Cuentos y poemas dedicados a Nasrudín

Cuentos y poemas dedicados a Nasrudín

CUENTOS Y POEMAS DEDICADOS A NASRUDÍN

Nasrudín preguntaba siempre a su esposa:

—¿Cómo? ¿Por qué? ¿Cuándo?

Y ella le preguntó:

—¿Qué hace Sulaiman lanzándose a la piscina?

Entonces Nasrudín respondió:

—Sulaiman no tiene ¿cómo?, ¿por qué? y ¿cuándo?, porque se ahogó, se quedó sin respuestas.

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El compañero de Nasrudín, Amín, quería alquilar su burro y lo alquiló para transporte de enseres. Entonces, una tarde, quiso tomar Nasrudín una taza de té con Amín, y éste le respondió:

—No te puedo invitar porque la taza fue alquilada en un transporte de mi burro. No te puedes sentar alrededor de mi mesa, porque también fue alquilada la mesa. Todos mis enseres los alquila mi burro a sus demandantes, son transitorias mis posesiones.

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Este es el cartero que le entregó un paquete de correos a Nasrudín, y éste le preguntó al cartero:

—¿Debo reenviar vacía la cajeta de cartón de este paquete a esta dirección remitente?

Entonces el cartero respondió:

—El paquete no tiene remitente porque de los zapatos enviados únicamente se entrega uno.

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Construyó Nasrudín el pórtico de su casa, y le preguntó su mujer:

—¿Por qué colocas estos capiteles islámicos, que parecen nidos de abejas, en la puerta?

—Porque así huyen los ladrones de los supuestos picotazos de las abejas.

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Dijo un florista a Nasrudín:

—Vendo ramos de rosas sin espinas y ortigas que no pican.

Y entonces Nasrudín le preguntó:

—¿Para quién vendes estos ramos?

Y el florista respondió:

—Son para que las suegras no corran, ni se pinchen, ni se rasquen en el aniversario de bodas de sus hijos.

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Preguntó el banquero a Nasrudín:

—¿Por qué no avanza usted en la cola del pago de transferencias bancarias?

Nasrudín respondió:

—Porque anoche cené cangrejos y voy retrociendo hacia atrás en la cola de vuestra ventanilla bancaria.

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Fue Nasrudín al zoco y apenas andaba, quejándose de la lumbalgia. Entonces el vendedor le preguntó:

—¿Por qué te quejas, Nasrudín?

Y éste respondió:

—Porque desde que me di de baja en mi seguro de salud, mi ánimo no cubre mis contingencias de salud y, además, debes ayudarme a llevar los portes del zoco a mi casa porque me he quedado sin auxiliar de ayuda a domicilio.

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El hijo de Nasrudín, Hicham, le preguntó a su padre:

—¿De qué color son las patatas?

Y Nasrudín respondió:

—Blanquecinas.

Entonces Hicham dijo:

—Pues yo pensaba que eran marrones.

—Y son marrones por la cáscara —dijo Nasrudín.

—Sí, lo sé —dijo Hicham—, las comí así con la col y la coliflor cocidas.

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Un hombre buscaba entre sus cartas una dirigida a su cuñada en la que le daba el pésame por el fallecimiento de su suegro. Entonces Nasrudín le preguntó:

—¿Qué carta has perdido?

Y Rachida respondió:

—La carta que, me parece, incineraron con el cadáver.

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Amín quería hablar por teléfono con Nasrudín, pero no lo conseguía. Entonces éste dijo a Amín:

—¿Por qué no me dejas tus mensajes en mi contestador automático?

Y Amín respondió:

—Porque tu contestador no tiene dispositivo de «ecos» para mis mensajes.

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Mohamed le dijo a Nasrudín:

—Te debo mil , ¿cómo te los pago?

Y Nasrudín respondió:

—Cuando me envíes tus facturas pega en el sobre más sellos de la cuenta, pues yo soy coleccionista de sellos. Por favor, no me cobres intereses.

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Un labrador labraba la tierra en presencia de Nasrudín, y éste le preguntó:

—¿Puedes regalarme los cultivos de la cuarta parte de tu terreno?

Y el labrador le respondió:

—¿De dónde extraigo la cuarta parte de agua que riegue la cuarta de tus productos?

Y Nasrudín le respondió:

—De la cuarta parte de mi pozo de agua.

—Y ¿cómo llevo el agua de la cuarta parte de tu pozo a la cuarta parte de mi huerta?

Y éste le respondió:

—Con la cuarta parte de agua de los cantaros sobre tu burro, ande lo que ande.

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Estaban en la cama acostados Nasrudín y su esposa. Entonces su esposa le hablaba de un hombre de su pasado afectivo que la andada cortejando de nuevo. Entonces Nasrudín comenzó a roncar como nunca lo había hecho, y su esposa le preguntó:

—¿Por qué roncas así?

Nasrudín respondió:

—Toda la noche la pasé tumbado boca arriba sin moverme para que tu anterior amado no cupiese en nuestra cama, no me he girado para nada, ni a la izquierda ni a la derecha, no he dejado hueco alguno.

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Fue Nasrudín al mercado a vender su gallo, y preguntaba a los compradores:

—¿Tú tienes corral de gallinas?

—No tengo corral de gallinas —dijo un comprador.

—Tengo corral de gallinas —dijo el otro comprador.

Entonces le dijo Nasrudín al comprador que tenía corral de gallinas:

—Debes vender la mitad de tus gallinas al comprador que no las tiene, y debes compartir, una semana sí y otra no, mi gallo con el comprador que no tiene gallinas.

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Fue Nasrudín a la mezquita a predicar y les dijo a los fieles:

—Los que tengan pecados que vengan cada viernes a la mezquita.

Y entonces le dijo Sulaimán:

—Yo no tengo pecados, pues estoy sometido al libre albedrío, no tengo sentimientos de culpa.

Entonces le respondió Nasrudín:

—Tú también debes venir a la mezquita a predicar y contar tus hechos del libre albedrío, serás bien escuchado por los fieles y bien recibido.

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Muhammad avanzaba hacia atrás en la cola de la taquilla de ventas de tickets para entrar al cine. Entonces Nasrudín le preguntó:

—¿Por qué avanzas hacia atrás en lugar de avanzar hacia adelante?

—Porque, cuando me toque a mí pagar, ya estará cubierta la tarifa de pago que cubre los gastos de producción de esta película, y habrá entrada gratuita.

Entonces Nasrudín le dijo:

—Te conviene verla mejor en el televisor de tu casa.

—No puedo —contestó Muhammad—, porque el protagonista no soy yo.

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La mujer de Nasrudín le dijo a su esposo:

—Hoy he cambiado mi vestido en la boutique por otro nuevo y no me han cobrado nada.

Entonces le preguntó Nasrudín:

—¿Puedo cambiar mi chaqueta por otra nueva sin coste alguno?

—No —le respondió el tendero de la boutique—: Tu chaqueta no contiene tarjeta de crédito.

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Un día a Nasrudín le robaron una gallina. Una de sus plumas había caído al suelo y Nasrudín la recogió y la llevó a la comisaría de policía. Entonces Nasrudín les dijo a los policías:

—Debéis encontrar al ladrón de mi gallina, sus huellas dactilares figuran en esta pluma de mi gallina.

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Nasrudín le preguntó a Ahmad:

—¿Por qué alquilaste este puesto del zoco a mi vecina? ¿Qué quiere vender ella?

—Chismes —respondió Ahmad.

—Y los chismes sobre mi esposa ¿cuánto cuestan?

—Nada —respondió Ahmad—, esos chismes son de venta gratuita.

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Un día le dijo Sulaiman a Nasrudín:

—No puedo pescar peces contra corriente. ¿Quién me puede ayudar?

—Díselo a tu suegra, que es pescadora.

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Amín corría dando voces a Sulaiman.

—¿Qué haces montado en esa escalera?

—Estoy robando tus pájaros de tu aire para poder comer hoy.

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La vecina de Nasrudín, Aicha, le preguntó a Nasrudín:

—¿Por qué plantas tus árboles al revés?

Y contestó:

—Para que sus raíces llenen mi depósito de agua.

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La otra vecina de Nasrudín, Bouchrail, le preguntó a Nasrudín:

—¿Por qué no metes bajo el paraguas a tu hija cuando llueve?

Y le contestó:

—Porque quiero que la lluvia le riegue los pies y crezca.

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Esto es que Amín le contó un chiste sobre Sulaiman a Nasrudín y, como éste no se reía, le preguntó Amín:

—¿Por qué no te ríes del chiste que te cuento sobre Sulaiman?

Y Nasrudín respondió:

—Porque Sulaiman se cayó al suelo de mi patio escalando la ventana de mi dormitorio, queriendo colgar bien la ropa que tendía mi esposa al revés.

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Miraba la esposa de Nasrudín al pozo, viendo la luna reflejada, y ésta se cayó de forma repentina al fondo del pozo. Entonces le gritó a Nasrudín:

—¡Ayúdame a salir del pozo!

Y éste le respondió:

—Espera que vaya por la cuerda. No te apresures a salir del pozo, ya no hay luz de luna sobre tu cara, la luz del sol acaso penetre mañana desde el brocal.

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Plantaba Nasrudín en su huerta hortalizas y observó que en sus cultivos había pulgones. Entonces preguntó a Amín:

—¿Qué puedo hacer para combatir los pulgones?

Y Amín le contestó:

—Utiliza un pulverizador con jabón casero de sosa caústica, que fabrica tu abuela.

Y Nasrudín preguntó:

—¿Se bañarán las mariquitas en el jabón? ¿Se ahogarán entre la espuma del jabón? He plantado ajos porque atraen a las mariquitas.

—Entonces las mariquitas se indigestarán de comer tanto ajo en su estómago —respondió Amín. —No importa —respondió Nasrudín—. Entonces pulvirizaré a mis hortalizas con medicamentos que sean protectores del estomago, así mis mariquitas gozarán de buena salud y podrán combatir a los pulgones.

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Profesaba Nasrudín como profeta y les decía a sus oyentes:

—Yo puedo dar frutos a ese árbol.

Entonces le preguntó Amín:

—¿Pero este peral tiene sus hojas y ramas secas?

Y contestó Nasrudín:

—Yo únicamente estoy operativo en la estación de primavera, formo parte de los ciclos de la tierra.

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POEMAS DEDICADOS A NASRUDÍN

La probabilidad

Nasrudín meditaba entre contradicciones.

Si acierto, me vinculo a la mañana,

con toda la intensidad de la luz.

Si no acierto, me vinculo a la noche,

con toda la intensidad de la oscuridad

Entonces le respondieron:

Continúa permaneciendo en las contradicciones

grises de la tardes

y no busques respuestas

en los márgenes de la probabilidad,

porque lo probable está sumido en el caos.

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La mística

Una mujer le dijo a Nasrudín:

Yo quiero dedicarme al oficio de la mística contemplativa,

dedicarme a respirar con los ojos abiertos hacia el horizonte,

dedicarme a la quietud sin mis músculos tensos;

pero debo retirarme de los asados de mi cocina

y se pueden quemar las cocciones de mis carnes

y pegarse la salsa que los envuelve.

Entonces Nasrudín le respondió:

No puedes dedicarte a la mística contemplativa

pues su ayuno debe ser constante.

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Escatología

El Maestro se planta ante el espejo

con los ojos cerrados

y, como Jorge Gimeno,

él le pregunta al espejo:

¿Grabas las imágenes en perspectiva?

Y el espejo contestó:

Tu tiempo no tiene perspectivas en este espejo;

cuando desaparezcas,

el techo y el suelo de tu aposento estará recortado

por sus habitaciones de un piso suspendido en el aire

y tu espejo es, además, de tamaño reducido.

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Contexto y Texto

Nasrudín preguntó a su maestro:

¿Debo seguir las directrices del libro sagrado?

Y el maestro respondió:

Espera que te responda el libre albedrío,

que no está escrito,

que no tiene pecados,

y despójate de la culpa de sus resultados.

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