RECUERDOS Y AÑORANZAS DE MI PUEBLO

RECUERDOS Y AÑORANZAS DE MI PUEBLO

ELE

09/08/2020

Coaña es mi pueblo. cuna de mi nacimiento, el pueblo donde nací. donde di mis primeros pasos, donde viví de manera continuada hasta los 15 años, porque los estudios y luego el trabajo me obligaron a estar fuera, aunque siempre procurando volver lo más frecuente posible.

Se dice que las raíces están en la infancia y creo que así es. Coaña es el lugar de mis raíces, y las de mis hijos, que también son coañeses, siendo Coaña un referente primordial para ellos, lo que me enorgullece en gran manera.

Últimamente no vengo mucho, pero cuando lo hago siempre encuentro la misma satisfacción, el mismo sentimiento de permanencia, y la misma alegría de reencontrarme con cualquiera de los vecinos, familiares, conocidos, y también algún desconocido, principalmente jóvenes, claro, a los que busco encontrar algún parecido familiar antes hacerles la clásica pregunta ¿ Y tú de quién eres ? mientras trato de situarlo en alguna de las familias.

Coaña, para mi, es un pueblo bonito, silencioso, verde, rural, aunque, como no podía ser de otra forma, ya no es aquel pueblo de mi niñez, el que me gusta recordar mirando desde la ventana de mi casa y viendo del «Pico de Jarrio» de frente, tan majestuoso…. testigo mudo del paso del tiempo, y siento que me vuelve aquel recuerdo inolvidable que está siempre en mi memoria….. las gentes, los relatos de los mayores, llenos de sabiduría, de muchas de las personas de aquella época en el pueblo, de las que guardo un marcado e imborrable recuerdo, las largas conversaciones de las cosas cotidianas, aquellas historias de la «Santa Compañía», que tanto nos gustaba oír, y que escuchábamos con toda atención, aunque luego no nos dejaran dormir, las cosas que aquella vecina especial nos contaba de su tierra aragonesa, con aquel acento mañíco tan diferente a nuestra «fala».

Recuerdo aquellas gentes humildes, nobles, trabajadoras, hospitalarias y muy serviciales, el chirriar de las golondrinas aposentadas en los cables de la luz buscando un sitio para hacer sus nidos, el calor y el olor de las vacas, la hierba seca, la paja, el sabor de aquellas cerezas y manzanas de casa, el pan recién cocido, aquel aire puro, las nevadas que duraban varios días, las madreñas ( que nunca supe andar bien con ellas )…. y tantas otras cosas que pienso que es bueno volver a recuperar por medio de los recuerdos y así rememorar nuestras ilusiones .

Añoro aquellos años de vida vividos en Coaña, llenos de ansiedad y de sueños, las tradiciones, aquella inocencia perdida, la ilusión dichosa de cuando éramos felices con cualquier cosa, los juegos a las canícas, a las carabañolas, la cuerda, el pañuelo…. pensar en mi pueblo es pensar en cosas, sentimientos, personas…. en hogar, amor de familia, cariño, ternura, niñez, una oleada de recuerdos, un sinfín de aventuras que siguen en las notas de mis pensamientos y es que de pronto, y cuando menos lo espero, me vuelven algunos de esos recuerdos que siempre tengo guardados en mi baúl, y me hacen revivir aquellos maravillosos momentos que son los dulces recuerdos de la niñez…. quizás sea que a cierta edad retornamos a nuestros orígenes.

No puedo dejar de reseñar a la Coaña Astur, símbolo del mundo castreño. y orgullo de todos los coañese, con sus tesoros históricos, como » El Castrillón», al que hoy llaman » El Castro «, donde tantas veces jugué, de niña, ( era el sitio perfecto ), la «Estela Discoidéa», de origen enigmático, también llamada «Piedra de Nuestra Señora».

La vida sigue, y el tiempo avanza sin detenerse, lo que hace que cambien las costumbres, que se inicie un nuevo recorrido ansioso de progreso, donde todo cambia y ya no se nota ese clamor, ese murmullo, ese sentimiento de cariño, de cercanía entre las gentes, y muchas otras cosas que se van quedando en el recuerdo

En esta época actual, en la que estamos tan deshumanizados, tan faltos de afecto, donde la tranquilidad brilla por su ausencia, donde todos son prisas, necesidades creadas,…… el paisaje sigue estando aquí, y aunque un poco cambiado, nos sigue recordando a esas gentes con las que un día compartimos techo, pan, alegrías, tristezas, romerías…. y no todo se ha perdido, porque al volver a Coaña sigo percibiendo ese olor de mi pueblo, mezcla de leña quemada, hierba mojada, a flores, a naturaleza, a vida…. y mi mente vuelve a aquellos felices días sin preocupaciones, días en que los niños teníamos tiempo para ser niños y estábamos en nuestro reino de la felicidad, y aunque el tiempo pasa, nuestros recuerdos siguen guardando intactas esas imágenes de mi pueblo y de sus gentes y vuelvo a sentir ese contacto mágico, que es como una oleada de sensaciones que me transportan nuevamente a mi infancia y me hacen sentir bien, pensando que nada se ha perdido, que todo sigue aquí, que Coaña está con la melodía oculta en su corazón, instándonos a seguir el rumbo del cambio.

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