutos. De igual forma, se fueron al descanso con un 2-0 en contra, lo que demostraba que la primera batalla táctica la ganó el joven inexperto que se sienta en el banco argentino. 

El segundo tiempo fue más o menos igual. El banco se siguió moviendo. Francia apostó por muchachos jóvenes, con piernas frescas y rápidas. Argentina no llegó a asentarse post cambios propios y así comenzaron a llegar los goles galos. Se sabe que la que tiene Mbappé, la manda a guardar. Y así fue. 

Llegó el tiempo extra. La nueva media hora de juego parecía mentira e injusta. Pero el fútbol no se trata de justicias, sino de momentos e inteligencia. Francia jugó mal, es verdad, pero al fin de cuentas, su juego se trata de esperar, esperar, esperar… Y esperaron. Cuando tuvieron oportunidades, las aprovecharon. 

En esos dos tiempos de 15 minutos hubo de todo. Dos goles, uno cada uno. Uno con suspenso y el otro de penal. Argentina moviendo la pelota, pero temiendo cada contra francesa. Al final de los últimos minutos del segundo tiempo extra, el Dibu Martínez se vistió de héroe al taparle un increíble mano a mano a Kolo Muani, quien desaprovechó la última que le quedaba para llevarse la deseada copa dorada a París. 

Llegaron los penales. Eso que todo neutral ama ver, pero todo hincha detesta. Especialmente nosotros los argentinos que tuvimos todo tan controlado durante 80 minutos. Mbappé, adentro. Messi, adentro. Llegó el turno de Coman. La acomodó, pero Martínez atajó como él sabe. Dybala, adentro. Le llegó el turno a Tchuaméni. Dibu hizo de las suyas: se la tiró lejos, jugó con su cabeza y el francés la mandó afuera. Dibu bailó en Lusail. Paredes, adentro. Los franceses estaban obligados a meter las dos que les quedaban y necesitaban que Argentina no meta las suyas para poder ir al penal por penal y así aspirar a ganarla. A diferencia de algunos minutos antes, Muani la metió en esta oportunidad. Le tocaba a Montiel, el experto en penales que tiene el Sevilla de España. Y como era de esperar, la metió y Argentina campeón. 

Francia tendrá estrellas y los mejores en cada posición, pero no tiene equipo. Un plantel lleno de internas, dudas si el DT iba a seguir o no, comentarios desafortunados de jugadores que quedaron fuera de convocatoria o desafectados antes de que la gran cita mundialista comience. Todo esto en medio de un mundial. Argentina, por otro lado, tiene jugadores que se complementan. Quizás individualmente no son top 5 mundial, pero cuando todos están sincronizados hacen un equipo top 5 mundial. Todos luchando para el mismo lado. Saben que el escudo está adelante y el número atrás. Saben que juega el que está bien o el que el partido necesita. Saben que todos son titulares y suplentes a la vez. El único fijo es Él. El 10, el capitán. Lío es el común denominador. Todos se subieron a este barco, o Scaloneta, con un fin: que quién tanto le dio al fútbol consiga su tan preciada copa del mundo. Y esta garra y corazón fue la que marcó diferencia ese 18 de diciembre de 2022. Cuando las piernas no daban para más, el sentimiento y los miles de hinchas argentinos empujaron y dieron fuerza para que los 11 en cancha dieran ese plus que se necesitaba por tan sólo unos minutos más para así poder gritar «Argentina campeón». 

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