A las cinco de la tarde en Rivera

A las cinco de la tarde en Rivera

Ana García

06/07/2025

A las cinco de la tarde,

llora Lorca la muerte de su amigo.

Y a las cinco de la tarde,

una niña encuentra su regocijo

en el cementerio central de Rivera.

Los altos árboles flamencan sus hojas verde musgo.

Una brisa suave juguetea por el pasillo de panteones.

En un banco blanco de piedra,

alineado con tantos otros,

está la niña, a las cinco de la tarde.

Juega con el silencio de sus muertos,

respirando la quietud de sus almas.

Sentada, balancea alegre las piernitas.

Nadie está. Ella sola en el cementerio de Rivera.

A las cinco de la tarde.

En el ensueño de la siesta,

la ciudad parece deshabitada.

Todos duermen.

Y la niña busca la compañía

silenciada de sus muertos,

que le enseñan a sufrir callada

y consuelan sus lamentos.

¡Son las cinco de la tarde!

¡Ya es tarde!

Vuelve la niña a su casa,

para que su familia no note

que nuevamente se fugó al cementerio.

Las voces emergen del susurro

de la mórbida siesta riverense.

Espera ahora la niña por la próxima tarde,

soportando tantas charlas ruidosas,

hasta que nuevamente, en la quietud de los muertos,

encuentre la paz de su vida pasajera…

Hasta las cinco de la tarde.

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