1.
No saber qué hacer tiene una diferencia con no saber qué ser, esta segunda es más complicada, es, como lo dirían algunos, algo que te mata. ¿Quién podría pensar que están mintiendo? Todo el mundo cree lo que su mente da por correcto, no se piensa en el posible de que su propio cuerpo le engañe, pues es suyo y nada que lo sea es erróneo. Así es como se pierden las verdades, en una silla y una mesa, en el pensamiento que se deja en ellas; si no fuésemos ciegos de la veracidad de las palabras sabríamos que no son sólo palabras, son armas, y su objetivo es herir y salvar, aunque no siempre se sirven como tal. ¿Quién lo diría? Quién querría pensar que no somos reales, que estamos hechos de falsas realidades y hermosas distopías, aquellas por las que nos convertimos en inertes objetos. Alguien lo dijo, en algún momento de algún lugar y algún tiempo, alguien lo dijo; soledad, quizás feliz quizás amarga, ni un término a definirla, se puede creer de tal manera que sea blanca, o de otra forma y así hacerla negra. ¿Y si no es visible? No lo es, pero está, y al igual que el aire es vital para vivir, pese a ser imperceptible a los ojos hasta que una ráfaga se ondea a tu alrededor, mostrando lo invisible, añadiendo el temor a ella. Quizás estamos hechos para sufrir bajo su mando, pues no parecemos ser dignos de tener compañía.
2.
Decididos, o más bien obligados, a pasar la eternidad de una vida, si así se cree, con la única posibilidad de convivir con nuestros pensamientos, y a veces, el humo de un cigarrillo. No se nos advierte de esto, nadie no humanamente reconocido, ya que el homo sapiens no llega a tal cualidad; somos y no somos, para quien quiere ver, quizás seamos algo más que una mera estructura de dolor, porque… ¿no alcanzamos más que eso, no? Sufrimos, todos lo hacemos, y aún así es algo que se oculta a menos que sea tan necesario mostrarlo que la otra opción resulte inaccesible; se podría decir que miento, que sólo digo calumnias contra lo que soy, y aquí, somos todos, mas resulta que no, que quizás sea una simple vista de lo que queremos llamar mundo sin serlo; pero, ¿qué importa?, seamos hipócritas, creamos en algo cuyo fin es el engaño, dejemos a un lado el hecho de ser ciegos pese a haber nacido con el don de la vista, y pongamos el supuesto de que tenemos poder, uno tan grande que adquirimos con él la capacidad de mejorar, así construimos un imperio, que como cualquiera llamado digno, ha logrado llegar a ser lo que es ahogando las voces de los llamados «último escalón»; creamos a su vez una nueva forma de vida que olvida los latidos que manda su motor, así pues, este se va parando lentamente, dejándose notar en pequeñas pulsaciones; esto es solo un supuesto, no lo confundamos, aunque bien se ajusta a lo que hemos decidido llamar «realidad».
3.
No se piensa en cuanto se tarda en recorrer el camino, solo se recorre; puede ser una carrera o un simple paseo, pero se sigue andando sin razón de bien. No importa aquí quien seas, marcharás con el alma solitaria, comenzarás a subir una escalera a la que jamás encontrarás fin, pues su nombre es soledad. El pensamiento comenzará a huir en busca de algo que lo alimente sin saber que lo único que hallará será el vacío de un cuerpo, cuya fuerza que al inicio lo acompañó hace agujeros en su piel con tal de salir de ese negro pozo en el se vio caer; llega un punto en el que se pierde la conciencia de lo que pasa alrededor, y ahí, el retorno se vuelve imposible, sabiendo que al dar un paso hacia delante se estará deshaciendo lo andando y destruyendo lo construido, desconociendo las acciones que se hacen. Se siembran nuevas semillas, todas tóxicas para el lugar y lo que habita en él, olvidando que nosotros, vivimos sobre ellas, olvidando que serán nuestro horror; ¿qué decir de lo que no habla por sí?, nada, es lo mayor a lo que se puede aspirar cuando se ha infectado una mente, millones en este caso, las excepciones existen mas su supervivencia, es nula. ¿Quién quiere alguien que ofrezca salvación?, pedimos ayuda y aún así la rechazamos cuando se nos es dada, si una solución no es a placer no será aclamada con una ovación, no se implantará. Cultura popular, enseñanza de todos, nos muestra la realidad a seguir, pero no es más que otra mentira del montón; enseñanza de dinero, enseñanza de poder, enseñanza de dios, enseñanza de temor. Con suerte, ganaremos nuestro sórdido juego.
4.
Como ya se viene diciendo desde tiempo atrás, todo principio tiene un final, y nuestros problemas no son la excepción, por mucho que tratemos de que así sea; tenemos, como en el póquer o la magia, ases en la manga para impedir cualquier suceso que no sea del placer de nuestros «altos estándares», así pues, evadimos todo aquello que nos implica romper pilares y crear nuevos cimientos, ¿para qué cambiar cuando se tiene soledad egocéntrica? Simplemente es un término, y sin embargo, tanto cambia cuando se mira de lado, porque, hay que saber cómo mirar para hallar algo que valga la pena, así se encuentran los actos más sucios y rastreros de esta soledad que asola a cada cuerpo de lo poco que queda del planeta, he ahí otro problema, en todas las caras de este tedioso dado que tenemos para jugar, hay, sin fallo alguno, agujeros que tapar. Mas, cómo hacerlo cuando la única herramienta que se nos da es la voz, y esta es tan frágil que con un simple cordel es ahogada, nada se puede hacer contra lo que lleva destruyendo el, llamémoslo «mundo», desde ya su nacimiento, una repetida soledad cambiante en cada persona pero igual de corrupta en todas ellas.
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