A través de sus ojos

A través de sus ojos

Santacruz

09/08/2021

HUGO

— ¿hay alguien ahí? —…solo el silencio respondió.

Me he empezado a preguntar — ¿qué pasa con mi vida?, ¿es la edad?, ¿algún tipo de crisis de los 40?, ¿cansancio, o simplemente es porque he notado que cada día es una copia fiel al día anterior. Amo lo que hago, y desde que empecé a abordar mi profesión nunca he tenido la necesidad de más, solo estar trabajando y cumpliendo mis metas y objetivos, esto me mantiene bien, aunque estos días el color ha sido diferente, hay algo que falta, y así comienza todo, y este día por primera vez en mi vida mis pensamientos me detuvieron en seco.

— ¿hay alguien ahí? …—de nuevo silencio.

Parado en la puerta de mi departamento, con las llaves en la mano y a punto ya de salir rumbo a mi rutina diaria me repetía en mi mente.

— ¿alguien?,

— ¿nadie? —esta vez el silencio empezaba a carcomer mi mente, un frío vacío me envolvió y decidí dejar esa pregunta atrás. De manera inconsciente solo me sacudí las ideas y seguí mi camino.

Es así como dio empezó un día de lo más extraño, una de tantas vueltas que le he dado al sol, solo que esta vuelta traía algo distinto, no sé cómo llegué a esto, pero sucedió.

Abordaré el tema enseguida; — ¿hay alguien ahí? —creo que no. 

Qué te pasa Hugo despierta tienes que terminar de compilar toda esa cadena de datos, son montones y ya sabes cómo se pone marcos, ese pedazo de mierda que tienes por jefe. —¿que si ya están las bases de la licitación?, ¿que si ya está la relación de esas computadoras?, que si esto que si lo otro, va..!!!, yo podría ser mucho mejor jefe que él, no sé qué diablos sucede con las personas que otorgan los puestos en las empresas, en fin lo único que hay que hacer es dejar pasar el tiempo, y empezar a vivir de mi retiro, que ahora que lo pienso ni siquiera sé que va a pasar con mi retiro, creo que ya estoy cansado de esto no se si podré llegar a mi retiro, quisiera gritar, salir corriendo, cuando fue la última vez que tome vacaciones, es más que son vacaciones diantres…

—Con esta pequeña tormenta en mi cabeza me dirigí al trabajo tomo mi auto y me encuentro de repente metido en el tráfico de todos los lunes por la mañana.

—Caos vial “motociclistas” creo que poco a poco nos estamos convirtiendo en una postal de esas ciudades. —me decía mirándome en el retrovisor. —no sé, como la india o filipinas, o uno de esos países en donde ves miles de personas viajando en bicicleta, pero creo que aquí son repartidores en motos la mayoría y otro tanto en bicicleta, un verdadero dolor de cabeza, de repente, de manera inconsciente miró el celular mientras cambia el semáforo y veo mensajes de WhatsApp que mi madre me envía todas las mañanas, de que está cansada de mi hermana, que el perro no quiere comer y de que si voy a pasar por las tías que vienen de Guadalajara a visitarla, que es este fin de semana que no lo olvide por favor, el siguiente mensaje es contrastante las tías no vienen porque se les complicaron algunos asuntos y que ya habían cancelado la cita con el médico al que vendrían a visitar aprovechando su viaje a la ciudad, So… bueno ya le explicare a mi madre que sus hermanas no vienen, creo que ella estaba muy entusiasmada y la verdad a mí me estaba dando un poco de malestar anticipado de cráneo, me imagino que si a los 20´s las tías te dan la eterna guerra del sermón de; —¿para cuándo te casas?, no me quiero ni imaginar lo que me van a decir, ahora a mis 40, ¿que por qué estas tan flaco?, que —¿por qué no te buscas una muchacha que te atienda?. ya…!!!!!

—Basta, ¿qué te pasa?, —le gritaba al auto de atrás mientras me insultaba, como si en verdad me escuchara.

— ¡si lo sé imbécil voy viendo mi celular has de estar tan jodido que tú no tienes uno! de pronto pisando el freno hasta el fondo, lo que me faltaba, creo que estoy preso, un ciclista sobre el cofre de mi auto, ¿es en serio?, ¿qué pasa con las personas, Dios qué pasa conmigo…?!

—¡¡¡¡¡¡Para…!!!!!

— ¿Hay alguien ahí? —De nuevo la voz en mi cabeza.

— sí, si hay alguien aquí y se llama Hugo. —y en este momento toma el control. Me paré en la siguiente cafetería que me encontré y me estacione, 10 para las 8 de la mañana, observó la abolladura de mi auto, pero creo que quedarme con ese pequeño recordatorio es una especie de señal que me indica de manera inconsciente que es momento de parar.

— no voy a llegar —dije para mis adentros.

— ¡¡¡y qué jefe, no voy a llegar y que…!!!!

—Marcos si tienes algún tipo de problema espero que lo puedas resolver tu, quiero escaparme, 10 años en la misma empresa y ni una sola vez he llegado tarde.

—Té chai latte por favor con leche… ¿Qué tipo de leche tienes, de esas que son sanas?

—dame de lo más extraño que tengas por favor, —decía en mi cabeza. 

Nunca había tomado una cosa de esas y además siempre había estado en contra de estos cafés, por parecerme tan lujosos, yo soy del tipo más normal, y como no puedo tomar café trate de reinventarme pidiendo algo extraño al tipo que me atendía.

— ¿quiere adicional en su te?

— ¿le podemos agregar algún sabor adicional como caramel?

— ¿grande está bien…?

Solo me le quedaba viendo, y con una mano en la cartera y en la otra la tarjeta para pagar, sentía que había entrado a una era donde los seres que atienden los puestos de café no tenían alma, o eran una especie de zombi o robot del futuro, mientras él seguía sin darme él te que le pedía.

—Solo dámelo, —contestaba en mi cabeza. 

Que ser tan extraño, pero al verlo ahí parado me empecé a preguntar ¿tendrá familia, su perro habrá comido, es más tendrá tías?, pero una de esas preguntas resaltó por sobre las demás.

— ¿tendrá familia?, ¿tendrá a alguien?, —otra vez, ese eco que rebotaba una y otra vez en mí ya cansado cerebro.

Descansé un poco y ya a eso de las diez de la mañana después de miles de llamadas de la oficina e incluso del mismo Marco, arregle un poco mis cosas y a mí mismo. Termine de tomar mi segunda ronda de té chai cargado y muy caliente, que ahora sé que será mi trago favorito. Tomé las llaves de mi carro y enfilé al trabajo. Manejé despacio, para disfrutar la ciudad y los buenos paisajes que la ciudad nos otorga todos los días de nuestras vidas, pero por alguna extraña razón no lo podemos ver, como si tuviéramos una venda en los ojos. Ya sin tráfico y por el segundo piso del periférico tenía la ciudad un aspecto como nunca, y en definitivo distinto, — ¿no sabía que el lugar donde vivía se podía ver de esta manera? —dije en voz alta.

La mañana era de color brillante y ya a lo lejos las montañas se levantaban a todo lo alto de la ciudad, todo era generoso, se veían las cosas de un matiz tan diferente al de todos los días, eso me llevó a pensar:

— ¿de dónde sale lo que nos hace vivir? Creo que, si hubiera tenido un poco más de tenacidad y de sentido común hubiera manejado en dirección y sin detenerme a esos cerros, y una vez ahí, descalzo, me sentaría en la tierra porque es ella, la tierra, la que nos aproxima la vida y nos quiere, y no lo se me habría evitado tantas cosas extrañas, tal vez un camino alterno y escondido, tal vez solo talvez yo seguiría siendo completamente afortunado teniéndolo todo en la increíble nada.

—Hugo el filósofo increíble…—exclamé, deberías de escribir un libro, podrías haber pasado el resto de tus días tras las rejas por haber extinguido una vida, pero a cambio de esos 2,000 pesos al ciclista, te daban la oportunidad por primera vez de frenar, de parar, de escucharte. Apuesto que Marcos va a hacer mucho coraje y me va a gritonear como es su costumbre, pero creo que en este momento se puede ir al carajo.

Estaba tan extasiado, y nunca me había sentido de esta manera, con verdadero control, que se sentía algo reconfortante. El manejar fue suave, la luz del sol casi se podía tocar, los aromas eran de tal variación que uno podía alimentarse sólo de ellos, el sabor a Te chai inundaba mis sensaciones.

— ¿estaré drogado? —volvía al espejo retrovisor, ¿qué me hizo este te?

Llegué a la oficina a eso de las 10:30 de la mañana, después de una muy calurosa regañada por parte de marcos, me dispuse a tratar de entregar mis pendientes, fue entonces cuando esa pequeña voz llego a mi mente, esta vez con un antojo que tenía ya desde hace mucho tiempo, un pequeño regalo para mí, de parte de mí, solo llego a mi cabeza de manera casi tan instantánea que empecé a salivar.

—¿Queso…?, —si eso quiero, siempre he querido sentir esa sensación de comer queso y tomar vino, lo había visto en un post de Facebook de una amiga, en algo parecido a una cena, nunca he entendido el por qué retratar lo que te estas comiendo, ¿qué clase de perversión oculta y retorcida se encuentra en esas mentes que le toman una selfie a lo que se están comiendo?, pero bueno para alguien que solo tiene 20 amistades en las redes sociales podría explicar muy bien las cosas, la verdad no las entiendo y ni las utilizo, pero en ese momento la semilla del antojo ya había echado raíces y no había nada que lo quitara además de mi pequeña voz que una vez que empezaba a hablar parecía que nada la detendría a partir de hoy.

—Eso haré me iré a comer vino y quesos, hoy no será igual, hoy ya no será la fondita de la señora Carmen, no más sopa ni menú de 3 tiempos, hoy estuve a punto de morir así que será vino y quesos. —me decía a mí mismo mientras había encontrado el pretexto perfecto para gastar la mitad de mi presupuesto para despensa del mes.

—Vino y queso será.

A las 3 de la tarde llegué al lugar. Este se encontraba con poca gente, dos mesas en la parte externa del salón que daban a la calle, que para llegar a estas tenías que salir a la parte de afuera, esto gracias a nuestro recuerdo de la pandemia que ahora quiere que comamos en las banquetas por nuestra seguridad.

Al llegar al lugar destinado la sombra de los árboles permitía el resguardo que es casi un abrazo tierno de quien nos ha estado esperando toda la vida…

—Creo que nunca me había sentido tan poeta en mi vida —volví a pensar para mí. —en verdad Hugo creo que el tema del libro puede funcionar.

— ¿veamos cómo era?: ¿plantar un hijo, leer un árbol, escribir una familia? …estúpido jajaja tener una familia… mmmmm… ¿tener una familia? tener un hijo!!! —mi cabeza empezó a juguetear con las palabras de manera tan graciosa.

— ¿Hay alguien ahí…?, —si soy yo, Hugo, no hay nadie más…!

Alcance el primer queso de la selección y lo lleve a mi boca, la experiencia fue increíble le di un trago a mi copa mientras disfrutaba de la mezcla y trataba de percibir todas esas nuevas sensaciones, queso y vino, —caray ¿porque nunca había hecho esto?, “por primera vez estoy conmigo, con Hugo a solas”. Aunque la mañana parecía ser un desastre, en este momento, disfrutado de mis propias viandas, me encuentro con este instante del día donde mi alma está de muy buena gana … Lento… tranquilo… suave… como puede ser la vida de tiempo en tiempo; como corre el agua por los arroyos en el otoño cuando es más lento su paso, pero también más cristalino porque no trae las locuras que ocurren en las montañas en el verano.

— ¡ole…!

—Salud por eso. —anotalo me decía

—Anotalo Hugo, eso que acabas de decir, anotalo…

—Amigo, disculpa… —dirigiéndome al mesero.

—Podrías prestarme una pluma y si de casualidad tendrás un pedazo de papel lo que tengas está bien.

—claro señor enseguida. —contestó el mesero, y como si supiera lo que le iba a pedir ya tenía la pluma en su mano, alargándola trataba de ver si por arte de magia sacaría un papel, o si ya lo tendría listo, creo que este si le costara un poco más de esfuerzo.

— ¿está disfrutando de su elección?

—si claro. — respondí

— ¿podrías recordarme el nombre de los quesos, para poder aprender, y saber que pedirte para la próxima ocasión?

—claro señor con todo gusto, de este lado tenemos una porción de queso manchego, este de aquí es queso de cabra, en seguida…

—Sin darme cuenta sentí una mirada de una persona que pasó cerca de mi mesa viendo la explicación que daba mi mesero…

—se recomienda acompañar este queso con algo más fuerte…—seguía hablando hasta por los codos este muchacho, pero creo que deje de escucharlo.

Volteé porque ya la sensación de esa extraña mirada era demasiado.

— ¿qué pasa contigo? —pensé

Giré un poco la cabeza por sobre mi hombro por fin pude distinguir de donde venia esta sensación de ser observado—, unos ojos se cruzaron con los míos, fue tan solo un instante, creo que esa silueta invasora, la cual ahora tomaba forma a un costado de mí, volteo a verme al mismo tiempo.

Sentiste mi expresión de alguien que no quiere ser invadido y volviste a tu camino. Me quedé en mis pensamientos…

—…y por eso son los pedazos de este queso para equilibrar el sabor. ¿qué le parece caballero? — preguntaba el experto en quesos que me atendía esta tarde.

El mesero se me quedó viendo como esperando alguna palabra de asentimiento por parte mía.

—caballero, ¿se lo traigo entonces? — el seguía con la mirada esperando una respuesta de mi parte.

Volteé sobre mi hombro de nuevo para tratar de entender qué estaba pasando, como si en ese lugar estuviera algún tipo de respuesta, pero ya no estaba esa sombra invasora.

— ¿Perdón me decías? —le contestaba mientras mi mano se dirigía a mi barbilla y mis ojos a al horizonte tan vacío como mi respuesta.

—si claro caballero, ¿que si gusta se lo puedo preparar como se lo comentaba?

No quise parecer un tonto, porque me daba cuenta de que en ese momento mi cerebro se había detenido, y había perdido el hilo de lo que me estaba explicando mi amigo mesero.

—este… si por favor tráemelo 

—enseguida caballero— por fin el mesero se alejó.

Le di otro trago a mi copa, no había otras palabras, delicioso, creo que este día quedará como el más grande de todos los días, tenía la sensación de que hacía mucho tiempo no la pasaba tan bien, y lo mejor, que estaba con Hugo, con mis pensamientos y con mis sabores, no podía ser mejor, lance una mirada al cielo, y de alguna, manera me sentía agradecido.

A lo lejos empecé a distinguir una melodía, todo estaba tan exacto, en su lugar, tanto que las notas que me llegaban aterrizaron justo en el momento, justo en el presente, justo en el instante por el que estaba pasando, ahí donde la vida sucede.

De repente me asaltó una idea.

— ¿hay alguien ahí? La misma pregunta esta vez con más fuerza dentro de mis pensamientos.

—nadie contesta, no hay nadie”

— ¿un hijo?, nunca había sentido que un pensamiento empezará a invadirme de esta manera, ¿porque estoy pensando en esto si el momento es para mí? Levante mi copa y con el más estilo snob empezaba a disfrutar de mi nuevo estilo de vida, si viera Marcos donde estoy en este momento.

— ¿Qué es un hijo? mmm…—para ser honesto siempre he pensado que los hijos son la prueba irrefutable de que pasamos por esta tierra, de que existimos, de que alguien llamado Hugo pasó por este plano, no lo sé creo que, si estoy empezando a sentirme viejo. Profundice un poco más sobre el tema, con mi nueva pose, con el tallo de la copa en mis dedos.

—A menudo nuestros hijos se nos parecen, me respondía y al mismo tiempo me justificaba. Esa es nuestra primera satisfacción: son los locos bajitos que viven sus propias vidas, enloquecen las nuestras y a los que por su propio bien hay que domesticar (…)

— ¡Niño, deja ya de joder con la pelota!; niño: que eso no se dice, que eso no se hace, que eso no se toca…niño…’. Jajajaja.

—Hugo sigues sin anotar, anota eso por todos los cielos, ¿pluma dónde está la pluma y la hoja de papel? — ¡mesero hey mesero…!

Levanté mi mano haciendo la señal de la pluma y papel que hace un momento le había pedido a mi generoso anfitrión que me platicaba sobre quesos y sobre maridajes, mismo que ni siquiera había apuesto atención, con mi mano en alto sucedió y todo este día empezó a tener sentido…

Ahí estaba otra vez, solo que en esta ocasión la silueta que me miraba fijamente tenía rostro, tenía forma, una mujer hermosa, un ángel, un todo, sentada frente a mi ella regresaba para ocupar la única mesa justo enfrente de la mía. Me quede congelado, en mi estómago se empezó a sentir el ataque de las mariposas asesinas. Suéter blanco, pantalón de mezclilla un hermoso collar sencillo y juvenil cerraba ese círculo perfecto de algo que nunca había visto en toda mi vida, en verdad nunca había notado que una mujer pudiera tener unas pestañas tan largas y más aún que estas pudieran ser visibles aún desde mis 4, 5 metros de distancia, con una seguridad que solo tu podrías transmitir le decías con toda la claridad del mundo a tu mesero, que es lo que querías. Me quede maravillado con esa imagen tan salida de un sueño, cálida, tierna y al mismo tiempo tan conocida para mi alma, para mi ser.

—sin nada de aderezos y una copa de vino por favor. — rematabas con tu orden.
—¿su vino lo toma frio señorita?—preguntaba el mesero.
—temperatura ambiente de ser posible. —indicaste.

Escuchaba esa hermosa voz cuando se apareció el mesero con mi cuenta, aún tenía la mano levantada y reaccione como si hubiera acabado de despertar de un sueño.

—señor su cuenta —hablaba el mesero mientras extendía mi cuenta.

—este… perdoname, pero no pedí mi cuenta aun —creo que aún no sabía que estaba pasando

—disculpe caballero a lo lejos vi su seña pidiéndome la cuenta —se explicaba

—este…no es correcto —Baje la mano muy, muy despacio para no seguir viéndome tan estúpido

—no, no este… disculpame te pedía la hoja de papel que te había solicitado hace un momento, por algún lugar deje la pluma— mientras buscaba entre mis bolsillos trataba de regresar al presente, cosa que ahoras se jamas volvere a hacer 

—mil perdones señor enseguida se la traigo —y mientras el mesero saltaba entre las mesas, me sentía un verdadero tonto.

Seguía disfrutando de mis sabores intentando tratar de regresar a mi momento e incluso trataba de no ver hacia donde ella se encontraba, que seguro para ese momento ya le debí de haber parecido un tipo muy extraño e incómodo, de seguro ya estaba pensando en moverse de su mesa o irse lejos de este lugar, levante la mirada, pero la vi ahí muy tranquila tenía sus audífonos puestos y aprecia estar muy concentrada viendo algo en su celular.

—que decía sobre los ríos de verano, o eran de otoño, mmm donde estaba veamos… Una idea empezó a inundar mis sienes.

—que hermosa mujer, daría todo por poder hablar con ella tan solo cinco minutos, pero, ¿Qué le diría? ¿Qué podría alguien decirle a otra persona, a alguien que no conoce, alguien que está ahí solo por las circunstancias, que solo está ahí porque el universo así lo dispuso?, es más ¿cuántas veces nos podemos cruzar con personas por la calle y ni siquiera estamos observando?, y veme aquí sentado frente a un espejismo, frente a la mujer más hermosa que has visto en toda tu vida.

— ¿Por qué sucedió esto? —Es curioso empecé a pensar en todo lo acontecido ese día y pareciera que todo estaba escrito así, ahora.

— ¿podre hablarle?, ¿ella está ahí para mí, o yo estaré ahí para ella?, jajaja ahora te estas convirtiendo en todo un filósofo —reía para mis adentros.

En verdad que reía para mis adentros mientras daba un trago más a mi copa de vino que en ese momento empezaba a dar calor a mis mejillas.

El instante pasaba, sabía que no tenía que dejarlo ir, como puede ser que un antojo, un momento que era solo para mí, se pudiera convertir en un montón de sensaciones tan extrañas que empujaban mi estómago. Mariposas… jaaaa…nunca había hecho algo así y ni siquiera sabía por dónde empezar, esto lo superaba por mucho, solo sé que a mí no me gustaría que nadie me molestara mientras disfruto un momento que es mío, un momento en donde los sabores y sensaciones eran solo para mí, y fue así como repetí para mí el mantra que tantas veces atrás me había funcionado… —¿Y por qué no?…—lo decía en voz muy baja, como cuando estas despertando de un sueño y al empezar a regresar a la realidad te quedas con los últimos momentos de sabores sonidos sensaciones todo en un pequeño instante pero lo tienes en los labios —¿Y por qué no?…—seguía repitiendo en los labios.

Pasaba el tiempo y seguía con mi copa de vino creo que puedo acostumbrarme a esto, mientras buscaba un poco de valor y las palabras adecuadas, palabras que nunca antes siquiera habían salido de mi boca, te veía siempre de una manera disimulada hasta donde pude ser capaz y tu seguías disfrutando de tu ciabatta y tu copa de vino tinto, yo de mis quesos… ¿qué decir, por dónde empezar, se va a molestar se va a espantar? Seguí respirando tratando de calmarme mientras ahogaba con mi vino la presión que salía de mi estómago, así que mire al cielo y dije; —¡¡¡¡ayúdame!!!!, tú me pusiste aquí ¿quieres que me levante de mi mesa y me arrepienta por no haberle saludado? — ¿Eso es lo que quieres?…

Las palabras no llegaban a mí, es más ni siquiera la menor idea de que hacer o que decirle, pensé en algo que siempre le he dicho a las personas.

—Somos efímeros nos vamos a ir de aquí algún día y yo no quiero hacerlo sin haberme arriesgado a hablarle solo hazlo, y si tienes miedo pues hazlo con miedo. Así que me dispuse a solo sentir cómo las cosas fluyen

Para rematar, como en una simple tarjeta con el mensaje de superación personal más cliché que se haya escrito jamás me dije: —el NO ya lo tienes, eso lo tienes seguro, pero… — ¿qué tal si te dice que sí?”, entonces anda ve por el sí, ganalo…

Y así el instante pasó, en esta ciudad, en este mundo, solo una historia más de millones de caras que existen. El momento lo sentí como una vela en el viento, que solo va a durar un pequeño segundo en mi vida, pero que puede resonar en todos los pasos que dé de aquí para adelante, una verdadera cascada de posibilidad, tome la decisión, justo en ese momento, me volteo a ver y nuestros ojos se cruzaron por primera vez, como una persona de piedra, aguante la mirada, y por primera vez en todo el día mis pensamientos eran igual a cero, creo que nunca había entendido el concepto de “con la mente en blanco”. Fue una cosa tan rápida, pero… para mí era suficiente, era la señal que esperaba lo sabía, de manera inconsciente lo único que pudo hacer mi cuerpo inmóvil fue levantar mi mano de manera tímida, y dirigiéndome a ella solté algunas palabras, que me parecen en este momento fueron una verdadera tragedia.

En ese momento que pude captar su atención, ella de manera extrañada se me quedo viendo con cara de no entiendo que dices, por un momento pensé que no estaban saliendo las palabras de manera adecuada de mi boca, y que de alguna manera mi lengua estaba muerta y solo emitía sonidos extraños y balbuceantes, por primera vez vi el color miel de tus ojos y volví a preguntarte… me di cuenta de que ella tenía los audífonos puestos, de manera cortés se los quito, ahora, el de la cara de qué diablos está pasando era yo, mi respiración hacia lo mismo que mis ideas y está la siguió rumbo al desfiladero donde empezaron a irse todos mis sentidos, y los segundos parecían eternos.

—solo habla inútil ya te está poniendo atención —sentía que mi cerebro ahora me daba una pequeña patada como si estuviera tratando de sacarme de un verdadero peligro, como si estuviera frente a un barranco y yo justo en la cornisa.

—disculpa el atrevimiento, no es mi intención molestarte mientras estás comiendo —por fin escuche el sonido de mi voz.

—la verdad te pido una disculpa —dije. Ella solo se me quedaba viendo aún más extrañada.

—esta semana y de manera extraña este preciso día, me han pasado muchas cosas raras, algunas buenas y otras no tan buenas, pero lo único que sé es que, si no te pregunto, es muy probable que me quedare con una voz en mi cabeza diciéndome toda mi vida el por qué no me atreví a hablarte. Ella sin quitar su cara de extrañeza solo me seguía viendo, inmóvil, perfecta, hermosa.

—sí, dime, —parecía interesada.

—quería preguntarte, si existiera una muy pequeña posibilidad, de que alguien completamente desconocido, en la calle, alguien que jamás en tu vida hubieras visto, un completo desconocido, ¿no sé…? por ejemplo el tipo que está comiendo en la mesa que está frente a la tuya, de pronto se acercará a ti y te preguntará si es posible que pudiera conocerte…

Estaba dicho y hecho, las palabras habían salido de mi boca, salieron como en cámara lenta, pero habían salido, habían sido claras y ahora entiendo que tal vez exactas, si exactas eso creo…

Ella me mostró por primera vez su hermosa y perfecta sonrisa, que me llevaría por el resto del tiempo, en ese momento me di cuenta de que mi mano seguía arriba, y que los latidos de mi corazón dejaron de existir, y si, ahora que lo pienso mi mano arriba empezaba a ser todo un caso muestra de que no solo mi mente se podía desconectar. El tiempo mismo se había detenido, se había desconectado, pero su rostro estaba relajado y eso hacía parar que él “no” cada vez se hacía más pequeño.

—qué opinas ¿crees que podría conocerte? —dije casi como un arco reflejo, como si mi ser empezara a entrar por mí a mi rescate

Me regalo su sonrisa una vez más y de su boca salieron las primeras palabras que ella me dirigía a mí:

—por supuesto, dijo sin pensarlo siquiera, y señalándome la silla de su mesa dijo:

—claro siéntate conmigo.

Le hice una seña al mesero de que me pudiera mover mi servicio y me di cuenta de que el personal estaba inmóvil observando la escena, cajera mesera y un cliente que se encontraba en la mesa de adentro y que había escuchado y visto la escena aún tenía la cuchara levantada con un poco de sopa, todos ellos igual que yo se habían congelado, esperando en qué terminaría esa escena que parecía imposible. El mesero tardó unos segundos en darse cuenta y enseguida saltó a mi mesa para llevar el resto de mi tabla de quesos y mi copa de vino a mi nueva mesa. Por primera vez el, que había sido tan ágil y veloz se detuvo en el tiempo como todos, al voltear a verlo vi en su cara la expresión de cómplice, tomé asiento frente a ella y en ese momento la voz que todo este extraño día no dejaba de callarse y de proponer nuevas ideas volvió a tomar el volante y dijo:

—y ahora que hago, en los miles de posibilidades que habíamos mentalizado mi imaginación y yo, nunca llegábamos a esta parte, así que solo me deje llevar

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