El dolor no es de cuentos

Sin buscarlo directamente, dio la buena casualidad de que, los días previos a esta navidad, tuve la buena suerte de compartir un día completo con tus dos predecesores.

El primero es complejo, porque se entrega en forma intensa y transparente, de una forma y en una medida que parecen de otro planeta, que parecen nacer desde su generosidad más que desde mi propio mérito. Fue lindo encontrarme con él, porque su recuerdo representa mis pudores, mis temores grandes, es el primer hombre que me conoce, ni más ni menos… El es mi reflejo de todo lo que me falta (o me faltaba), y lo positivo de cerrar un ciclo con él fue notar que ya no soy el mismo, que muchas de las cosas que me faltaban, ahora las tengo, solo que no lo había notado antes…

El segundo también es complejo, porque se protege con recelo y desde sombras, de una forma y en una medida que parecen de otro lugar, que parecen venir desde su pasado más que desde mi propio mérito. También fue lindo encontrarme con él, porque su recuerdo representa mi ego, mis seguridades más grades, es el primer hombre que me desafía, ni más ni menos… El es el reflejo de todo los que me sobra (o me sobraba), y lo positivo de cerrar un ciclo con él fue notar que ya no soy el mismo, que muchas de las cosas que me sobraban, ya las perdí, solo que no lo había notado antes…

Me gustaría que este fuese tu párrafo, el tercero, pero no, aún no es tiempo, aún eres presente… Pero por algún motivo, siento que en estos 2 cierres previos están las pistas para encontrar el camino al tercero, al tercer cierre…