Siempre he vivido en esta ciudad, de mis 45 años y de mis muchas experiencias tanto en el puerto como en el extranjero, rara vez he considerado que he vivido situaciones de peligro o de absoluta incomprensión; era y aún lo soy, un fiel creyente en que varios de los sucesos que la gente tiende a llamar paranormales tienen una explicación científica suficiente, nuestro intelecto racional y nuestra intuición investigativa, son suficientes para que ciertos sucesos o anomalías, como bien puede ser una anomalía climática, puedan ser contestados de forma asertiva e incluso predictiva, lo mismo el comportamiento salvaje de un animal o la elasticidad de los materiales ante situaciones de esfuerzo, pero lo que viví una tarde de invierno de 1996, es algo que aún no puedo explicar y por mas que me he aventurado a buscar soluciones lógicas, estas simplemente sucumben ante la materialidad de los hechos, y la experiencia compartida con los lugareños.
Pues bien, una tarde tuve que dirigirme a las afueras de la ciudad de Placilla, por aquella época era un simple pueblo rodeado de bosques de pinos, todo con el fin de comprar un terreno para construir una casa, teníamos el auto, así que viajar de Placilla a Valparaíso no sería difícil y a la vez disfrutaríamos de una vida tranquila, alejada de la ciudad. En aquella oportunidad, me puse en contacto con el vendedor quien decía ser el dueño, un hombre de tez morena, quien parecía encontrarse entre apurado y asustado, el precio era ridículamente bajo, y a él parecía no interesarle vender algo que valía por lo bajo el doble de lo que estaba pidiendo, acordamos el precio y al día siguiente hicimos la compraventa y la inscripción, todo iba bien, construíamos la casa, pero lo llamativo era que siempre a 500 o un poco mas de metros, en la noche dos luces rojas merodeaban por el bosque, las luces al comienzo las confundí con patrullas de carabineros, pero mi error era por lo bajo inocente.
Ya asentados en el hogar, una noche aquellas luces se posaron en la puerta de la entrada de mi casa, pareciera como si intentasen observar sin entrar, para luego desaparecer, no es de extrañar que tal circunstancia me inquietó, e intentaba darle una respuesta lógica, pensando que eran ladrones, en la segunda noche ya estaba preparado, tenía un arma conmigo y cuando las luces aparecieron, salí lentamente por la puerta de atrás, con el cañón en mano dispuesto a enfrentarme a los supuestos ladrones, pero cuando me dispuse a saltar sobre ellos y apuntar con mi arma, solo vi dos luces rojas, que en el centro de ellas pareciera haber una forma humana, del puro miedo pegué un grito y un tiro, pero este solo los atravesó sin causar daño alguno, aquellos…seres, si es que puedo llamarlos así, pues carecían de cuerpo como lo conocemos, pareciera que solo me observaban, interesados en saber que iba a hacer, al final estos desaparecieron, como si de magia fuese. Nunca más los vi, pero sé por vecinos que no fui el único en ese año, en ese mes, que vio aquellas apariciones, pues lo que estaba parado afuera de mi puerta, no era humano, y quizá ni de este planeta.
FIN
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