Como…
Como creía poder hablar de amor,
si ni siquiera me tengo,
si estoy perdido,
si no me entiendo.
¿Cómo puedo decir que te amo?
Como puedo pedirte que no te rindas,
cuando mis mañanas son cementerios,
y en las tardes soy ceniza.
¿Cómo me apoyo?
Si no veo mi mano,
si mis pies están lejos,
si mi cuerpo es fuego.
¿Cómo? ¿Cómo?
Si la hoguera es mi aliento
que ofrece lo ajeno.
Si el alma es algo,
y yo un muerto…
Me han robado
Me han cambiado.
De boca en boca,
mi nombre ya no es mío,
si no de quien lo pronuncia.
Desconozco mi corazón,
en mis venas corre agua,
pero se vive sin vida,
y a oscuras.
Me han robado mi persona
con lo que se imaginan,
porque no estoy seguro
de que ser, cuando se cae en todo.
¿Qué esperas?
-¿Que miras, idiota? – le grité al espejo. ¿Qué buscas? ¡Voltéate y lárgate!
-¿Que no me reconoces? – me preguntó.
Lo miré con desprecio, con odio. Sentí lastima por aquel pobre diablo. Tan miserable, tan cansado. Parecía que la vida lo había consumido. Porque eso es lo que hace la vida cuando te dejas…
-No se quien seas, pero lárgate, que solo hay lastima. -le dije.
-Ya te olvidaste. -me grito. Ya perdiste. Hemos perdido…
Sus ojos reflejaban como un lago. Estaban cargados de irá. La saliva colgaba entre su labio inferior. Solo lloró y me entrego su espalda. En el espejo se veía como se alejaba. Como caminaba hacía un lugar incierto, pero caminaba. No decidió hacia donde, pero cada paso es un minuto, y las horas son más fuertes que los pies. El tiempo no se cansa, ni se desvanece. El tiempo solo corta cabezas, y en este caso acabo con mi vida.
Fue demasiado tarde… porque uno no se reconoce hasta que se pierde. Hasta que su boca produce sangre, y sus abrazos pesan. Ahí supe que no era nada. Que no pertenecía a nada. Que había perdido mi nombre. Que había agotado los pasos.
-Espera. ¡Te conozco! -grité. Espera. ¡Espera!
Mis ojos miraban como me alejaba. A través del espejo iba difuminándose un figura. Los pasos iban dejando el rastro de un avión al morir en el cielo. Las manos estaban caídas.
Ahí entendí que estaba solo. Sin mi aliento, sin alguna verdad, con nada que decir, con todo que pagar. Pero si el tiempo venía a reclamar, yo no podía pagar algo que había entregado desde el primer momento; porque todos eran mis últimos días.
Antes
Antes leía por gusto,
pero ahora lo hago para no olvidarme.
Pero que más da…
Aquí
Aquí no hay nada.
No queda nada.
Antes quedaban voces, y ni siquiera estaban a la simple escucha.
Ahora, ni eso.
No queda nada.
Ni de que quejarse,
ni que festejar.
No hay nada, más que lo mio.
Lo suficiente dirían por ahí.
Pero, ¿En que casos me basto yo?
¿Cuando me lleno?
Si parece ser que mi persona no es fija.
Que se inmuta a ser alguien.
Pareciera ser todos, todo el tiempo.
Eso en que nos deja?
Nos hace algo?
Amor?
Te amo, porque estas ausente,
porque hay tiempo para extrañarte,
porque hay días donde te detesto, y me sabes mal,
porque mi cama no siempre pregunta ¿En donde?,
porque mi mano sabe donde caer.
entiende que te quiero,
porque los ojos te piden,
porque las palabras hieren.
El odio es parte de esto, y por eso estamos.
Porque amar y odiar van de la mano,
porque duelo y dueles,
porque morimos bajo las sabanas,
con el mismo corazón sobre nuestras palmas.
¿De que trata?
Estoy hasta la madre,
de las «putas» y los «putos»,
de las palabras de mierda,
de los silencios que sugieren,
de los estoicos,
del tiempo detrás de un escritorio,
de abrazos con bilis,
de ataduras de mano.
De que mas se puede estar harto,
si se vive para quejarse,
pero escribir solo ayuda un momento,
por eso escribo a diario.
O pasan los días, y apuñalo mi pluma
en una, dos, o tres paginas.
porque leer ayuda,
pero que soluciona.
conozco de algo,
la historia,
la vida,
el tiempo,
la filosofía,
cuentos,
a Sabines,
a Cortázar,
a Bolaño,
pero ni ellos lo encontraron…
Mira para donde se va,
sin escribir una sola hoja,
sin pensar en palabras.
En ambos casos se es nada.
Tierra, el ungüento de la vida,
la manzana podrida de eva,
o las babas del diablo.
Entonces, ¿De que va?
¿Por que…?
No me miras sin razón,
porque me quieras o me ames.
Me miras por algo,
porque algo debo,
porque algo no digo,
porque algo te dices.
Dime que ves en mi,
porque me desconozco,
porque me pierdo.
Aguarda…
No le digas que la amo,
porque es ahí
donde comienza la guerra.
Con nada
¿Qué me llevo?
Si no hay nada.
Cargo el nombre de mi padre, y
en las espalda algunas de sus palabras.
Miro en el espejo, y esta él.
Lo lamento y me abraza.
Le grito y me sienta.
¿Qué más da?
Si mi bondad no es mía;
Es de mi madre.
La cocina y ese amor…
no es nada mío.
Mis libros son lo que no escribo,
y el piso es cama de todos.
Pueden ser las mascaras del clóset.
O las mentiras que cuento,
o ¿por que no?
los dolores.
¿Qué más me llevo?
Hipocresías
Esperan uno como ellos.
Que solo acepte,
que no pregunte,
uno más.
Pero cuando aceptas,
te dejas,
y cuando gritas,
te revelas.
¿Qué se hace con la mente necia?
No se le convence,
porque no hay necio más grande que uno.
Por eso tantas angustias…
Por eso tanto infeliz
escupiendo a quien puede.
Por eso tanto idiota, convencido en el silencio.
Pero no debo dar explicaciones,
porque mi cuerpo es mio,
porque la mente es nuestra.
No se para donde voy,
pero tomo en cuenta a donde no quiero caer.
Firma
Hoy un idiota leyó mi firma.
Como si fuera posible…
La J me decía inestable,
la inclinación me condenaba a ser débil.
La O inconclusa como todo en mi.
La T con tanto espacio,
como para las inseguridades,
la letra pequeña, como yo ante todos.
Si no coloco un punto, no tengo los huevos,
pero si aplano demasiado, puedo ser cobarde.
Que estupidez,
pero el idiota tiene razón.
…
Estoy perdiendo mi sombra…
¿Puedes verla?
Mírame y busca en el piso.
Dime que ves… porque no lo noto.
Cuando camino, el corre,
cuando solo lloro, el escribe,
y cuando escribo, es porque el ya compuso.
Y cada que me alejo, el quiebra los lápices.
Y cada que me hago sordo, el termina llorando.
Es por eso que algunos días solo se va.
Se en que calles buscarlo,
en que páginas anda metido,
los cafés que toma,
a quienes mira,
que piensa.
Pero, ¿Puedo confiar en la sombra?
Que lindo día
Cuando no aguanto el día y veo como ríes a mis espaldas,
al leer y sentirte en la cama,
cuando tu pierna busca la mía y
tu cabeza cae en mi hombro.
Cuando hay silencio entre los dos,
cuando eres libre de irte, pero decides quedarte.
Sobre fingir
Arranca las hojas de las libretas.
Amontónalas en la esquina o sobre la cama.
Hay que fingir que escribes…
Ya sea el poema de hace un año,
las cartas que no te atreves a dar,
las novelas empezadas,
o la mierda de cuento que tomaste por buena idea.
Perdóname
Por que nos veo viejos, y tristes,
por no habernos atrevido a vivir como mandábamos,
por no querer arriesgar la riqueza de mierda,
por permanecer pobre en el alma,
por morirme entre mis anhelos,
por no luchar.
Vigílame.
Escúchame, tu que puedes hacerlo,
tu que estas a tiempo.
Tu ya tienes nombre.
No dejes que las bocas te lleven.
Por favor… no nades en salivas ajenas.
No seas lo que se espera,
no encuentres lo que otros buscan.
Si tienes tiempo, muérete.
si puedes dejarte, olvídate.
Es mejor vivir en tu inmundicia,
entre tus sueños rotos,
a fingir vivir entre la muerte,
entre lo insignificante,
a través de los ojos de alguien
que no eres tu.
No seas cobarde, Jaime.
Atrévete,
que al final la muerte
nos declara la derrota.
Hay algo
Veo algo en mi rostro,
adherido a mis ojos.
Hay pintura que me cubre la frente.
El lienzo se va agotando.
Hay humo dentro la boca,
los dedos se deshacen,
y el cuerpo intacto.
Hay algo…
Algo no me permite verme.
Me miró, pero omito detalles;
como que no respiro,
como que permanezco.
Hay algo…
entre las brochas,
que no me deja escribir como quisiera…
.
No lo entiendes, ¿Cierto?
Voltea a tu alrededor.
Mira tu café.
Las pequeñas burbujas ¿Las ves?
Ellas se van agotando,
una a una,
pero después de ahí,
¿Qué más hay?
Nada. Se van. Se acabo.
Esos son nuestros segundos.
Nuestro tiempo es esa espuma, que pareciera ser brumosa,
pero en realidad apenas miras atrás y el café esta frío e inservible.
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