Luciana abre los ojos y lo primero que ve es a su madre. Esta mira a una mujer vestida de blanco, y luego ambas a Luciana.

¿Cómo te sientes amor?, pregunta tímidamente la madre

Luciana intenta sentarse, pero un dolor punzante en la nuca no se lo permite. Automáticamente lleva una mano hacia ese punto, y palpando siente que su cabello está corto, mira a los lados, y ve que está en una habitación blanca,

Tranquilo, es normal. El dolor, ya irá pasando, le dice la mujer desconocida, con una afable sonrisa dibujada en su rostro surcado por los años

Tranquila, susurra la madre levantando las cejas y mirando a la otra

¿Quién eres?, pregunta Luciana, y rápidamente se toma la garganta con ambas manos

Es la doctora Barriel, ella está para ayudarnos, responde la madre

Mi voz, susurra Luciana. Se sienta, y de un tirón se quita las sábanas que cubren sus piernas, niega con la cabeza, no se atreve a gritar, ve sus pies grandes, sus piernas anchas y musculosas cubiertas de vellos, y una ropa interior negra, que reconoce

Se toma la cabeza con ambas manos sin dejar moverla, y busca su cabello. Viene a su mente cuando subió a la moto con su hermano, los destellos de luz, un fuerte golpe, gritos, el intenso dolor que sintió en su cabeza y espalda, y ahora le tiembla el labio inferior mientras contiene las lágrimas

¿Luciana?, pregunta Barriel mirándola por sobre los anteojos.

Ella baja las manos, y sin mirar descubre que sus pronunciados y redondeados senos no están allí, en su lugar encuentra un pectoral delgado, y cubierto con un poco de pelo.

Si, Luciana. Afirma la joven, y vuelve a comprobar que su voz es grave.

Se levanta rápidamente, su madre y Barriel intentan detenerla, pero ella escapa y va hacia el baño. Al mirarse al espejo grita hasta sentir que se le desgarra la garganta.

Con movimientos bruscos se quita la ropa interior, y mientras su cuerpo tiembla y no logra cerrar la boca, observa su sexo.

La madre camina hacia ella pidiéndole a Barriel que las deje solas, esta obedece, luego ayuda a Luciana a volver a vestirse y la lleva nuevamente a la cama

Luciana, les dije a Diego y a ti que no salieran esa noche, que era peligroso, y efectivamente tuvieron un accidente, tu cuerpo quedó destrozado, quebrado, destruido, pero tu mente, estaba en perfecto estado entonces la guardé porque el cuerpo de Diego, con muerte cerebral, había quedado intacto. Seis meses mantuve con vida tu mente adormecida, y el cuerpo inmovilizado de tu hermano, hasta que Barriel aceptó hacer el experimento, solo ella podía poner tu mente donde está ahora, y así yo iba a tener a los dos, yo los amo, no quería dejar de ser su madre.

¿Peligroso?, peligrosa eres tú, le gritó entre lágrimas Luciana, y salió corriendo de la habitación semidesnuda y descalza, sin saber a donde ir

Cuento seleccionado para ser parte de antología, por editorial Dunken, Argentina

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