Anja The Queen Of Madness

Anja The Queen Of Madness

SINOPSIS

No le temo a nada ni nadie; el mundo el completamente mio. No hay mujer que me envenene con su mirada u hombre que no caiga en mis redes. Soy fría,malvada y oscura como la noche más profunda. No me importan los medios sino lo que se obtiene de ello; nada me parece lo suficientemente bueno.

No hay reglas en mi mundo, porque el mundo es solo mío.

Y lo que se me antoja lo tomo sin más.

PRÓLOGO

El olor a sangre por la mañana era excitante y me ponía de buen humor. Mi castillo se alzaba en lo alto de las montañas pudiéndose ver el mar con total esplendor.

Vivía sola pero no dormía nunca sola; siempre tomaba alguna víctima desventurada que paseaba solo por las calles o bien que estaba en alguna barra de un bar tomando unos cuantos tragos. Mis dotes de seducción estaban muy perfeccionadas y nunca fallaban ante nadie.

El mundo estaba bajo mis pies; no había enemigos que pudieran conmigo. Me consideraban la jefa; la guardiana de los vampiros. He convertido a cientos de ellos confiriéndoles una nueva existencia y unos nuevos poderes.

Era el comienzo de otro día lleno de cosas maravillosas que hacer. Como guardiana de los vampiros, recibía visitas de muchos de ellos de altas sociedades que querían hacer negocios conmigo. Hoy tenía prevista la visita de Lord Trinitus, mi mano derecha.

Me puse la bata y caminé hasta el gran comedor donde recibía a las visitas. Al entrar me percaté de su estado de nerviosismo.

-Mi señora, le traigo nuevas que me han llegado de fuentes fidedignas.

-Habla Trinitus; déjate de misterios-Le dije mostrando mi cara plagada de aburrimiento.

-Mi señora Anja, criaturas mágicas que pensábamos extintas has vuelto a aparecer.

Pegué un golpe a la mesa y me enfurecí, ¿Cómo era posible? ¡La única raza poderosa que debía quedar en pie eran los vampiros!

-¿Para qué me tomo la molestia de elegir a mis mejores hombres para exterminar a las demás criaturas mágicas si luego dejan algunas en pie? ¿Se puede saber por qué no hacéis bien vuestro trabajo?

-Mi señora han hecho lo que han podido; esas criaturas son realmente escurridizas.

Lo miré con detenimiento mientras que caminaba a su alrededor con un paso lento y contoneante. Tomé a Trinitus de la camisa y lo alcé en el aire.

-Tómate esto como una advertencia que debes de proclamar a los cuatro vientos a mis hombres; quiero muertas a todas las malditas criaturas mágicas que no sean vampiros, me da igual si son bebés, niños viejos u adultos; los quiero a todos muertos. El poder no se comparte. Espero que hagáis un buen trabajo sino me encargaré personalmente de destriparos y colgaros de las ventanas de mi castillo, ¿Quedó todo claro?, Ahora lárgate que deseo comer.

Trinitus hizo mil y una reverencias antes de salir del castillo. Yo me senté en mi trono tocando la campana para que mis sirvientes entraran a la sala.

Sonreí con mis colmillos visiblemente largos y mi mirada teñida de rojo.

-Traedme a dos hombres y cerrad las puertas.

CAPÍTULO 1

Cuando terminé de mi almuerzo matutino decidí que era hora de visitar al oráculo. Era un simple humano que había sido bendecido por los dioses confiriéndole la capacidad de ver lo que otros no ven. En mi mundo no solo las criaturas mágicas tenían poderes; algunos humanos nacían con ciertas capacidades especiales. Aquellos humanos que yo sabía que tenían ciertos poderes útiles, los traía a mi castillo ofreciéndoles un techo y protección a cambio de sus servicios. Jamás me alimentaba de esos humanos; era un acuerdo que llegaba con ellos, ni yo ni nadie los tocarían.

Halldora era una humana poderosa y fuerte cuya mente era inquebrantable y no podía verse ni un solo pensamiento atravesar su cabeza. Su mente estaba blindada y protegida con la mayor de las magias la cual era imposible de romper.

Caminaba hacia su habitación con el semblante histérico ante la noticia de Trinitus. Ahora habría una guerra para matarme y que una de las especies reinara sobre el resto. Mi trono era ahora el objetivo de todos pero yo no era débil y sabía rodearme de los mejores guerreros.

Llevaba 700 años en la tierra y conocía como la palma de la mano a los humanos y su forma de actuar. También aprendí mucho sobre las criaturas mágicas y como saber si con un simple gesto mentían o tenían intención de traicionarme.

Mi intuición no fallaba nunca; siempre estaba en lo cierto cuando una sensación me atravesaba el pecho. Halldora iba a proporcionarme una visión con la que poder estar preparada ante los ataques de mis enemigos.

Toqué suavemente la puerta, escuchando sus pasos descalzas por el cuarto. Al abrir, su cara amable se suavizó aún más cuando me vio:

-Buenos días mi señora, ¿Qué la trae a mis humildes aposentos?

-Necesito tu ayuda Halldora; los enemigos han vuelto a aparecer. Pensaba que habíamos exterminado a todas las especies mágicas, pero parece ser que han aparecido más. Necesito saber más.

Ella me hizo una reverencia y abrió más la puerta permitiéndome entrar.

Caminamos hasta el pequeño altar de madera que se encontraba al fondo de la habitación. Encima de éste, un plato de plata ligeramente hondo estaba lleno de agua. Ella se puso frente a él alzando las manos hacia el techo mirando el agua que contenía ese recipiente.

-Vientos del día, susurros de la noche, dejadme contemplar vuestros secretos. Dejadme ver lo que deseo saber.

Yo la miraba atenta, viendo como poco a poco dentro del agua se reflejaba una imagen. Era un pequeño grupo de elfos que se habían asentado en alguna de los cientos de bosques que hay en estas tierras. Estaban levantando campamentos con la intención de quedarse allí. De entre todos los elfos que había, hubo uno que me llamó especialmente la atención. Los elfos suelen ser criaturas de aspecto delicado, de tez muy pálida y cabellos más bien claros, pero aquel hombre no parecía ser un elfo, ¿Qué estaban tramando?

-Mi señora, ese es ValdimarLane, un poderoso brujo que está ayudando a los elfos.

-¿Y se puede saber por qué lo hace?-Le pregunté con curiosidad.

-Quizás piensen que con él la victoria está asegurada mi señora; él es el último de los brujos que quedan en pie. Ellos saben que es un aliado excelente y que sabrá gobernar de forma adecuada.

Comencé a reírme suavemente, ¿Él quitarme el trono a mí?

Sobre mi cadáver…

-Tenga cuidado mi señora; las cosas a veces no son tan fáciles. A veces luchar es más difícil de lo que una se piensa. A veces tienes que vencerte a ti misma primero antes de blandir la espada.

-Créeme Halldora, soy implacable con mis enemigos.

-A veces de entre todos los enemigos surge uno que pueda ser la horma de tu zapato y hacerte pasar un mal trago.

-¿Qué quieres decir, Halldora?

-No es la primera vez que veo el rostro de este joven en las aguas de la sabiduría. Tengo la sensación de que es alguien importante, alguien que quizás no es un enemigo sino un aliado.

Di un paso atrás mirando a Halldora con cara de sorpresa, ¿Había perdido el juicio?

-Si lo sabías, ¿Por qué no me lo dijiste?-Le espeté enfadada.

-Por qué no puedo dar información sin saber exactamente si lo que he visto tiene o no fundamento para temer. Algo me dice que él no es peligroso.

-¿Bromeas? ¡Quiere arrebatarme el trono!

-Eso es lo que tú crees; quizás solo deseen vivir en paz, mi señora. Quizás quiera compartir el trono contigo y tener una tregua de paz.

-No hay lugar para las demás criaturas mágicas excepto vampiros y humanos; nadie más….-Dije poniendo las manos sobre el altar acercándome más a Halldora de forma intimidante.

-Olvida lo que sucedió con tus padres Anja, en la guerra todos son enemigos, no debes de meter a todas las criaturas mágicas en el mismo saco.

-¡Esos monstruos se revelaron y mataron a mis padres! ¡Violaron a mi madre miles de veces mientras que mi padre miraba y era torturado!¡Mataron a todos mis sirvientes, sólo quedé yo!

-Fue una rebelión Anja; no culpes al resto de esos actos tan malvados e imperdonables.

Limpié mis lágrimas con la palma de mi mano con el corazón oprimido por los recuerdos y miré de nuevo a Halldora.

-Averigua dónde está ese asentamiento; no me gustaría prescindir de ti, siempre fuiste una amiga fiel.

-Si así lo deseas, así lo haré-Dijo bajando la cabeza en señal de rendición y reverencia.

Entonces abandoné la habitación con una determinación de hierro. Todos perecerían bajo mi mano y esta vez para siempre.

CAPÍTULO 2

Me encontraba en el campamento que comenzábamos a erigir con el esfuerzo de todos. Había podido salvar a unos cuantos elfos de las garras de aquella arpía que decía ser mujer. Mis sentidos mágicos estaban alerta para intentar localizar a más criaturas que se encontraran por la zona. El castillo de aquella mujer se erigía en lo alto de la más alta montaña, como si pretendiese que todo el mundo admirase el poder tan enorme que tenía. A mí no me impresionaba; siempre había odiado a ese tipo de personas que hace lo que sea para llegar a lo más alto.

Siempre he vivido bajo el techo de las estrellas, meciéndome con el viento y despertando con los rayos del sol del primer día.

De entre todos mis grandes amigos, estaba mi fiel mano derecha Helain Briangel, un elfo realmente alegre y desenfadado que se dedicaba más a ver el trasero de las mujeres moverse que a poner un solo ladrillo.

-Helain amigo, si seguimos tu ritmo de trabajo no tendremos casa ni en 20 milenios-Exasperé profundamente al ver que los ojos de mi amigo miraban una y otra vez a las pobres mujeres que intentaban ayudar con su labor.

-Oh vamos Valdimar, yo sé hacer dos cosas a la vez.

-Sí pero tu rendimiento es francamente pésimo.

Helain comenzó a reírse mientras que se encargaba de levantar las tiendas de campaña que serían nuestra vivienda provisional hasta construir nuestro asentamiento definitivo.

-Amigo, deberías de encontrar una buena hembra con la que divertirte de vez en cuando; no está de más echar una cana al aire.

-Tú no echas canas al aire sino todo tu cabello, viejo amigo.

Comenzamos a reírnos con fuerza a pesar de las circunstancias. Aquella mujer era un peligro sobre todo para un brujo como yo. Técnicamente éramos enemigos por naturaleza aunque yo nunca me había regido por esas jerarquías. Esa mujer la odiaba no por ser vampira sino por ser una mala pécora de lengua envenenada.

-¿Sabes?, dicen que la señorita Anja es una belleza sin parangón.

-Y también una furcia de cuidado con malas intenciones-Dije con la voz envenenada de ira.

-¡Oh vamos amigo!, en la cama solo importa el género y la belleza, el resto es secundario.

-Yo jamás me acostaría con una mujer de negro corazón; aunque solo fuera una noche.

-Ah amigo mío; tú y tu virtud…tu conciencia va a hacer que no disfrutes de los placeres de la vida-Dijo emitiendo un largo suspiro indicando que lo exasperaba profundamente.

-Tu despreocupación va a hacer que pierdas tu vida.

-Creo a partir de ahora voy a tener que llamarte papá Valdimar-Dijo entre molestas risas.

-Ni se te ocurra, yo nunca tendría un hijo como tú; mis genes son realmente buenos-Dije con una mueca de chulería.

-¡Oh vamos dejad de hacer el maldito pavo y trabajad perros holgazanes!

Y ahí estaba Belladona Harris, una petarda de cuidado a la que tanto Helaín como yo adorábamos como si fuera nuestra hermana pequeña. Solo contaba con 18 años pero tenía el mal humor de una señora de 70 años. Ella era la que siempre mandaba a todo el mundo y su carácter era lo opuesto a un elfo normal y corriente. Era nerviosa, gruñona, gritona y maleducada; un torrente de energía que desbordaba los sentidos de cualquiera.

Los hombres se lanzaban literalmente a sus brazos pero ella los apartaba de una patada como si de la peste se tratara. Verla despachara toda esa fila de hombres era un verdadero espectáculo que siempre me permitía ver.

Habíamos reunido unos 20 elfos que se hallaban escondidos por el bosque como si de camaleones se tratasen. Gracias a mi sexto sentido y a mi reputación de buen corazón, pude reunirlos a todos pero intuía que había más criaturas alrededor.

Belladona se acercó a mí con cara preocupada.

-Valdimar, uno de nosotros cree haber divisado a unas sirenas. Si eso es así, debemos de intentar que salgan del agua porque si no correrán peligro

-Eso no supone un problema, tengo varios hechizos que pueden servir al menos para que sean humanos durante un tiempo. ¿Donde las habéis visto?

-Dicen que esta mañana cuando han ido a la playa han visto a una que nadaba despreocupadamente por la orilla. Al ver que había alguien que la miraba, se ha escondido y ya no volvió a salir.

-Entonces tengo que intentarlo yo; creo que podré conseguirlo si dialogo con ella y le hago entrar en razón. Con esa arpía en el poder, todos estamos en peligro.

-Tengo ganas de atravesar ese corazón podrido que tiene-Dijo Belladona con asco.

-Intentaremos agotar la via diplomática; odio derramar sangre innecesariamente.

-No estarás hablando en serio Valdimar… ¡Con esa mujer no hay acuerdo que valga!

-Debo de intentarlo; de seguro que hay algo con la que la puedo amenazar y tengo que ceder a un acuerdo.

-¡Si vas a ese castillo acabarás en una estaca!

-Me estás subestimando Belladona; soy un contrincante digno de ella-Le dije con una sonrisa descarada que mostraba mi gran confianza.

-Lo que tu digas…espero que no la palmes porque el negro me sienta fatal-Y entonces se marchó a seguir mandando al resto de los elfos las diferentes tareas que debían desempeñar.

Helain se me acercó sigilosamente y sabía que era lo que iba a decirme:

-Valdimar, aunque me fastidie admitirlo, Belladona tiene razón; si vas serás un brujo muerto.

-No te preocupes amigo, estoy pensando en un plan para que esa mujer ceda y al menos compartamos el poder. Necesito hacerla cambiar de opinión y repoblar las especies mágicas; debe de haber algo con la que la pueda dejar atrapada y que acepte el trato…

-Bueno…quizás yo tenga una idea pero no sé yo..

Miré a Helaín de forma intrigante,¿Él sabía algo que yo no?¿Qué me ocultaba?

-Digamos que hay una mujer en ese castillo que es el oráculo de Anja. Es una belleza como no hay otra y ella sabe todos los secretos de aquella arpía. Quizás si logramos ponerla de nuestro lado, ella puedo ayudarnos a saber más sus puntos débiles y sus secretos.

-Por una vez en tu vida, tu lado seductor puede salvarnos.

-Amigo mío, ¿Qué decirte?,¡Soy la bomba!

CAPÍTULO 3

HALLDORA

Cuando mi señora se fue respiré con cierto alivio al no preguntarme más sobre el joven Valdimar. Mis sueños o premoniciones en el reflejo de las aguas siempre me indicaban con absoluta claridad el destino de la persona por quien pregunto.

Cada vez que menciono a Anja, el joven Valdimar aparece en el reflejo demostrándome que aquel joven lejos de ser una amenaza era un aliado.

El caso del asesinato de los padres de Anja era aún un misterio. Mis antiguos señores fueron asesinados por un grupo de criaturas mágicas que salieron de las mazmorras del castillo. Lo más extraño es que nadie puede salir de ahí ya que en aquella zona ni siquiera podía realizarse magia.

Varios de los más poderosos vampiros custodiaban aquellas mazmorras de forma permanente las 24 horas del día, por lo que el escape de aquellas criaturas aún seguía siendo un misterio.

Intenté mirar una y otra vez en las aguas pero no me devolvían reflejo alguno, como si alguien hubiera bloqueado esa visión. Cada vez más pensaba que Anja tenía un enemigo real que iba a por ella y por su poder. Tenía que convencerla de buscar ayuda para combatir a un mal que ahora era invisible pero que podía atacarnos de un momento a otro.

Ella confiaba en mí por lo que ella no debía de pensar que iba a traicionarla; debía presentarle pruebas más que sólidas para convencerla. Debía encontrar a alguien con mayor poder que yo que me ayudara a saber qué había pasado en las mazmorras.

Mi mente de pronto viajó en el recuerdo, al pasado cuando yo era una simple adolescente que vendía remedios naturales en un pequeño puesto a cambio de unas monedas. Trabajaba para mi madrastra ya que mi padre se había casado al poco después de morir con mi madre con una mujer de dudosa reputación. Aprovechó la benevolencia de mi padre y comenzó a ganar dinero a mi costa, explotándome como si fuera una vulgar mula de campo.

Una mañana como otra cualquiera una aparición tan nítida como la luz del sol se me apareció anunciando como una especie de profecía, la que sería mi vida a partir de ese momento:

«Una guerra será iniciada por un corazón partido por la pena y movido por la niebla. Sus ojos rojos como cerezas y dientes como dagas confieren al guerrero una apariencia siniestra que usará contra sus enemigos. Tú serás su escudo y sus ojos; la luz que lo guiará hasta la victoria. Enlaza sabiamente tus palabras y el mal será vencido»

Al poco tiempo de aquella revelación, Anja dio conmigo en aquel mercado donde trabajaba, ofreciéndome su casa a cambio de mi trabajo. Nunca imaginé que el trabajo para el que me contrató era para ser su oráculo personal.

Cada año, el número de humanos con habilidades especiales eran escogidos por Anja. A pesar de tener infinito odio por las criaturas mágicas, a los humanos no nos tocaba aunque fuéramos un tanto diferentes. Nos respetaba y no nos veía solo como comida; nos veía como aliados porque nunca los humanos les habían hecho daño.

Todos nosotros disfrutábamos de una posición privilegiada y nos respetaban allá donde fuéramos. Desde entonces, no he vuelto a ver a mi familia, pero admito que es algo que no necesito hacer. No deseo levantar heridas ya cerradas.

A pesar de todo yo le profesaba un enorme cariño a esa mujer de reputación tan sanguinaria y carente de benevolencia. Deseaba ayudarla no a matar a personas que ella consideraba enemigos o potencialmente peligrosos para ella sino a curarse de ese odio que cada vez más la envenenaba.

Sus ansias de sangre eran casi ilimitadas. Nunca mataba a sus víctimas ya que respeta la vida humana, pero los deja siempre muy debilitados e incluso a veces los convierte. Muchos de ellos son sus amantes, teniendo un harén de hombres tan grande que ni siquiera ella lleva la cuenta de todos los que hay.

Muchos hombres pasar entre sus piernas pero ninguno por su corazón, que aunque todo el mundo lo veo negro como el carbón, tiene un tenue destello de bondad tapado entre toda esa frialdad e indiferencia. Deseo el dia en el que llegue el elegido, el que hará que abra sus ojos cubiertos por la niebla del pasado y se dé cuenta de la verdad, del camino que debe seguir.

Temo que llegue el día en el que ella se dé cuenta de todo lo que ha hecho y en lo que se ha convertido. Solo tenía una opción para poder lograrlo y era aliarme con aquel hombre que sale siempre en mis visiones de Anja; VladimarLane era la clave de todo y yo lo sabía.

No podía salir del castillo ya que ella notaría el olor de las otras criaturas por lo que me delataría y sufriría las consecuencias. Si ocasionaba el más mínimo error y traicionaba su confianza no me lo perdonaría jamás; con ella la confianza una vez perdida jamás se recupera.

Entonces pensé en recurrir a los sueños. Pensé en comunicarme con el mediante sueños para explicarle la situación y averiguar más acerca de sus intenciones. Estaba segura que su ayuda nos sería muy beneficiosa; Valdimar era el mejor y único brujo que quedaba en pie. Cualquier pista que quedara entre las paredes de la mazmorra él lo sabría; él nos llevaría a la victoria, nos llevaría a la verdadera paz.

Era la única oportunidad que teníamos para evitar que todas las criaturas mágicas perecieran hasta extinguirse. Estos últimos días lo más difícil de todo era no desvelar en mis visiones las localizaciones que descubrí de sirenas no muy lejos de aquí, imploraba al cielo por un poco de paz y sabiduría. Esperaba que aquel sueño resultara en un buen acuerdo.

CAPÍTULO 4

VALDIMAR

Estaba anocheciendo por lo que la búsqueda de las sirenas se pospuso hasta la mañana siguiente. La zona donde estábamos asentados era peligrosa por la noche y más por culpa de aquella vampira tan malévola y sedienta de sangre. A pesar de las múltiples medidas de seguridad que teníamos, cualquier simple error nos podía costar la vida a todos.

Teníamos un horario en el que podíamos salir del campamento y nunca solos; mínimo siempre en grupos de cuatro. Teníamos un límite que nunca se cruzaba por estar cerca del castillo de aquella mujer tan peligrosa y ofensiva.

La única raza que pudimos salvar de momento eran los elfos, aunque ha habido un avistamiento de sirenas. Poco a poco el mundo mágico se estaba desmoronando cada vez más, temiendo el día en el que ninguno existamos.

En cuanto a los elfos que habíamos podido salvar, algunos de ellos poseían una habilidad inusitada en esa raza. Aunque todos los elfos tenían diferentes habilidades extraordinarias, la invisibilidad era realmente extraña y rara vez se daba. Gracias a ello por la noche, aquellos que poseían ese don, levantaban unas murallas capaces de volver invisible nuestro asentamiento además de que impedían que nos detectaran por el olor o el sonido; estábamos protegidos por una burbuja protectora donde era imposible ser vistos.

Entonces, aquellos que levantaban dichas murallas, se quedaban toda la noche despiertos para mantenerlas en pie, durmiendo el resto del día para reponer fuerzas. Gracias a ese magnífico don, muchas de las criaturas mágicas habían sido salvadas.

De entre todas las ninfas que habíamos salvado, una de ellas estaba embarazada y además de un hombre lobo. Su pareja no pudimos encontrarla pero al menos con nosotros ella estaría a salvo y podría dar a luz con total seguridad.

Si el niño nacía como hombre lobo podía repoblar la especie ya que, hasta ahora se cree que los hombres lobo se han extinguido. La ninfa parecía ser una adolescente pero esa raza se caracterizaba, entre otras cosas, en una apariencia de no más de 20 años aunque su edad casi siempre era de unos cientos de años.

Lo más sorprendente es que Helain el eterno ligón del grupo, le había tomado un cariño especial a esa ninfa. Se preocupaba constantemente por la comodidad y felicidad de aquella mujer casi como si fuera su hermana y en ningún momento intentó algo más con ella. Era una amistad pura sin trasfondos oscuros u ambiguos. Su eterna sonrisa conquistadora se quedaba reducida a una sonrisa tierna cuando esa chica estaba pululando cerca de nosotros, calmando su incesante chorro de feromonas que siempre lanzaba a las féminas.

Sentía que quizás su instinto paternal había salido a la luz siendo ese el motivo de su suave carácter delante de aquella ninfa. A pesar de conocernos un tiempo, no sabía de dónde provenía o qué tipo de familia tenía. Sus rasgos, totalmente diferentes a los elfos normales, siempre me tuvieron desconcertado pero siempre que preguntaba por el tema la respuesta siempre era la misma: «simplemente soy el elfo más guapo, soy como una deidad»

Nunca se tomaba en serio el tema, lo que me hacía sospechar que era su forma de defenderse y no mostrar debilidad. Pero a pesar de cómo se mostraba, era un gran amigo y siempre había odiado juzgar a los demás, sobretodo porque todos tenemos espinas difíciles de confesar.

Tenía la esperanza en que llegara un día y confiara plenamente en mí aunque, según él, ponía la mano en el fuego por mí pero yo sabía que no. Recordemos que soy un brujo con altas capacidades y gran sensibilidad; detecto cosas que otros son incapaces de percibir.

A Belladona la conozco menos tiempo ya que fue la última de las ninfas que pudimos salvar en aquella redada de vampiros en las que pudimos salvarla solo a ella. A pesar de la gran fortaleza de los vampiros mandados bajo la mano de Anja, de un simple hechizo los convertí en cenizas. Aún seguía sonriendo al pensar en su enfado o molestia cuando se enteró de lo que hice con su pequeño ejército.

El día en el que aquella arpía de mujer y yo nos encontrásemos, juraría destrozarla con mis propias manos; era lo que más deseaba en este mundo. Quería acabar con el poder de aquella Destructora, de aquel demonio cuyo rostro estaba seguro que era maquiavélico y realmente horrible. Estaba seguro que su fealdad no iba solo por dentro…

Tras ofrecerle un plato de comida y agua fresca a la ninfa embarazada, Helaín se me acercó con una expresión preocupada. Las preguntas no dudaron en salir de mi boca:

-¿Qué ocurre? ¿Malas noticias?

-Digamos que quizá hay algo que no va bien o al menos no del todo. Quizás me preocupo demasiado pero no sé…no puedo evitarlo-Dijo con un tono de voz nervioso e intrigante mientras bebía un sorbo de agua de su vaso.

-Vamos cuéntame-Le dije poniendo mi mano en su hombro en señal de apoyo.

-Es Anette; el bebé lleva unos días que se mueve poco, mucho menos que de costumbre y eso la tiene muy preocupada y a mí también.

-Quizás no sea nada, recuerda que últimamente ha tenido mucho estrés y eso puede haber afectado al bebé. No te preocupes, mañana buscaré unas hierbas y prepararé un remedio reconstituyente para restaurar fuerzas. Verás como pronto estará bien.

Helaín sonrió agradecido mirando al fuego de la hoguera visiblemente más aliviado. Se levantó para marcharse a la tienda de campaña y así poder descansar dirigiéndome unas palabras amables:

-Siempre supe que eras un buen hombre,Valdimar.

Entonces me quedé solo enfrascado en mis pensamientos delante de aquella fogata crepitando bajo el amparo de las estrellas tintineantes. Quedándome solo en la inmensidad de la noche mi cabeza trabajaba a toda velocidad sin importar el cansancio que afectaba a mis entumecidos músculos. Eché un último vistazo a aquellos tres elfos que estaban con los ojos cerrados, sentados sobre sus rodillas y la cabeza levantada al cielo. Realmente éramos afortunados por contar con aliados de semejante calibre.

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