Desde mis pupilas a medio camino,

observo,

demasiados años;

lentos, veloces, agridulces.

Todavía no percibo mi edad exacta,

no soy capaz

de observarme a mí mismo

y los espejos son tan falsos.

El reloj no se detiene,

sin embargo existir es mi deber.

Intento sembrar,

para que las generaciones cultiven.

La fe, heredada de mi madre

y sus ancestros, es mi fe.

Amo la poesía, música, ríos, lluvias,

mariposas, peces, naturaleza…

fotografiar pájaros al atardecer.

Sin embargo lo más hermoso

es la familia,

con la que creces y la que crece

contigo después.

¿El amor? desparramado en el tiempo,

como germen y olvido.

7- julio- 2018

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