Nuestra primera noche juntos.

NUESTRA PRIMERA NOCHE JUNTOS

Vanessa me invitó a cenar en su casa aprovechando que sus padres se habían ido de viaje. Quería hacer algo especial, llevábamos dos meses saliendo y aquella era la primera noche que pasábamos juntos.

Mientras preparábamos la cena llegó Ronald, su mejor amigo. Yo no le esperaba, se había unido a última hora pero no me importó. Vanessa me había hablado mucho de él y tenía ganas de conocerle.

Cuando llegó, enseguida nos pusimos a hablar. Me contó muchas cosas sobre él. Que me dijera que era gay no me sorprendió en absoluto, lo noté en cuanto entró por la puerta.

Solo faltaba el pan y Ronald y yo bajamos a comprarlo a la tienda de la esquina.

-Así que esta es vuestra primera noche juntos… ¿eh?- el tono de sus palabras dejaba claro lo que estaba insinuando.

Cuando regresamos todo estaba preparado. Se conocían desde el instituto y mientras cenábamos les dio tiempo a contarme un montón de anécdotas.

Tras la cena abrimos una botella de ron. Yo no solía beber, pero aquella noche invitaba a hacerlo. Al principio me costó seguirles el ritmo, pero cuanto más bebía menos me duraba la siguiente copa. Al cabo de un rato el alcohol se dejó notar, pusimos música y comenzamos a bailar. Estábamos borrachos y lo estábamos pasando bien.

Después de unas cuantas copas, Ronald propuso bajar al parque que había debajo de casa para acabarnos la botella, necesitaba tomar el aire.

Después de un rato vi a un chico por allí. Me resultó raro que a aquellas horas hubiera alguien en la calle pero no le di importancia y seguí bebiendo. Cinco minutos más tarde el chico venía hacía nosotros. Entonces sí le di importancia.

-Perdona, ¿tienes hora?- me preguntó al llegar a mi lado. Tenía una pinta horrible.

-Lo siento, no llevo reloj.- dije yo, sabiendo que lo que quería no era la hora.

-¿Podrías mirarla en el teléfono?-Lo que pretendía estaba claro. Aún así probé suerte y le dije que tampoco llevaba el teléfono.

-Dame el teléfono, si no quieres que te raje la cara.- dijo y sacó un cuchillo del bolsillo.

Estaba tan borracho que lo único que pude hacer fue darle el teléfono y pedirle que se fuera. Antes de hacerlo se llevó también el bolso de Vanessa. Ronald había dejado sus cosas en casa.

En ese momento haber bajado nos pareció la mayor estupidez del mundo. Estábamos en la calle a las tantas de la madrugada, sin poder entrar en casa y sin poder llamar a nadie. Decidimos buscar a alguien que nos dejara llamar a la policía.

Llevábamos un rato caminando cuando vimos un pub abierto. La calle estaba desierta así que decidimos entrar para ver si nos dejaban llamar desde allí. En la entrada los porteros nos pidieron los carnets de identidad. Tuvimos que contarles lo que nos había ocurrido para que nos dejaran pasar.

Al llegar a la barra una pareja nos preguntó qué nos pasaba. Se lo contamos y no tardamos en darnos cuenta de que iban igual de borrachos que nosotros.

-¿Queréis que os ponga algo de beber?- nos preguntó el camarero mientras hablábamos con ellos.

-Muchas gracias pero, como verás, ya hemos bebido suficiente- respondió Vanessa cortante.

El hombre y la mujer de la barra nos ofrecieron su casa para pasar la noche. Al día siguiente, una vez se nos hubiera pasado la borrachera, iríamos a la comisaría para denunciar el robo.

Cuando llegamos a la casa salió un gatito a recibirnos. Lo cogí en brazos y comencé a acariciarlo, era precioso. De repente, sacó las uñas y me arañó con ellas. Yo reaccioné tirándolo contra el suelo.

-¿Pero qué haces? ¿Estás loco?-dijo Ronald indignado.

-Es que me ha arañado…- me excusé, sabiendo que me había pasado.

Antes de irse a dormir nos dieron unas mantas para que nos arropáramos. Luego el hombre y la mujer se metieron en la habitación y nos quedamos los tres solos en el salón. Al sentarme en el sofá oí un sonido extraño, como un quejido.

-¡Antonio, te has sentado encima del gato!- Dijo Ronald sobresaltado. Después de aquello no volvimos a ver más al gato.

Quedamos en que Vanessa y yo dormiríamos en la habitación de invitados y Ronald en el sofá.

Después de un rato en la cama sin poder dormir empecé a sentirme mareado, tenía la boca seca y todo me daba vueltas. Salí a oscuras de la habitación y me fui al salón para estar cerca del baño, sentía náuseas y sabía lo que podía ocurrir de un momento a otro.

Llegué al sofá y me tumbe con Ronald. Después de un rato sentí su mano encima de mi hombro. Supuse que estaba dormido y no le di importancia. Un poco más tarde comenzó a bajar la mano y a llevarla hacia mis pantalones. Yo la aparté pensando que no se estaba dando cuenta, pero él insistía. No podía creerme que estuviera intentado aquello siendo yo el novio de su mejor amiga.

Me incorporé para quitármelo de encima. Al hacerlo me maree y segundos después vomite en el sofá.

-Tengo que ir al baño.- dije y me fui corriendo.

-¿Quieres que te acompañe?-. No sabía si de verdad estaba preocupado o lo que quería era encerrarse conmigo en el baño así que le dije que no.

-¡Como no paréis de hacer ruido os voy a echar de mi casa!-Se escuchó al hombre desde la habitación. Parecía que ya se le había pasado la borrachera.

Al llegar al baño me senté en el suelo, alce la tapa y comencé a vomitar. Así estuve mucho tiempo, tanto, que acabe durmiéndome en la taza.

Me desperté sin saber cuánto tiempo llevaba allí dormido. Fui al salón y vi a Ronald en el sofá. Preferí irme a la cama con Vanessa.

Cuando me levanté por la mañana fui directo al salón para ver cómo había quedado después del rato que pasé en el sofá. El suelo y las mantas que nos dejaron estaban hechos un asco. Fui al baño y vi que estaba igual de sucio.

Después de que Vanessa y Ronald se despertaran lo limpiamos todo. Cuando acabamos escribimos una nota:

Muchas gracias por dejarnos pasar la noche en su casa.

Sentimos mucho las molestias que hayamos podido causarles.

Hemos fregado el suelo y metido las mantas en la lavadora”.

La dejamos en el salón, encima de la mesa para que pudieran verla, y nos fuimos.

-Esperad un momento chicos.- dijo Vanessa antes de salir del portal. Se recogió el pelo y vomitó en las escaleras.-Ya nos podemos ir.

La resaca hizo que el camino hasta la comisaria se nos hiciera eterno. Cuando llegamos nos tocó esperar en una sala llena de gente hasta que fuera nuestro turno.

Tras una hora esperando un policía nos llamó. Al entrar a su despacho nos dijo que habíamos tenido suerte, nos había tocado el policía gracioso.

-No os preocupéis. Aunque no lleve uniforme, como el resto, yo también soy policía. Os lo prometo.-dijo cuándo nos sentamos.

Antes de empezar a redactar la denuncia nos preguntó si queríamos llamar a alguien desde allí ya que ninguno de nosotros tres tenía teléfono.

-Mamá- fue ella quien contestó al teléfono-, te llamo desde la comisaria…

-¿Desde la comisaria?-me interrumpió-¿Pero qué has hecho?- parecía nerviosa.

Le expliqué lo que había pasado y le dije que no se preocupara. Le di la dirección de la comisaria y quedó en que vendría a recogerme con mi padre.

Ronald también llamó a su casa. A Vanessa sus padres le dijeron que estaban volviendo del viaje y que nos les quedaba mucho para llegar.

Luego le contamos al policía todo lo que había sucedido.

-Mejor voy a escribir que te sacó el cuchillo y te lo puso en el cuello- me interrumpió mientras le contaba esa parte-¿estás de acuerdo?- Dijo que así, si lo encontraban, tendrían más cosas contra él.

Más tarde nos enseñó unas fotos para ver si reconocíamos al chico del robo pero ninguno de ellos nos sonaba. Antes de irnos quedó en que si daban con él nos llamarían para que fuéramos a identificarlo.

Los padres de Ronald fueron los primeros en llegar. No me dio tiempo a preguntarle por lo del sofá antes de que se fuera.

Mis padres y los padres de Vanessa coincidieron en la comisaria. Cuando acabamos nos fuimos todos a comer a un bar cercano y les contamos todo lo que había pasado. Hasta ese día mis padres y los suyos no se conocían.

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