Recogió su pelo haciéndolo a un lado para que no molestara. Tomó el billete de cien dólares que estaba enrollado, colocó el extremo de este rozando el blanquecino polvo en la pantalla de su celular, y tapándose uno de sus orificios nasales inhaló a través del otro extremo del billete.

Cocaína. Una de las sustancias más adictivas que existen, la segunda droga ilegal más consumida del mundo… ¿Pero a quien le importa eso? Lo importante es que los síntomas se sintieron al instante.

Hizo su cabeza hacia atrás después de inhalar, limpió algunos restos de su labio inferior con su lengua, mientras que con su índice quitó los restos del puente entre su labio y fosa nasal, para luego también pasear su lengua sobre su dedo, de manera bastante sensual, para quitar los restos. Sus pupilas se dilatarían, su ritmo cardíaco se aceleraría, y esto se dejaba ver en la frente de la chica y en sus manos, como pequeñas gotas de sudor comenzaban a aparecer.

Alexxxa es un ser peligroso por naturaleza, violenta con bastante frecuencia, pero con la blanca sustancia en su sistema se había aprendido a controlar a si misma y, en lugar de cólera, lo primero que sentía era una gran e inmensa felicidad, todos los recuerdos de un pasado un tanto trágico desaparecían por completo, mostrando a una chica alegre, atrevida, sin ningún tipo de pudor… Como era casi siempre.

— Carajo… ¡Vamos, sal de ahí! — Mientras Alexxxa se miraba al espejo, sonriendo como estúpida, alguien golpeaba la puerta. — ¡Deja de esnifar, zorra, hay quienes usan el baño con mejores razones! — Y al parecer era un hombre.

Cuando Alexxxa volvió en si, luego de haberse enamorado de su reflejo por un rato, un verdadero narcisismo, limpió los restos de polvo de su celular y procedió a colocarlo en el bolsillo trasero de su corto short, acomodó un poco su cabello, se vio por última vez el espejo y se dispuso a salir. Quitó el seguro a la puerta y la abrió, para encontrarse a una pareja, que de seguro iban puestos de algo, como ella, porque se le notaba bastante violento a aquel tipo. La de cabello rosado solo lanzó un beso al aire en dirección al tipo.

— ¡¿Qué te ocurre, zorra?! — Gritó la chica quien de inmediato abofeteó a Alexxxa. Quien solo se mordió el labio, le había gustado.

— ¿Qué? ¿Celos? Ven aquí. — Importándole muy poco como fuera a reaccionar hizo lo de siempre. Tomó a la tipa por su mentón y le dio un profundo y largo beso, al inicio se resistió, pero terminó por aceptarlo. Cuando se separó volvió a sonreírle. — Anda, disfruten, ya lo tienes listo. — Su mirada descendió hasta una de sus propias manos, la cual se encontraba agarrando el bulto formado en el pantalón del chico. — De nada ~

La pareja de amantes se metió al baño de inmediato, al tiempo que nuestra pelirrosa caminaba decidida, las miradas no le importaban, los toqueteos incluso la calentaban más, fueran hombres o mujeres, ella sólo podía pensar en lo que haría, un reto que le pusieron, y en ese momento de calentura lo llevaría acabo.

Mientras caminaba, la gente del lugar, la gente de aquel antro, le abría paso, como si de una reina se tratará, y quizá hasta lo era. La blusa de mangas arrancadas que llevaba, ahora estaba en el suelo, habiendo quedado solo con un sujetador negro, que se pegaba de forma perfecta a sus senos, que sin ser grandes le sentaban bien a la figura de aquella mujer.

Cuando aquella chica pudo subir al escenario, que se conectaba al techo mediante un caño de poledance, fue cuando el verdadero espectáculo comenzó. Alexxxa se volteó dándole la espalda al público, y se inclinó hacia adelante, dejando apreciar su trasero, aún cubierto por el diminuto short, pero sus blancas piernas se dejaban apreciar desnudas, y ella las mostraba sin ningún tipo de pudor.

— Hey, bebé… — Le habló al DJ. — Pon esa maldita mierda. — Mordisqueó su labio inferior con sensualidad luego de hablar, y la música comenzó a sonar. La canción por preferencia para aquellos shows. Back in Black de AC/DC.

El conocido compás que marcaba la batería de la canción, hizo que los pies de la chica se movieran y bien aferrada con sus manos al caño de poledance comenzó a mover su cuerpo, con sensualidad, sin llegar ni rozar la vulgaridad.

Se volteó esta vez para ver de frente al público espectador, cerró sus ojos y el dedo índice de su diestra fue hasta su boca, mordió este dedo y el mismo comenzó a descender por su cuerpo, todo al ritmo de la música. Acarició uno de sus pechos, como si quisiera arrancar el sujetador tan molesto. Su dedo termino sobre el botón de su short, ayudado por su otra mano lo desabrochó y una vez más se dio la vuelta, esta vez comenzando a bajar aquella prenda inferior, dejando ver su ropa interior, a juego con su sujetador, al igual que sus blancos glúteos.
El pantalón cayó hasta sus pies, sacó primero uno y con el otro pateó el pantalón, lanzándolo al público y sonrió, aquello le fascinaba. Tentar a las personas.

La droga en su sistema, la música en sus oídos, el calor en todo su cuerpo, la humedad entre sus piernas, nada de eso la dejaba pensar con claridad. Estaba en un estado lujurioso que no siempre alcanzaba. Ese maldito reto, no sólo iba a cumplirlo, sino que en ese momento deseaba cumplirlo.

Sus manos treparon por la silueta de su cuerpo, acariciando sus curvas, y mostrándose sin ningún tipo de vergüenza, su confianza y autoestima era envidiable, se sentía más que bien consigo misma. Sus manos llegaron hasta sus pechos, los cuales apretó, provocándose un suspiro a sí misma, al tiempo que su cabeza se hacía hacia atrás. Volvió a morder su labio, cuando fue solo una de sus manos la que apretó su pecho, la otra había comenzado a descender, y con ella el cuerpo de Alexxxa, quien de a poco iba bajando más y más hasta que sus glúteos tocaron el frío suelo teniendo su espalda apoyada en el frío caño de metal. Sus rodillas estaban levemente flexionadas, y sus piernas bastante abiertas, y ahora su mano se había adentrado entre su fina y mojada ropa interior, iniciando así caricias directas entre los labios de su sexo, solo ella sabía calentarse como en ese momento lo estaba, a la vista de todos aquellos espectadores que silvaban alentándola a que siguiera, sin embargo el público no influía más allá que aumentar su excitación.

La música seguía y luego de una leve estimulación entre sus labios vaginales, sus dedos se adentraron, medio y anular para ser exactos. Su espalda se arqueó, sus piernas temblaron, y de su boca solo salió un profundo gemido que fue opacado por la música. Sus dedos comenzaron a adentrarse y salir del mojado sitio, sin demasiada velocidad, más bien de forma lenta y constante. Mientras tanto, su mano libre se había adentrado debajo de su sujetador y con firmeza apretaba su pecho, centrándose de vez en cuando en presionar con fuerza el rosado pezón que ya se encontraba erecto por todas las caricias dadas. A todo esto, las tiras que sujetaban su brassier, habían comenzando a correrse, cayendo y desnudando el torso de la chica, a quien no le importó, y como deshaciéndose de él, lo arrojaría para luego, de inmediato volver a apretar uno de sus pezones.

— Ca… Carajo… — Cerró sus ojos y su cabeza se hizo una vez más hacia atrás. Estaba disfrutando de masturbarse frente a tanta gente. Que tanta gente no sólo la viera, sino que la alentara.

Así las caricias fueron aumentando, en velocidad e intensidad, Alexxxa ya estaba sumergida en las aguas del placer y la excitación, no iba a salir de allí, no hasta sentir el ansiado y tan esperado orgasmo.

Los gemidos se volvieron más sonoros, sus dedos se adentraban cada vez más rápido, y luego de sacarlos pasó a darse verdadero placer. Alexxxa con sus dedos, ya bastante mojados por sus propios fluidos, comenzó a frotarse, con la yema de estos mismos, aquel pequeño botón de placer que se encontraba un tanto hinchado por su excitación. Comenzó a torturar su clitoris con cierta desesperación. Mordía su labio inferior con fuerza, intentado ahogar los sonidos que demostraban el placer que sentía, jadeos, gemidos, suspiros, todos aquellos lograban escapar de alguna forma de la boca de aquella diosa, era imposible contenerlos, más cuando sumado a aquellas caricias en su clitoris, aparecían los firmes y bruscos apretones sobre sus pechos, otorgados por su mano libre. Estaba gozando, perdida en el placer, en la pasión, en la lujuria, que cuando se sintió al borde del climax no dudo, no se quiso aguantar, siguió y siguió, en su cabeza no había nada, por sus oídos nada entraba, ni música, ni los alientos de su caliente público, lo único que se escuchó fue un pitido.
Un pitido al tiempo que arqueaba su espalda de forma más pronunciada está vez, su cabeza se echó hacia atrás, como si mirara el techo pero aún estaba con sus ojos cerrados y una sonrisa que se agrandaba por el placer obtenido, al igual que aquella mano se terminaba por mojar de los propios fluidos se la de cabello rosado, había alcanzado su orgasmo y fue lo único que existió para ella en ese momento. Sólo ella y el hecho de alcanzar el climax por si misma.

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