Noviembre en Dublín, su mirada le saca del frío helador para conducirla al otoño más cálido.

Èl es de Guadalajara (México), ella de Guadalajara (España). Quizá en esa nimia casualidad empezó todo.

Viven una noche que bien podría valer por una vida entera. ¿Cómo es posible crear una conexión tan brutal y exagerada en solo unas horas? La respuesta podría ser simple, los flechazos y amores de película a veces se hacen reales, y las personas que los experimentan son las màs afortunadas o paradójicamente las más desgraciadas ya que sentimientos tan abruptos suelen llevar al límite y nos convierten en animales nada racionales que se mueven por un instinto primario de satisfacción y placer.

Ella ahora no lo sabe, pero esta destinada a sufrir y a llorar un océano, él mismo que separa a las dos Guadalajaras y el que pondrá distancia a dicho amor.

Pero ahora sigue haciendo calor en el frío Dublín…

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