Anhelos inauditos.

La aurora del deseo fulminó cada pétalo de amores perdidos. La fila era inmensa, todas anhelaban lo mismo que yo; su sonrisa era un diamante que deslumbraba frente a mí en su máxima plenitud, sus ojos eran dos perlas azules que me hipnotizaban y su mirada era un espléndido camino que me conducía a un universo alterno donde agarrada su mano y sentía su alta cercanía con mi cuerpo; No fue amor lo que sentí, fue deseo, un enorme deseo que me hacía estremeser cuando se encontraba caminando cerca mío. Después de tanto anhelo pude por fin reparar de cerca cada divina facción de su rostro, se encontraba frente a mí por primera vez en un momento perpetuamente perfecto, al tocar por primera vez sus rosados labios me enteré, me había enamorado de una mujer.

-Cg.

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