El filo del cuchillo es bastante peligroso. Intento obtener cortes perfectos.
Ya puedo saborear este filete. Marinado en salsa de tomate y acompañado del mejor vino que hay en la ciudad.
El antojo es tal, que recién salido de la oficina, inclusive con el traje puesto, vine a preparar este manjar.
Es el olor que desprende mientras la crudeza se marcha, el color carmesí que se oscurece y el elixir que inunda el paladar mientras se engulle. Pero vaya esfuerzo conseguir la comida en estos tiempos. Mi abuelo lo hacía con mayor facilidad. Este hijo de puta se resistió. Se asustó demasiado cuando lo traje a casa atado, espero eso no cambie el sabor de la carne.
Que fastidio cortar desde el hueso, además la pierna pesaba lo mismo que un tronco.
Menuda pereza me dará limpiar la sangre del suelo, pero al menos, comeré bien esta semana.
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