Capítulo tres (Del otro lado)

Capítulo tres (Del otro lado)

Milos Caliope

21/11/2017

CAPITULO TRES

REHABILITACIÓN

A la mañana siguiente la encargada de venir por mí es una mujer mayor muy sonriente que se aparece con una silla de ruedas en la cual intenta sentarme con mucho cuidado, tanto que me trata como si en cualquier momento me fuera a romper. Sé que solo está cumpliendo con su trabajo y está siendo muy cuidadosa, pero ya quiero dejar de sentirme así.

Al notar que Maggie también se encuentra despierta; la mujer me pide un permiso y se retira apresurada de la habitación. Me imagino que al volver lo hará con la doctora Kumiko o con algún otro médico que esté a cargo. Pero no lo hace, en cambio regresa empujando otra silla de ruedas en la cual intentara sentar a Maggie.

Cuando ambos nos encontramos sentados en nuestras respectivas sillas de ruedas la mujer se dispone a empujar la silla de Maggie por lo que asumo que yo me tendré que impulsar sólo. No me equivoco. Cuando la mujer saca a Maggie de la habitación regresa a verme y me sonríe cálidamente.

– ¿Nos vamos? – me dice mientras inclina ligeramente la cabeza hacia un costado.

– Por supuesto – le digo entusiasmado – usted diga dónde.

Primero nos dirigimos a lo que la mujer nombro “cuarto de aseo”, que es una habitación muy amplia en la que encontramos lavadores muy bajos, casi como si hubiesen sido diseñados para personas en sillas de ruedas que se van a lavar los dientes. Mientras que yo me aseo por mi cuenta la mujer se encarga de Maggie en el otro extremo de la habitación que se encuentra separado por unas cortinas. Cuando terminan nos dirigimos a un comedor para tomar el desayuno. Mientras comemos lo que debe ser alguna especie de ensalada de frutas de la localidad pienso en que clases de ejercicios haré en mi primera sesión de rehabilitación y me pregunto qué dirá la doctora Kumiko del despertar de Maggie.

Más tarde nos encontramos de camino al cuarto de rehabilitación. Anteriormente, mientras comíamos, la mujer que se presentó como Esthela la primera vez que nos vimos nos contó que esta mañana el cuarto había sido reservado solo para nosotros. Trato de no asombrarme por la noticia y en cambio le comento a Maggie de mi encuentro con la doctora y lo que ella me ha comentado de este lugar.

Cuando llegamos verdaderamente me asombro por lo que veo: el cuarto está completamente vacío, bueno, no del todo. Hay una figura de una mujer sentada en el suelo justo en el centro de la habitación de rehabilitación. No tengo que suponer nada, sé quién es.

– Hola chicos – nos saluda la doctora a nuestra llegada – que bueno que por fin llegaron.

– Disculpe la demora doctora – dice Esthela mientras se inclina hacia ella.

– No te preocupes Esthela – pronuncia Kumiko – tuve un poco de tiempo para re-organizar lo que vamos hacer hoy.

– De todas maneras me disculpo, con permiso – Esthela vuelve a inclinarse ante Kumiko y ella también hace lo mismo. Después abandona la habitación no sin antes despedirse de nosotros.

– Bueno muchachos ¿listos para lo de hoy? – nos pregunta Kumiko volviéndose hacia nosotros.

– Yo… yo soy Maggie – se presenta mi pequeña acompañante sin retirar la vista de su regazo.

– ¡Oh! Si, se me estaba olvidando – se excusa la doctora mientras se lleva una mano detrás de su cabeza – no te preocupes, estoy al tanto de todo.

Esthela se lo ha comunicado – anuncio más como afirmación que pregunta.

– Así es – me contesta ella sonriente – todo lo que tenga que ver con ustedes nos concierne a ambos.

– ¿A ambos? – repito esto último algo confundido.

– Sí, a ambos – oigo una voz familiar que se aproxima detrás de nosotros.

Para cuando nos volvemos a ver al autor de esas palabras encontramos a un muchacho de aproximadamente metro ochenta y contextura atlética recostado en el umbral de la puerta. Después que nuestras miradas se cruzan nos regala una sonrisa y da unos pasos hacia nosotros, cuando lo hace oímos un sonido mecánico y la puerta se cierra.

– Lamento mucho lo de anoche… – dice mientras gesticula con las manos –…veras no tengo mucha experiencia en este tipo de cosas.

Me parecía una persona sumamente rígida, no solo por la postura inicial en la que lo encontramos (con la que parecía el tipo rudo que suele aparecer en los animes que solía ver), sino también por la expresión fría que me mostró hace unas horas cuando intentaba darme las explicaciones. Ahora que tengo la oportunidad de verlo más detenidamente me doy cuenta que no se trata de una persona adulta, sino de un joven de aproximadamente veinte a veinticinco años.

– Lo que intenta decir mi estimado Crissos – explica Kumiko al percatarse del silencio incomodo que se ha formado – es que es un supervisor no-va-to.

– Eh… bueno, sí – intenta intervenir Crissos mientras se rasca la sien con su dedo índice – Kumiko por favor deja de hacerme bromas con ese asunto, no me estas ayudando para nada.

Alcanzo a oír una risita a mi lado y si no es por eso seguiría pasando por alto la participación de Maggie en la conversación.

– ¿Y qué es lo que vas a supervisar? – lanzo la pregunta de una manera fría que me arrepiento después de haberlo hecho.

– A ustedes para ser exactos – me contesta Crissos sin más.

– ¿A qué se refiere con supervisar? – pregunta Maggie sin dirigirse a ninguno de los dos – ¿A caso somos parte de algún experimento?

– Para nada linda – le responde Kumiko mientras se agacha hacia ella y coloca sus manos suavemente sobre sus hombros – solo estamos aquí para ayudarlos y evitar que se hagan daño.

– ¡Ah! ¿Se refiere a que nos ayudaran a desarrollar nuestros poderes? – vuelve a preguntar la pequeña, pero esta vez de una manera enérgica, como que si le agradara la idea.

– ¡Vaya! Parece que alguien te ha puesto al día sobre la situación – me sonríe Kumiko al verme mientras le contesta.

– Bueno, sí – me excuso – era lo único que se me ocurrió para hacerle conversación y que se tranquilizara.

– Hiciste bien – me dice Crissos mientras coloca una de sus manos en mi hombro. Es pesada y la siento muy firme, eso me llena de confianza.

– ¡Bien! – rompe el silencio la doctora – como no hay mucho que explicarle a nuestras nueva integrante voy a explicarles lo que vamos hacer el día de hoy.

Después de esa pequeña plática Kumiko nos presenta formalmente a nuestro nuevo y novato supervisor, el cual tenía preparado un pequeño discurso de bienvenida que a Maggie le termino por gustar tanto que aplaudió al final. La doctora y yo la acompañamos mientras que Crissos recibía los aplausos como lo haría un comediante después de presentar su show. De la misma manera Crissos presenta a la doctora como el personal médico de nuestro equipo y ella expresa sus deseos de trabajar con nosotros, aunque no en la parte médica para ser exactos, sino en la parte en que tengamos que desarrollar nuestros dones y talentos puesto que está muy ansiosa por descubrir cuál de todos se nos ha sido otorgado.

– Bien les voy a explicar para que estamos aquí – dice nuestro nuevo supervisor mientras nos invita a seguir con un gesto que hace con la mano – primero que nada Kumiko nos ayudara con la parte de rehabilitación física. Y luego cuando se hayan acostumbrado a sus nuevos cuerpos podremos avanzar con la siguiente etapa de nuestro entrenamiento.

Nos miramos entre Maggie y yo y ambos sabemos lo que tenemos que hacer: daremos nuestro mayor esfuerzo por adaptarnos a estos cuerpo y luego descubriremos el por qué estamos aquí.

– Bien empezaremos con los ejercicios de hoy – anuncia Kumiko mientras se acerca a una de las paredes de la habitación y posa su mano derecha en ella. Al instante aparece una pantalla holográfica en la que digita algo – ¿están listos?

Dicho esto termina de presionar el que sería el último comando y pequeñas secciones del piso del cuarto empiezan abrirse y surgen de ellas barandas y toda clase de instrumentos que fácilmente reconozco porque estoy muy familiarizado con ellos. Cuando los mecanismos terminan de moverse la habitación de rehabilitación está completamente equipada para lo que vamos hacer.

– ¿Cómo ha sucedido eso?

– Tranquila pequeña, esto es parte del sistema – explica Crissos – bien, comencemos.

– Antes de iniciar quiero darles una recomendación – indica nuestra doctora.

– Es cierto se me estaba olvidando, Kumiko ¿das los honores?

La doctora se quita sus anteojos para limpiarlos con un pañuelo que ha sacado del bolsillo trasero de su buzo, que por cierto es muy parecido al buzo de Crissos y me imagino que es un uniforme de la institución en la que estamos. Ella nos explica que debido a que nuestras mentes han intercambiado de cuerpo la rehabilitación consiste en lograr que nuestra mente se termine por acostumbrar a darle órdenes a nuestro nuevo cuerpo. Parece sencillo, pero después de algunos intentos ya estoy deseando volver a mi silla de ruedas.

– ¿Te doy un consejo? – me dice Crissos que se está haciendo cargo de mí.

– Sí, dime por favor.

– Antes de hacer algo imagínate haciéndolo – me dice mientras frota en círculos sus dedos índices en sus sienes – recuerda que lo que se tiene que rehabilitar es tu mente, no tu cuerpo.

– Sí, suena lógico – le digo mientras acaricio mi barbilla como reflexionando al respecto.

– Sabes, eso no te va ayudar de mucho de este lado – me dice con una sonrisa perezosa.

– Lo siento, no quiero que pienses que te estaba cuestionando… – me siento avergonzado de mi anterior comentario así que agacho la cabeza –…solo intentaba ser un poco casual.

– Descuida, para nada pensé eso – ahora su sonrisa es más pronunciada – es más, ni siquiera pensaba que me estabas cuestionando.

– Entonces…

– Lo que quiero decirte es que la lógica no te permitirá entender las cosas en este mundo o dimensión, o como quieras tomarlo.

– ¿A qué te refieres?

– Me refiero que hay cosas aquí que la mente humana no termina por entender, por eso te recomiendo que abras tu mente.

– Eso es justo lo que me dijo la doctora Kumiko – le digo algo emocionado.

– Es seguro, ella me lo enseño a mí – su respuesta me sorprende un poco.

– Eso quiere decir que ¿tú también has pasado por esto? – le digo dudando de mis palabras.

– Claro, al igual que Kumiko, yo también he despertado – me dice y coloca una mano sobre mi hombro. Es la segunda vez que me llena de confianza – te voy a contar algo que te ayudara de mucho; todas las personas de este lado que puedan utilizar dones o talentos han experimentado un “despertar”.

– Entonces ¿tú también tienes poderes?

– Sí, pero no puedo mostrártelos.

– ¿Igual que la doctora Kumiko? – pregunto y es más que seguro que en mi rostro hay un gesto de desaprobación.

Crissos sonríe un poco, me da unas palmaditas con la mano que tenía en mi hombro y luego se pone de pie.

– Es una de las reglas de este lugar: No podemos mostrarles nuestros poderes a los recién despertados hasta que estos puedan controlar por completo su nuevo cuerpo.

– ¿A qué se debe eso?

– La verdad es que no lo entiendo del todo, pero tiene que ver con las ganas del otro sujeto de querer hacer lo mismo. Un recién despertado podría salirse de control y eso sería fatal dependiendo del don o talento con el que ha despertado.

Cuando él termina de decir eso recuerdo mi ataque de pánico y cómo a causa de la desesperación me estaba convirtiendo en un charco de mí mismo.

– Entiendo…

– Pero no te preocupes – me anima mi entrenador – pronto podrás utilizar tus poderes al máximo y desarrollar otros.

– ¿Otros? – pregunto sorprendido – ¿acaso recibiré algo más que la elasticidad?

– El talento de la elasticidad es muy útil – afirma con una sonrisa de satisfacción – pero en teoría podrás desarrollar hasta cuatro dones o talentos antes de cumplir los dieciocho años.

– ¿Por qué hasta los dieciocho?

– Es la edad límite para todos – me responde – cuando pases esa edad estarás a salvo y podrás desarrollar más dones o talentos.

– ¿A qué te refieres con que estaré a salvo? – cuando digo esto noto por el rabito de mi ojo izquierdo que la doctora y Maggie se acercan a nosotros.

– Espera a que estemos todos Crissos – suplica Kumiko – de esa forma estarán a la par.

– Está bien, vengan, acomódense – les dice mientras señala un lugar junto a mí – les voy a contar.

Cuando la doctora Kumiko y Maggie ya se han sentado en forma de indio junto a mí Crissos nos empieza a explicar lo que él considera es lo básico para nosotros. Nos dice que tanto él como Kumiko han despertado y nos da una breve explicación de lo que eso significa, aunque agrega que le llaman “despertar” porque cuando una persona lo experimenta siente que todo lo que ha vivido del otro lado de la dimensión en donde se encuentra ha sido todo un sueño.

También nos hace saber que en estos momentos nos encontramos en una ciudadela flotante. Agrega que de este lado la tecnología se encuentra más avanzada que de donde vinimos por lo que tendremos que acostumbrarnos a algunas cosas – espero que no sea nada de números, porque soy malo en eso. – Parte de su relato es una historia que se le tiene que contar a cada persona que ha despertado. Comienza diciéndonos que en un principio los habitantes de esta dimensión desconocían completamente la existencia de otra dimensión y por ende lo que hoy en día es conocido como “Usuarios”. Un usuario es la persona que ha despertado en esta dimensión y puede utilizar dones y talentos. Hace aproximadamente sesenta y cinco años despertaron los primeros doce usuarios, ellos tuvieron que aprender por su cuenta sobre la situación y a aprender a controlar sus poderes mientras eran perseguidos por las personas que los consideraban monstruos y aquellos que querían experimentar con ellos, puesto que desafortunadamente su despertar había coincidido con los inicios de una guerra nuclear entre las naciones. Lo que los científicos querían eran los poderes no la colaboración de estos primeros doce chicos, así que estas personas se mantuvieron ocultas hasta que la guerra estallo.

Los mares se contaminaron, el cielo se quemó y la tierra poco a poco se hacía inhabitable. Los sobrevivientes a la devastación fueron testigos de cómo los animales se fueron transformando en horribles monstruos para sobrevivir a la contaminación radioactiva que desolaba la faz de la tierra. En el momento menos esperado y cuando ya casi todos habían perdido las esperanzas una nación que no se había visto comprometida en la guerra se alzó por los cielos en grandes naves a las cuales llamaron ARCAS. Las ARCAS emulando a la historia contada en la Biblia sobre Noé y el diluvio albergaban no solo habitantes, sino también flora y fauna que pudo ser rescatada antes de la explosión de las bombas. Los líderes de esta nación habían estado refugiando a estas doce personas que tras ocurridos los hechos tomaron el liderazgo de esta nueva nación que ya se alzaba por los cielos.

En una gran demostración de humanidad los doce expandieron todos los recursos de las ARCAS para convertirlas gradualmente en pequeñas ciudadelas y así contar con espacio suficiente para los sobrevivientes que se habían refugiado en cuevas cerca de volcanes o en las profundidades de la tierra. Solo se rescataron a los más jóvenes y a los adultos más aptos (ósea a los que no estaban comprometidos con material radioactivo) por lo que quedaron pequeños grupos que se reagruparon en una ciudad subterránea, aunque nadie sabe si persisten en la actualidad. De esta manera se formaron las cinco únicas y grandes ciudades que persisten en la actualidad sobrevolando las nubes contaminadas que bañan la tierra con lluvia ácida.

La conformación de la sociedad en los cielos fue tarea difícil, pero de ello también se ocuparon los doce primeros usuarios que se repartieron entre las cinco flotas para poner orden y disciplina entre los habitantes. Todo parecía que marchaba sobre ruedas hasta que con el tiempo se avecino la primera gran dificultad de esa nueva generación: combustible.

Paradójicamente lo que había destruido los recursos, se convertiría en la única manera de seguir viviendo. De ese modo se empezó a usar combustible nuclear para sostener las ciudades flotantes.

A la par otras personas empezaron a “despertar”; asustados y desconcertados por lo que estaba pasando muchos de ellos perdieron el control y murieron, las personas restantes fueron entrenadas por los usuarios y se llegaron a convertir en los primeros supervisores, un supervisor es un usuario que ha logrado controlar todos sus dones y talentos y se encuentra apto para entrenar a nuevos usuarios.

Una vez establecido el sistema de los supervisores los primeros usuarios bajaron a la tierra en busca de la solución a sus problemas, desafortunadamente mientras que ellos se encontraban ausentes algunos de los nuevos usuarios se rebelaron contra el sistema y dieron un golpe de estado para hacerse del poder. Tiempo después cuando parecía que ya no volverían uno de ellos lo hizo; el último. Él fue el encargado de derrotar a los opresores y exiliarlos en la tierra, donde su fin es desconocido. También trajo la estabilidad a la nueva generación, estabilidad que perdura hasta entonces.

No se sabe que es lo que le aconteció a los demás usuarios, pero lo más probable es que murieron durante la misión que ellos mismo se impusieron.

Pasando a la actualidad mi nuevo supervisor nos explica que cualquier persona menor de dieciocho años es candidato a un nuevo despertar por lo que los ciudadanos de esta y las otras ciudades tienen que cumplir con un protocolo de seguridad a la más mínima sospecha de un “despertar”.

El protocolo consiste en que cada persona adulta dentro de una familia al notar que uno de sus hijos presenta comportamientos extraños como desmayos, pesadillas, sueños mientras se está despierto o sueños en donde se realiza o se habla de cosas que no se conocen, deberá de informar de manera inmediata a las autoridades y mantener en observación al posible candidato. Por lo general son falsas alarmas, pero cuando la persona en mención experimenta que sus “sueños son tan reales como la realidad misma” es señal de que se tiene que despedir de sus familiares, pues está a punto de realizar un viaje sin retorno a la otra dimensión. Cuando esto ocurre las familias tienen la obligación de olvidarse de su ser querido y continuar con sus labores. Crissos explica que por más doloroso que esto suene es necesario puesto que de alguna manera las personas que despiertan no los recuerdan como familia. Es muy probable que se vean como sus seres queridos, pero ya no lo son. Y a este último comentario añade que aunque implique perder a un miembro de su familia todos los ciudadanos adultos, sin excepción alguna esperan que uno de sus hijos despierte a esta dimensión como un usuario; y todos los jóvenes menores de dieciocho esperan experimentar un despertar. Todos quieren contribuir de una manera u otra con la sociedad que los mantiene a salvo.

A esto la doctora Kumiko nos hace la referencia que todas las personas menores de edad son las que tienen la mejor salud y estado físico en todas las ciudades. Digamos que es otra forma de contribuir de los ciudadanos el entregar un cuerpo saludable y sano a los usuarios que despiertan.

Para finalizar Crissos nos resalta dos cosas que tenemos que tener muy en cuenta y una tercera que no debemos olvidar: lo primero es que todo habitante de esta ciudad y de las demás ciudades flotantes existentes tienen la obligación (aunque lo hacen con mucho gusto) de ayudar y socorrer, si es que es necesario, a un usuario en apuros. Lo segundo es que como al despertar ninguno tiene familia; todo usuario viene a ser responsabilidad del estado y a tener un compromiso con este y con la sociedad, así que no es que sólo ellos nos sirvan sino que nosotros también les tenemos que servir a ellos con nuestros dones y talentos. Y tercero, que nunca debemos olvidar que una traición por parte nuestra contra el estado y la sociedad no será perdonada; ya que como usuarios tenemos una gran responsabilidad, a la más mínima sospecha de traición mayor será el castigo. “Tener un poder, significa asumir una gran responsabilidad” fue lo último que nos dice con respecto al tema.

– Vaya no sabía que se tomaran las cosas tan en serio – dice Maggie después de escuchar esto último.

– Es necesario para mantener el orden, linda – le responde Kumiko forzando una sonrisa. – pero no te preocupes a las niñas responsables como tú no les pasará nada malo.

Ese último comentaría hace que todos esbocemos un pequeña sonrisa.

– Es por lo del golpe de estado ¿cierto? – pregunto dirigiéndome a Crissos. – es porque no quieren que se repita que se toman esas medidas, ¿verdad?

– Así es Aru – me responde él – nadie quiere que se repita esa tragedia.

– Sabían que ya puedo caminar por mí misma – oímos decir a Maggie. Y entiendo que es su forma de cambiar de tema. Todos la aceptamos.

– Sí, ya lo había notado – le digo – pero como estaba tan interesado por lo que nos tenía que decir Crissos me olvide de decírtelo.

– Que malo que eres hermano – me reclama ella e infla los cachetes como una niña berrinchuda.

Todos reímos con la graciosa escena por un momento. Es bueno que ella se esté tomando las cosas de buena manera, en especial con eso último que nos mandó a no olvidar nuestro supervisor. Pensé que estaría asustada y me alegra estar equivocado.

– Espera, ¿y por qué lo de “hermano”? – le pregunto todavía riendo.

– ¿Qué? ¿aún no te lo han dicho? – me responde ella.

– Sí, sí… ha sido error mío Maggie – interviene nuestra doctora. – antes de que tú y ella despertaran ustedes eran miembros de la misma familia, eran hermanos.

No puedo creer lo que me está diciendo. Miro a Maggie y ella me sonríe, luego miro a Kumiko esperando a que me diga que no es más que una broma, pero no lo hace.

– ¿Qué pasa Aru? – me pregunta Maggie – ¿no te gusta que te diga así?

– No es eso – le digo rápidamente como respuesta – es solo que de pronto me siento mal porque alguien haya tenido que dar a sus dos hijos para que hayamos podido despertar.

– Eso no es un problema – me dice Crissos – esas personas estaban contentas de hacerlo. Fue su mayor logro como padres en esta sociedad.

– Me gustaría poder hablar con ellos para disculparme – le digo.

– No tienes que disculparte de nada querido – me dice Kumiko sujetándome por mis hombros – era algo que simplemente paso.

– Aun así quisiera hacerlo – le suplico a Crissos sabiendo que él tiene la última palabra – por favor.

– A mí me gustaría acompañarte – me dice Maggie – después de todo también era parte de esa familia.

– Verán, no es algo que normalmente se haga – empieza a decir Crissos – pero, no creo que haya problema sino interferimos con sus labores.

La doctora sonríe con esa propuesta y alcanzo a ver un pequeño rubor en las mejillas de nuestro supervisor.

– Pero primero tendrán que superar esta primera etapa – nos alcanza a decir – de otra manera no podrán dejar el hospital.

Todos estamos de acuerdo con eso. Miro a Maggie y le extiendo una sonrisa. A la distancia a la que estamos muevo mis labios para decirle, sin pronunciar ninguna palabra: “Gracias” sin esperar que ella lo entienda. Para mí sorpresa ella hace lo mismo y me dice: “De nada”. Definitivamente hemos sido hermanos en esta dimensión y no me importaría seguir siéndolo.

Al cabo de dos semanas mi ahora nueva pequeña hermana y yo hemos superado la primera etapa de la rehabilitación y ahora dominamos completamente nuestro cuerpo como si fuera el de la dimensión del que venimos. Ahora nos toca la segunda etapa, la que tanto hemos estado esperando todos nosotros. Hoy nos toca aprender a controlar nuestros poderes.

Una vez instalados en el cuarto de rehabilitación, que ahora ha pasado a ser nuestro cuarto de entrenamiento, estoy a la espera de saber qué clase de circuito ha preparado Crissos para nosotros en esta ocasión; pero, en vez de eso nos reúne en el centro de la sala como la primera vez y nos sentamos todos en posición de indio formando un circulo.

– Primero que nada – empieza a hablar nuestro supervisor – quiero que sepan que estoy muy orgulloso de todos ustedes, cada uno ha dado lo mejor de su parte para superar esta primera etapa en tiempo récord.

– ¿Cuál es el tiempo promedio para la primera etapa entrenador? – pregunta Maggie y a todos se nos escapa una pequeña sonrisa, no por lo que ha preguntado sino por cómo ha llamado a Crissos.

– Pequeña Maggie – le responde Crissos aun con la sonrisa en el rostro – yo soy tu supervisor, no tu entrenador. Pero no te preocupes, puedes llamarme por mi nombre sin ningún problema.

– De verdad se me permite llamarte por tu nombre – pregunta ella algo dubitativa.

– Cariño – interviene Kumiko – nada nos haría más felices.

– ¡Kumiko, Crissos! – exclama ahora más entusiasmada – gracias por cuidar de mí, ¡los quiero mucho! – Y es esta última frase la que los enternece a ambos.

Me siento muy feliz por ella, se está adaptando muy bien a todo esto. Aun no logro entender como una persona tan amable y cariñosa pudo terminar por conectar con esta dimensión; según lo que me ha comentado Crissos en estas dos últimas semanas en las que hemos venido trabajando juntos, es que para cada usuario es la misma historia: “del otro lado no fuimos nadie, no se nos consideró nunca, a decir verdad era como si no existiéramos”. Fueron las palabras que me menciono él cuando le pregunte por su vida en la otra dimensión.

No se aparta mucho de mi realidad; yo fui considerado un nerd en mi vida en la otra dimensión, un maldito “sabelotodo” que no servía más que para copiarle la tarea o que te sople las respuestas del examen. Años atrás cuando recién entraba a la escuela me propuse a mí mismo hacer tantos amigos como pueda, puesto que ya no quería estar solo, pero era muy tímido y todos mis intentos por acercarme a alguien fallaron. En cambio los chicos “geniales” de la escuela me comenzaron a considerar su blanco para sus bromas más pesadas. Ya con el tiempo ellos fueron dejando la escuela; algunos porque se graduaban y la gran mayoría porque se retiraban de los estudios. Con todo esto me di cuenta de mi verdad: no era importante para nadie en la escuela, hasta mis propios profesores me miraban con indiferencia. En la vida que deje atrás en la otra dimensión, yo… era invisible.

– Te sucede algo hermano – me pregunta Maggie y hace que me sobresalte un poco – te noto raro.

– Como que te fuiste por un tiempo – agrega Kumiko.

– No, solo estaba pensando en lo que vamos hacer hoy – les miento.

– Bueno, si ese es el caso – dice Crissos – lo primero sería saber cuál es el primer poder que tiene Maggie y determinar si es un “don” o un “talento”.

Con esto recuerdo otra de nuestras conversaciones en la que le pregunte al respecto. Él me contesto que los superiores, ósea los primeros doce usuarios, habían determinado nombrarlos de esa manera, dividiendo a los poderes que desarrollaban al máximo nuestras habilidades humanas como “talentos” de los poderes extraordinarios que manifestaban algún cambio en la fisionomía del usuario que lo utilizaba, “dones”.

– Entonces… que es lo que tengo que hacer – pregunta Maggie un poco ansiosa.

– Kumiko te dirá qué es lo que tienes que hacer Aru – me sorprendo un poco con lo que acaba de decirme – esta mañana me toca entrenar con Maggie.

Nos separamos en los dos lados opuestos de la habitación y en uno de ellos veo a Maggie y a Crissos sentados en forma de indio haciendo gestos como que están meditando.

– Bien, esta mañana conocerás algunos de mis poderes – anuncia Kumiko mientras estira.

– Espero que no te contengas – le digo con una sonrisa.

– Si no me contengo estaríamos peleando, no entrenando.

– Ok, entiendo… entonces ¿qué es lo que vamos hacer? – pregunto sin dejar de sonreír.

– Tú posees el talento de la elasticidad – anuncia mientras me examina con la mirada y acaricia su barbilla – así que eso es lo que vamos hacer.

– ¿Qué? ¿vamos hacer ejercicios de elasticidad? – le pregunto algo burlón.

– Exactamente – me dice ella mientras se acerca a mí para poner su mano derecha en mi hombro – primero tienes que ser consciente de tu propia flexibilidad antes de estirar tu cuerpo.

– Muy bien, entonces empecemos.

Kumiko hace que haga toda una serie de ejercicios pasándome los brazos por detrás de la espalda y las piernas por detrás de mí cuello. Todo se siente muy natural, como si hubiera podido hacer eso todo el tiempo.

En el otro lado de la habitación observo como mi hermana ahora está haciendo lo que supongo son ejercicios de relajación. Tal parece que aún no saben cuál es su poder.

Cuando me doy cuenta Kumiko ya ha insertado algunos comandos en la pantalla holográfica de la habitación y aparecen a mi alrededor, emergiendo del piso, cuatro paredes blancas que no llegan a conectarse y es gracias a eso que aun logro ver a Kumiko que se acerca a donde estoy. De las paredes se abren algunos compartimientos y queda vacío ese lugar. Pareciera que estoy en una prisión hecha de queso.

– Escucha con atención – me dice la doctora desde afuera – te voy a lanzar algunos rayos y quiero que los esquives.

– ¡¿Qué Me va a lazar qué?! – estoy un poco aturdido con lo que acabo de oír. ¿Acaso lo que dijo que me iba a tirar eran rayos?

No demoro mucho en darme cuenta de que es verdad. El primer rayo aparece de unos de los agujeros de la pared que está enfrente de mí y casi como puro reflejo hago mi cuerpo a un lado, pero no me muevo del todo, la parte inferior de mi cuerpo se queda inmóvil y es mi dorso el que se ha tirado hacia mi izquierda formando una ligera curva. Es obvio quien lo ha lanzado.

Más rayos empiezan a atacarme y continúo esquivándolos tanto como puedo. Si pudiera verme en este momento estoy seguro que luciría como el hombre elástico de los Cuatro fantásticos cuando se enfrenta a sus enemigos. Un rayo me ataca por una pared lateral y me estiro hacia adelante para esquivarlo.

– ¡Bien! – me grita Kumiko desde fuera – ahora las cosas se podrán un poco serias.

– ¿A qué te refieres?

Y antes que pueda decir algo más los aguajeros de las paredes cambian de posición a una formación aleatoria. No solo cambian de posición, sino que también noto que han aparecido más.

La tarea sigue siendo la misma; tengo que esquivar todos los rayos que me sean lanzados. Cuando inicio noto que ya he agarrado confianza en esto de esquivar rayos y me muevo con seguridad en los aproximadamente cinco metros cuadrados que tengo de espacio. Noto por una de las aberturas de la caja en la que estoy que Maggie y Crissos se han acercado a ver mi entrenamiento, así que trato de dar mi mayor esfuerzo, pero luego noto algo que me sorprende y hace que pierda la concentración; Kumiko literalmente me está lanzando rayos.

Veo como ella toma descargas eléctricas que saca de los que podría ser toma corrientes que están junto a sus pies y los lanza con su mano derecha a la caja en la que me encuentro mientras que con su otra mano hace movimientos que no entiendo, pero que me imagino que son para darles dirección a los rayos.

Logro esquivar hasta tres rayos más cuando un cuarto rayo llega a impactar en mi hombro derecho. Debería de estar sintiendo un adormecimiento en todo mi cuerpo, sin contar las terribles quemaduras de tercer grado, pero no sucede nada de eso, en cambio hay un corte de aproximadamente cinco centímetros que ya está emanando sangre.

Las paredes retornan a su lugar en el piso y veo a Kumiko avanzar rápidamente hacia mí.

– No te levantes Aru – me ordena nuestra doctora – voy a curarte inmediatamente.

– Espera – la detiene Crissos.

– ¡Si no hago algo pronto se va a desangran! – le replica ella – como su doctora no voy a permitir que eso suceda.

– Y yo soy su supervisor, Kumiko – con esa respuesta ella se calma y deja de forcejear.

Aun no entiendo nada de lo que está pasando, solo sé que tengo un corte en uno de mis hombros y me estoy desangrando mientras que mi supervisor le ordena a nuestro personal médico no hacer nada para darme los primeros auxilios. Por más que le doy vueltas al asunto en mi mente no entiendo nada, pero aun así sigo confiando en Crissos, no solo por ser mi supervisor, sino porque se ha convertido en alguien en quien confiar.

Maggie se acerca y se arrodilla junto a mí, pone sus dos manos sobre mi herida y cierra los ojos, luego la veo hacer los ejercicios de relajación que estaba haciendo antes y trato de imitarla.

– ¿Está haciendo lo que creo que está haciendo? – pregunta Kumiko incrédula.

– Así es – responde Crissos con una amplia sonrisa de satisfacción en su rostro – ella lo está haciendo.

– ¿Qué es lo que está haciendo Maggie?

Pregunto mientras inclino mi cabeza hacia adelante a tiempo justo para apreciar un aura color esmeralda emanando de las manos de mi hermana, siento pequeñas molestias en donde se supone esta el corte.

– Pronto todo estará bien – me dice Crissos que decide explicarme lo que está pasando – Maggie te está curando, ella posee el don de la curación.

– Ella me está curando… – repito suavemente mientras miro a mi hermana hacer lo que tanto estaba practicando; no estaba relajándose, se estaba concentrando.

Cuando Maggie siente que ha terminado retira sus manos de mi hombro y puedo ver que efectivamente me ha curado.

– ¿Te encuentras mejor hermano? – me regreso para ver los ojos expectantes de mi hermana que ya no está con los ojos cerrados, concentrándose – Pensé que no podría hacerlo.

Sin dejar que continúe con su auto compadesimiento me abalanzó sobre ella y la envuelvo entre mis brazos en un fuerte y cálido abrazo.

– ¡Maggie eres la mejor!

– Hermano… – empiezo a notar que su voz se quiebra –…con este poder ahora podre ayudarte.

– No necesitas de ningún poder para ayudarme – le digo mientras me separo un poco y sostengo su cara con mis dos manos – ya lo estás haciendo.

Nuestros acompañantes deciden unírsenos y se sientan junto a nosotros.

– Que les parece si tomamos un descanso – propone Crissos mientras saca una botella blanca con etiqueta azul del canguro que cuelga de su cintura.

Me incorporo por completo y tomo asiento junto a Maggie que ya está secándose las lágrimas.

– Déjame ver si entendí – comienzo a decirle a Kumiko – tienes el poder de controlar los rayos.

– Vaya – responde ella no tan sorprendida como sugiere estarlo – pero si eres muy observador.

– El don Elécomun – interviene Crissos – es la capacidad para manipular las corrientes de electricidad. Eso incluye resistencia a la misma.

Nos dice eso mientras saca pequeñas barras envueltas en papel plateado con la misma etiqueta azul de la botella y las reparte entre nosotros.

– Aprendan eso que les acabo de decir – continua – puede que alguno de ustedes desarrolle ese don.

– Sí – contestamos al unísono.

– Por cierto Aru – vuelve a decir Crissos – lo hiciste muy bien esquivando esos rayos.

– Eh… gracias – respondo un poco tímido.

– Yo diría que más que bien – esa es Kumiko que ha permanecido callada con una sonrisa en su rostro – lo hiciste excelente.

– Ya estás que le tomas confianza al asunto, eso es bueno – refuerza él – sobre todo porque van avanzando pausadamente. A mi criterio es mejor desarrollar un don o un talento a la vez e ir tomando control de él, así cuando se exprese el próximo no estarás indefenso y tendrás un poder que ya controlas a tu disposición.

Crissos tiene mucha razón con lo que acaba de decir, sobre todo con la parte de no quedarnos indefensos. Pienso un poco en lo que acaba de suceder y caigo en cuenta que el poder de Maggie por más fabuloso que sea no le sirve para defenderse, solo para curar heridas; es muy probable que si estuviera expuesta a ejercicios como el que acabo de realizar recibiría un daño que paulatinamente la mataría. No quiero eso.

– ¿Eso significa que Maggie será como tú? doctora Kumiko – pregunto mientras los demás mastican su barra, que ya nos explicó Crissos es energizante.

– No necesariamente – me responde ella – hasta que ustedes cumplan los dieciocho años deberán estar juntos. Después de eso pueden hacer lo que a cada uno mejor les parezca.

– ¿A qué viene ese comentario? – pregunto

– ¿Y por qué a esa edad? ¿Qué pasa si nos separamos antes? – también pregunta Maggie.

– Resulta que esa es la edad límite – le responde Crissos – Nosotros los usuarios tenemos por ley que cuando dos personas despiertan juntas no se les debe de separar.

– Eso te lo acabas de inventar – le digo – como sabemos que no nos estas mintiendo.

– No tengo que mentirles – me responde – eso es tan frustrante para mí como lo debe de ser para ustedes.

– Yo no tengo ningún problema – dice Maggie.

– Bueno… yo solo quiero protegerte Maggie – le digo – nunca he tenido una hermana y ahora que la tengo no pienso perderla.

– Ustedes son un caso especial – nos confiesa Kumiko que entra en la conversación – pocas veces se ve que dos ciudadanos, hermanos de sangre en esta dimensión despierten como usuarios al mismo tiempo.

Es la segunda vez que lo escucho y me siento un poco culpable de que una familia se haya quedado sin sus dos hijos porque en ellos despertaron dos desconocidos de otra dimensión.

– ¿Cuándo los iremos a ver? – pregunta Maggie llevando su mirada a Crissos – Tú nos dijiste que podíamos ir después de superar la primera etapa.

– Y así es – responde él – lo harán esta tarde. Ya arregle todo.

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