Empiezos
De
apreciada carcajada, de míros y regresos
llevas a líneas
recreadas, un poco a contramano y contracara,
paso a paso, paso
y a paso,
rastros de hendiduras de huellas que birlan sonrisas
más allá de empiezos de los reojos curvados.
Vida
Encontrome
sobre apoltronada bullanga de azotaina y aporreo,
apabullado en
griterío, fila de incontables palabrejas,
en impronta de
parrafada sórdida: allí tus ojos de rebalse de vida,
dúo de
concierto finito, de reojo inspiro de hipnosis: mar,
formarás
aún más barullos y su séquito de dianas, caleidoscopio,
mundillo
de calores, sanía de rondeles hecho escultura efímera:
pronto
desgañitaremos rebalses de vida.
Extrañare
Apegado a
un destino incorporado,
como flores de cerezos, que de sus
ramas
anuncian los verdores de noviembre, y
sus
siguientes meses con sus garúas vívidas,
de risas anheladas,
de retoños arriostrados a sus bordes
creadores de miradas de
palmas, de manos, de extrañares,
de iluminada envés y de
gotitas retozando sobre pétalos blancos…
Si, de los
consabidos mordiscos en cerezos y su deliciosa locura…
que mi
sonrisa larga necesita de tus colores, incluido el azul cobalto:
inacabable divagando entre chorrillos de yerbajos y piedras,
de
tu universo de comisuras y sus apuros,
donderías y parlos
entre bancas bajo qiwiñas laxas y los coros de vientos,
de
orillos e imágenes de moreras,
mirando las cordilleras van los
reojos en latir acelerado,
divagando en ideas de mirare
cómplice:
de jugosas vueltas de carcajadas en vértigo y
apuros interminables y
otra vez: extrañare.
Entresueño
Vértigo
de quereres e imaginación traslapada en descubierto de complejos
recorridos, literalmente: apreciando la tempura, y el recorrido de
sus bordes… la profanidad de uno y otro iris creativo cómplice…
porque si de valientes es apreciar el respiro de derredor, lo es más
quien comparte su larga memoria, y hasta las necesarias manos
insistentes, de luz, de abrigo, de vuelta al lujurioso anhelo. Libre
andar hacia el cenit, que, ya siendo horizonte, extrañare de
vértigos de frases en tropiezos, pasaron semanas contando los días
para tu regreso. Pasó ya el temporal y volvió otro veranillo con
sus calores y brisas. Como jalar los dedos derechos y observar los
otros izquierdos ir por los chullpis, acabando entre segundos
tropiezos de otras frases y esperas inacabables. Rodando sobre
adoquines y farolas. De ideas planas y fricciones del viento hecho
cubos. La mirada laxa de hasta pronto en paradero de fin de caminata.
Lindos van tus andares, guiño cómplice hasta el otro borde del
tiempo; será musa, será borde también para cuando cerrados los
ojos disfrutarán sus versos en ósculos de parada impronta en media
calle, de mengua luna tras inhóspita plazoleta, de nadir en vértigo
trasuntando los ensueños.
Siembra
veinticuatro
Veintitrés
variedades entre campanillas, jazmines y tumbos; hiedras, geranios,
dogos, tomillos y oréganos; paltos y molles sobre comitiva de
frutillas, varitas de san José, lobularias, poros, cuatro variedades
de caléndulas, gladiolos y otros hierbajos florecidos del cual ni sé
sus nombres, rumas de asuntillos que van contagiando sus aromas,
colores y encantos; frecuentan allí q’entes, chiwankus, tankas,
urpis, entre otras aves con sus tertulios e improntas; además de
monarcas, avispas, abejas y abejorros, también marchan hormigas,
escarabajos, cochinillos de humedad y demás insectos, querer
olvidarse de arañitas y gusanillos, para al fin crear tamaño
paisaje laxo, ahora entero para humanos habituales y advenedizos de
último aliento; en diversidad de entre brisa y vientecillo, cielo en
recreo de insomnio diurno; allí reunidas yacen las tinajas de
cerámica y sus residuos de aguaceros de tardes, y delante del
alfeizar, el mediano pisco que traído a rastras desde más allá del
desierto de paracas, yace trémulo en su descanso acompañado de
míticos cuencos líticos y sus rastros de moliendas; conviven así
mis revuelcos de imágenes con los cantos rodados colorados que ya
quisiera incrustarlos en el disemino de tanto roquerío volcánico
que convive en humedad; sumados a los que ni sé sus nombres, ya
pronto serán veinticuatro!: llegó a este mundillo cipselas de
achicoria amarga.
Letrajes
Cuatrocientos
cincuenta atardeceres y toda su paciencia
han llevado agua a
mis molinos:
hoy como una gota gorda creada a disfuerzos,
no
bastan los placeres de aumentos en borlas y sus cuentos.
Ayer
miraba al cenit bravío de la tarde,
las hojas que libaban
garúas encontradas,
los muros trémulos con sed saciada en
interminable pensamiento mayor,
hoy inermes a los desprecios
del gentío presuroso
y sus letrajes desiertos en monólogos
virlados al ventoso cielo;
soliloquios diáfanos, bardos
olvidos trabajosamente creados,
van en ronda de claveles y
geranios, a placeres de remolinillos de patio; alguien remite una
fotografía de mariposa emperador retozando su traspalma; sin
embargo, la imagen de chorrillos delineando tendeles
no paran
de recorrer mi iris derecho y de allí, a los himnos desbocados:
hoy, miro pues, sobre sépalos sus brillos en guiños del
inacabable marzo, esperando la última jornada en códice de
contentura de mirada sostenida,
en larga, y deliciosa risotada
de instrumentistas, que son luz
para los dichos letrajes, del
par de locos felices del planeta Olvido.
Sombras
Andado
recogiendo mis huellas en camino laxo, de pétalos doblados de
retamas y rastrojos de muñas y sus arrastros de bastas; en fastos
primeros, las andaduras de los apenas caminos, ahora de huellas
escazas, era pues tras sus memorias, de venido en ascuas, sentido de
ensueño bajo las palmas en apoyos las piedrecillas y sus lluvias de
luna creciente, doce horas transcurrieron para saltar de noche a día,
y de día a noche; allí dónde no había horizontes, el sol emergió
cual vista vívida añorada, de línea que desarrolla sus sombras,
creación para los menos, continuación al fin y al cabo de pixel
remedón insistente a idea barda, no tocó sus lados, sino sus
enhiestos, así continuo por sobre el reflejo de charcos y sus
embadurnados cielos de enero, bizarros como los rayos y sus truenos;
lluvia que traslada sus dictaduras por sobre mentones y hombros,
sobre nucas, seguidilla de chorros por sobre hojas y sus ramales,
allí nacieron imágenes de empalizados, de miradas tras los vidrios,
de tumbona bajo el sol y sombra, de los tercios conocidos y la
silueta del rostro humano que carcajada de por medio, habita en la
terraza y sus trances de insomnia mirando la luna mengua, quizás los
reflejos del horizonte marino, inclusive los cuentos a voz en cuello
de respuestas cortas, media vida en mudanza a ciudad nueva, las
sombras del tránsito apresurado bajando las gradas, girando sus
sueños para sentir esos arrastros de bastas, laxo son los diálogos
también de este nuevo ciclo, váyase de buena vida y a seguir
andando entre líneas, que pronto serán deliciosas sombras, con
sonrisos y andares.
17°
Serás
un éxtasis de ramales,
carcajadas y pensamientos realizados.
Te extraño en caminata de cascajos
acompañando a Willka
y sus párrafos finales:
torrente, remolinos, retumbos y brillo
de hora diecisieteava.
Umbral para largo pasillo: soñarás lo
que te dé la gana.
Mirarás aquellos sueños enmarcados
en
bosques de alisos, siwis, qiwiñas y k’antus.
Noche
eterna
Tumbados
están los silencios de gorjeos y laberínticos trinos, en un
trasfondo de muchedumbres de zumbidos, galopando va la brisa hecha
barullos, en diálogo cotidiano con la habladuría de las acequias y
los retumbos de sus piedras, en lo alto del cielo el cobalto iza el
halo de Selene, para atizar la garúa y sus fragancias, escuchando
los bramidos de las largas caminatas, y de las indómitas pupilas
hechas inmensos espejos, estas reflejan las triadas de orión en
junio, así el universo conspira a la vida en tránsito eterno.
Inacabable
Remolino
y eyectado de iris cómplice,
enliado en viro de líneas largas
y ganosas zancas,
allí va con largura felicidad de creado
mundo y cielo inacabable.
¿Hasta dónde girarás vívida sin
memorias?
Brisa
Rodando
va una bolilla colorada,
aromada en lustre de futuras
hojarascas,
en brotes y sus capullos,
reflejos de
vértigo,
de floresta y sus barrancos;
habría acaso, de
seguro,
deliciosa sonrisa en quiebre de remedo intenso,
en
desvarío de miradas prolongadas,
de reojo, las ciruelas caen,
los tumbos asidos juguetean con la brisa,
el sol de venus
se apresta a lidiar con la mar y su universo.
Cenitero
Insistencia
de lárguida aroma en gotas, habladuría tirante, deliciosa,
apretujada de sustantivos, donde terminan los tensiles de yemas en
analítica mirada de palmas, mirones de reconcomios, de seguidilla
frenética en tres tiempos de la ahora extrañada locura: desde
adoquinados líticos, en eterna parada de plazoleta de bancos largos
(¿hacia dónde irás con tus mundos/ en risa clara/ en varío/ en
respiro abreviado?), hasta otros cuatro juegos de portón; de hasta
otro creíble manicomio, bajo farolas amarillas… ya vuelvo,
inexorable como la sonrisa y el secreto de saberse cenitero.
Mirada
Y
sucumbió en andrajos de lustrosa mampostería de ida y regresare,
recreada en frotachos y derrames de ébano,
y zancadillas
en arrimón devengado de goterío y su canalón cómplice.
Relato
así ido convenido publicado y quédate mirada deliciosa,
recreare
en iris e invitación al planeta Olvido.
Tornasol
Jalar
la luz desde ocho metros, llegada allí, hacerla un ovillo a tres de
diámetro, para enviarla adiestrada, parametrada y atrevidamente
dosificada a cada iris anónimo, ávido de mirar en otro semejante la
finura de su color, la dimensión de su tono, la ideología de su
fuente, para de allí enrevesado, iluminar los indistintos diálogos,
monólogos y sin sentidos recurrentes, las ideas del vayo y venido,
las sonrisas trabajosamente ilustradas, venidas con siglos de
costumbres de cariacontecido, enrevesada de afirmaciones y embrollos
de supuestos, fragmentos del quizás y sus anhelos inventados, de
imaginaciones rotas porque le dio la gana y rebalses de una y otra
vez mirando al recuerdo de ventana de tardesoleada, allí están los
que no cayeron en los iris, estampados en los muros, verás los
rasguños de penumbras, inextinguibles derretíres no de agua si de
luz, hasta el del ultimo fotón hecho brillo refulgente de mirares
aún no habidos, pues para aquellos se creó el jalar y su
inexistente dictadura… y qué? criatura, anda tus pasos, a jalar tu
luz y sus parrafollas… sonrisa tuya creada ¿por qué me dio la
regalada gana? (al fondo y a la izquierda) si corresponde, de mirón
y su ventura.
Ando
feliz
Andando
al borde del camino y la belleza inexorable de su destino:
de
elevada melodía, de apoyos, de grietas, de reflejos,
de
listones de barra, engullendo choclitos y quesos y panes y más,
asomará frontal como varianza de opuestos cerillos largos,
introito de treta de libreto, como riquísimo embrollo
quebrado,
a remostar pareados, sobre surcos enhebrados en
literas de carretón,
en bardo oscuro, en aclaradas hebrillas,
salido de fragancia bullanguera, como mirando redondo,
como
gritando sus tempestades entre imaginados báculos
e insertos
de ocasión lúdica,
entradito va, hacia miradita sonrojada, de
interminables momentos;
ahora queda una, labrada en cielo
nocturno con brillo de marras:
¿qué si queda eternidad?
Caramelo
De
entrelajos de calle desatada; te veo con risa delatada,
como
labrado numismático en olvido centenario; caeré pues,
un
nudillo de pulgar sobre el bordillo del sabidillo engaste;
denegado,
camina sobre sus huellas de ida,
ecos que van entre los muros
abiertos
hacia la epopeya de nubarrones de febrero,
prefiero
disfrutar de la lluvia inacabable,
prefiero el discurrir de los
torrentes y sus piedras coloridas
que largan a media plaza.
Extrañare sumido en sus cantos,
de tu mirada laxa y sus
inolvidables iris de caramelo.
Comisura
Vueltas
de las aguas recreando en tobillos y canillas
su universo en
reflejo de cenit en abrillantos del sol de venus,
brisas
abriendo los respiros de deliciosa bullanga susurrante,
de los
coros de las aves aupadas en muelle con sus botes y sus tertulios;
te necesito sabiduría extrañada, con vuestra mirada de paz,
tus silencios amorosos, hasta tu sonrisota colorada, y tu
mirada alegre,
extrañare de tu enamorada comisura traviesa de
viene y va.
Fotograma
Una
extenuante bulla urbana, de miradas llenas de pasados, llenas de
reniegos e innovación, de sombras sobrepuestas en camino hace poco
abandonado, han aplastado aquellos encantos de gentes y sus lágrimas
de recuerdos; a este paisaje, de línea fina, brillante e
invariablemente hecha infinito, no deja de lidiar para hacer de su
entorno un hecho eterno, ¿su existencia?, de mirada enloquecida,
llena de sus lastres y, en un fragmento de momento de otoño,
instante y eternidad al fin encontrados.
Remirare
Envuelta
en abrazo, re feliz en tu sonrisa a propósito alargada, ¿Cuánto
hace que no parlamentamos en laberinto de callejas con sus farolas?,
en revoltijo de vientos exhaustos sobre ramadas y sus brotes, en
fragancias de cosecha oronda de ciruelos amarillos: embadurnados en
saquillos rellenos con tallos y hojas y ramas y flores del cedrón
escandaloso; más allá de girar dedos laxos, y entrar en últimos
calores de verano ralo, más allá de visiones anodinas y sus relatos
vacuos; remitiré a la urdimbre de los siwis y sus actos anónimos,
para azuzar a la multitud habituada a regateos, e incluso abandonar
los mercadeos de industrias y refinos de borla hecha absurda vida en
sus escarceos del maratón hamsteriano; mañana, no sólo remiraré
esos aprovechos, también los consabidos energios banales del
discurso “excelso” del cuento moderno, y sus remilgos de
lloriqueos y aleluyas; mejor es doblar los folios para disfrutar tus
delineos nuevos en canelo, llegarás al final de la tarde, con aquel
vilo presuroso, en caminare llegado calmo, evitando al adusto paso
laberíntico y difícil, irás cómoda envuelta en tu sonrisa
derramada, y yemas, y nudillos.
Danza de
zarcillos laxos
Luego
de atragantos de deliciosas parras y sus vientos laxos, me gustan sus
apocopes de trancos y sus contrahuellas giradas a tres semas, quizás
el horizonte habrá que moverlo tras el sol y sus birlos del final de
la tarde, ventiscos escurridos en sol y sombra a jugar con cabellos
para adular los mansos pensamientos, de chaska preñada de tanto
mirarla, de aromas embebidos en sutil pliegue de comisura y sus
discursos de vaho, ¿habéis oído acaso el susurro en medio de los
revuelcos de brisas? rocadas y mirillas han añadido sus brillos al
lienzo del infinito diáfano, y otra vez las parras y los zarcillos
laxos, y sus disfuerzos.
¡Discursa
nona!
Vaya hora
tercera de insomnio de frase de tuesto quebrado colorado,
creada
yace una grieta inalcanzable por sobre vanos y sus pedrones,
luego
de tardes infernales, quedan apenas sus vapores
deslizando
pseudo rodelas y factos de enhebro,
el no-salido tremenda un
rodón,
apenas de clavo y del largado plástico pestilente de
industrias,
vahos de hollines y sus desgajes, ¡qué
contraste!,
piar de ave con ojos al cielo, dista a tres metros
cuarenta centímetros
birlado, volando a ocho y media de la
mañana,
por sobre los magros techos, reposando en canalón
colapsado,
vaya lujuria, como mermelada de aguaymanto y apenas
cuatro gotas dispersas
de limón, en hambrientos waros y desespero de chocolate humeante.
Quizás el turquesa de las rompientes olas chorrillanas
y
sus incontables arenillas, quizás también, la distendida charla de
salsa
por sobre gramíneas y sus calores.
Hora octava,
¿qué decías por sobre las kamchas y sus piskos?
Mira
papá
Transcurrieron
los orillos y sus ciernes, los que abrazan sus cariños desde el
recuerdo y su universo de comparsas, de los obrajes de manos y sus
tertulios, como de razonamientos idos de prisa, muy de prisa,
construyendo sus largos silencios, de vahos y sus quimeras
transitando horizonte; recuerdo obreros sentados al filo de bancos de
puerto al callar de la tarde, gaviotas y pelicanos, y sus chillos de
contradanza; de la bullanga industriosa, de esbirros de mecanismos en
insomnio recurrente, de los disfuerzos en multitud de talleres en
orgullos varios, no volví a veces, por el laburo de mañanas, de
después del ‘al’ y tanta vida de trancos y líos ajenos, praxis
de éticas en suburbios marlos de dilatada neblina del invierno limo,
vaya distancia al futuro de provincias tras magro territorio, en la
memoria una risa entera va azotando la entrenoche de garúa, como los
vientos de puna que nutren sus yaretas, como las junturas de los
pedrones saqsaywamanenses con sus imaginos inacabables, derruta de
viene y va en diálogo de cognitus y sus sofías de diversa labranza
humana, de bornes del Elbro, calibres de pirineos y alpes, hechuras
de himalayas, e inacabables… creadores de salkantayes y waskaranes;
no sabría resumir tanta memoria de éxitos en desafíos, de los
remansos del viaje urbano de horas largas, de cláxones sórdidos en
pandemónium hoy sin sentido, de vivir en absurdo a descubrir los
tendeles de Qorikancha, conservo tus imposibles y sus paciencias,
para recrear hasta incluso la sonrisa del final de la jornada.
OPINIONES Y COMENTARIOS