El espejo interactivo

Me levanto, gruño, camino al lavabo. Me miro en el espejo y veo lo que no quisiera y él me lo reprocha. Eso desde que he decidido poner un espejo interactivo en el cuarto de baño. Adiós al espejo bobo, de esos que solo reflejan lo que les pones delante, de los que te deshacían las ilusiones y no dejabas de intentar que ratificara: “Espejito, espejito”. Ahora nos contemplamos sin parar, nos retratamos, deseamos estar siempre perfectos.

Ahora puedo mantener conversaciones con mi imagen, que además aparece en 3D, (todavía no sé qué es un enemigo disfrazado de amigo).

El lunes por la mañana me dio los buenos días en brasileño, porque el espejo, todavía sin configurar habla por defecto en ese idioma. No había dormido bien y lo he mandado a la mierda.

A la mañana siguiente me ha dado los buenos días y me acusado de no haber evitado el chorizo de la cena y los dos últimos

gin-tonics.

Me pregunto: ¡Detecta el colesterol y los índices de alcohol de mi cuerpo!

Pedí un modelo modificado de la versión “Reina malvada”, versión que dice que soy el mejor.

Llamo al instalador, me confirma que es la versión que solicité, pero que inicialmente pueden tener algún desajuste. Me tranquilizo. A la mañana siguiente, me levanto y con temor me dirijo al lavabo: —“Buenos días”— le digo—“buenos días” —contesta y sin tregua me acusa por mis actitudes de frustración, resignación y culpa, me comenta mi auto boicoteo inconsciente, es decir, que mis intenciones y mi voluntad andan por un lado y mi conducta por otro.

¡No puedo creerlo! ¿Es un espejo policía?, ¿sanitario? ¿de autoayuda?, Rápidamente, busco el interruptor y apretó el “Off”, Respiró, esto no me puede pasar a mí.

Llamo al instalador, descargo mi rabia con él, le digo que debe venir enseguida. No dice palabra. Creo que ante mi enfado está desorientado. Me contesta que sin falta pasa esta tarde. No pasa.

En la posición “off” no me reflejo. Es como si no existiera.

Tengo que llegar a un acuerdo con él, pero temo que con su rapidez parlanchina, yo no pueda decir ni palabra,

Busco una estrategia. Me cuelgo un letrero en el cuello que dice: “Hablo yo primero o de lo contrario te devuelvo”. Presiono el “on”. Llegamos a un acuerdo, él complacerá mi “ego” y ha cambio los primeros viernes de mes aguantare su matraca.

Enciendo la luz y entro de puntillas en el baño:”Buenos días”, “buenos días ¿Cuál es tu deseo para hoy? Le digo: Hoy quiero vivir mi día Brad Pitt”

La imagen que refleja de mí es extraordinaria estoy total.

Me siento guapo, inteligente, audaz, ¡soy el mejor¡

Salgo del baño y oigo una voz que viene del lavabo: “será imbécil, cómo se lo puede creer con esa cara y ese andar de besugo que tiene”.

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