Júrame a mí, ante mis ojos y mi presencia, que te quedará como melancolías. Tu recuerdo no morirá nunca a mi lado, porque morir significa olvidar, y yo nunca te olvidaré. ¿Podrías recordarme en lo más profundo de tu ser? Deseo ver la felicidad en tu vida, pero no quiero ser solo un recuerdo perdido en el tiempo muerto. Aún recuerdo haber pensado en ser tu compañero y las promesas que nos hicimos en febrero. Aún deseo ser tuyo, encontrarnos a escondidas, aunque sea por nada. Quiero regresar al momento en el que al menos lo intentábamos y eso era suficiente. Viví con una falsa esperanza de algo que nunca iba a suceder, esperando tu valentía, esperando que el valor asomara tu alma, para al final darme cuenta de que no.
Porque tú decidiste huir de lo nuestro, yo decidí quedarme y superar lo roto, y el rumor y prejuicio de la sociedad cayó sobre mí, y ahora no soy ni la sombra como fui visto alguna vez. No puedo hacer nada más que enfrentarlo, todo por el sentimiento de amar. Pero, aun así, quisiera haberme quedado a tu lado, en el momento en el que algo más que un desconocido, algo más que un simple extraño. Y ni siquiera podría decir “alguna vez fue amor” o mencionar un “nosotros”, porque nunca lograste verme como más que una aventura pasajera. Así que dime, ¿Fui trascendental? ¿Valí yo la pena? ¿Aún te acuerdas o piensas en mí y en mi amar?
Miro a la sociedad y ella me mira con unos ojos muertos de desaprobación. Tú te lavaste las manos y te salvaste, yo enfrento las consecuencias de algo injusto, porque nadie decide totalmente a quien logra amar. Ahora yo soy el «marica» y tú eres solo una pobre víctima mía. Pero te acordarás de mí, de mi presencia, de mi sentir. Podrás huir, podrás esconderte, pero tú lo sabrás. Y es que, en febrero, el mes de mi tristeza, la noche se impone y se revela en todo su esplendor, nuestro lugar de encuentro, donde no podrías negarme, negar lo nuestro.
Porque alguna vez nuestras miradas se entrelazaron, alguna vez juré pasar el resto de mi vida contigo. Y es curioso cómo parece que para ti eso nunca sucedió; estuve allí, pero no importé, porque al final de la verdad me abandonaste, me dejaste a mi suerte y no volverás. Puedo llorar en estos versos o en lágrimas, pero eso no cambiará cómo te fuiste. Serás un recuerdo simplemente melancólico, un recuerdo de lo que pudo y no fue.
Sufriendo en desesperanza y autodestrucción, me alejo del egoísmo y te insisto a buscar a una chica que te llene de la felicidad que alguna vez tuviste conmigo. Haz de cuenta que nunca fui parte de tu vida, imagina que soy el sueño inalcanzable que nunca viviste. Porque ya no soy aquel que te hace reír o te hace sonrojar. Todo ha cambiado, y es momento de que sigas tu camino en busca de una nueva felicidad. En mi corazón quedará la sombra de lo que fuimos, un eco de lo que pudo ser, mientras dejo que siga el curso de nuestros destinos separados
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