Al norte de tus ojos.
En ti, y para ti está el amor que se me olvida; y se agota en el mundo. Lo sé, porque el silencio de mis días aguarda la gloria de tu vientre y la textura de tus labios.
Lo sé, porque al sonreír tú, compruebo lo relativo del tiempo y la genialidad de Dios.
… Lo sé, porque al final del día te escribo, y día tras día te contemplo.
He guiado mis pasos, a fuerza, a coincidir con los tuyos. Desperté mi voluntad para hacer todo aquello qué tú admires, a costa de tiempo que nunca retorna, y que por ti, siempre es presente.
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