Cuando el causante padece de ese amanecer a través de las palabras, de las letras que llora en papel. Fractura verjas. Riega el pecho. Con sus raíces sostiene mi alma y la estruja con furor. La exprime haciendo a mis incógnitas regocijarse sobre el filo de mis ojos.
Te suelta.
Te limpia.
No pide perdón.
Después te soba con un sabor dulce y de risa.
Entonces primero te sangra, y luego, te cose.
Deja, pero marca con nitrógeno. Se hospeda en cavilaciones e inicia un periplo.
Así como él hay pocos, pequeñitos, very little. Por eso yo, en derivadas e integrales, respiro aire y libero aire agradeciendo de su existencia.
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