La nada cambia dependiendo la tristeza, la alegría, la persona, el animal o la vida…

El hombre:

Lo he visto en la mañana caminar hacía su nada, paso lentos pero firmes como si fueran consientes para demorarse en llegar a su nada, ha dibujado cada línea siguiendo el ritmo de sus pasos, lento de nuevo, no sé si preciso pero le he visto repasar una sobre otra, como alargando el tiempo para terminar otro día de dibujar su nada, he escuchado cientos de palabras, a veces le he mirado para confirmar si salen de sus labios, siguen teniendo esa nota pausada como sus pasos, como sus trazos, queriendo decir tanto pero que a la vez no dicen nada.

El perro:

Asumí que recorrió cuadra tras cuadra haciendo pausas para tomar aliento o para descansar sus patas, creo que ha parado a esperar algo de alguien, a pedir con su mirada cuando el sonido de sus entrañas le ha llegado al alma, pero esa es la vida del que no habla, ladra ladra y ladra pero no recibe nada, lo veo en mi mente correr entre la gente y hacer unas frenadas para tomar impulso y acelerar la llegada a la nada, pero 4 patas, ladridos, miradas, pelos y llanto, no son suficientes para hacerles entender, sin una palabra, lo que se siente no tener nada.

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