Sentía que todo estaba perdido, sentía como el frio y el miedo me acompañaban durante mis noches, intente sacarlo de mi mente, pero siempre estaba a mi lado, agarrando mi mano e invitándome a estar triste.
Pero un día, se presentó ante mí, la angustia temible que me obligaba a comer las uñas y a sentir mucho dolor, con un color opaco estuvo tan cerca que sentí casi morir, cerré mis ojos por un instante, puse la mirada hacia el frente y me abracé fuerte frente al espejo, tan aferrada como si este fuese mi única esperanza de sobrevivir. Al despertar todo estaba muy claro, un sol radiante brillaba en mi ventana, alumbraba mis ojos y me invitaba disfrutarlo. Ese día en la madrugada comprendí que lo único que necesitaba era encontrar la paz en mi alma.
Erica López
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