En un eterno paseo
de ida y vuelta
ahora nos acercamos al sistema solar.
Admírense queridos y queridas!
Aquel parpadeo celeste envuelto de silencio
es un planeta habitado por la vida.
Dentro del parpadeo se mueven seres humanos,
tan dispuestos a encajar primaveras
como a encajar inviernos
entre los márgenes de sus palpitantes miradas.
Algunos silban desenfadados por las calles.
Algunos se cuelgan por el cuello de tensas cuerdas.
Algunos son simples como bellotas despojadas de misterio.
Algunos beben mañana, tarde y noche.
Algunos se despiertan temprano con brillo en la ambición.
Algunos se despiertan con tinieblas flotando en el pecho.
Algunos escriben poesía.
Algunos matan gatos.
Algunos no necesitan casi nada.
Algunos no saben que hacer con su mal humor y compran globos.
Algunos se vuelven cada vez más libres.
Algunos buscan la libertad dentro de una cartera de cuero.
Algunos transitan el camino de la serpentina y la sangre.
Algunos toman rutas alternativas.
Algunos juegan a ser mejores que los demás.
Algunos vomitan en ese juego por culpa de la risa.
Algunos se sienten solos solo cuando están acompañados.
Algunos están en trance casi todo el rato.
Algunos leen a Kafka cuando vuelven a casa.
Algunos odian la música grunge.
Algunos
admírense queridos y queridas!
actúan como si la muerte no fuera con ellos.
Y ahora que, sin darnos cuenta, el tiempo ha pasado
y, en busca de nuevas galaxias, nos movemos
permítanme vestirme de compasión y compartir este canto cercano.
Quizás sea nuestra última oportunidad.
Nuestra última oportunidad de conectar de verdad
en este eterno paseo
de ida y vuelta.

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