Amante en el metro.

Me levanto para preparar mi salida hacia el trabajo y como de costumbre abrir los párpados y estirar el cuerpo se convierten en una gran hazaña, en una batalla cumplida. Sin embargo aquel desgaste se disipa con el pensamiento de ella, grata alegría que aligera mi mañana.

Finalizo los rutinarios quehaceres y salgo del hogar aromatizado por aquel pensamiento, por aquellas palabras que ella profesó.

Ya de camino hacia el trabajo deambulo por el vaivén de las estaciones y la cadencia del metro me incita a pensarla, recordando con el movimiento del tranvía la fina inquietud de sus caderas. Su aroma sobrevolando mis fosas y el recuerdo dulce de su tempo sacude mis sentidos, calma el pensamiento y satisface por un segundo mi alma. Pero necesito más.

Con unas ansias satisfactorias abro mi mochila, con una mirada dopada por el aroma busco su presencia, y cuando la tomo con mis manos ella me regala su cálido abrazo… La miro con ternura, levanto la primer página y suavemente… la comienzo a leer.