El cuadro.

Presidiendo el salón principal de la vieja casona devenida en anticuario, sobre una pared color verde musgo, se destaca el
» Retrato de niño».
Correctamente vestido, con una casaca de terciopelo, sentado en una banqueta y con un tapiz de fondo, sobresalen su insinuada sonrisa y su mirada desdoblada.
Cuentan que lo pintó Prilidiano Pueyrredon, en una temporada que pasó en el norte.
Supe hace años , por personas allegadas a su familia, que el pequeño tuvo un triste destino. Que el mirar extraño que ya se percibía en el cuadro, era el anuncio de la enfermedad mental que signaria su vida.
Ya no queda nadie para contar la historia. Todo se lo llevó el tiempo.
El magnetismo de la obra está intacto y es lo que apabulla al observador de aguda percepción que en este momento compra el cuadro a un alto costo sin importarle que carezca de firma.

Tuc. 21.9.16

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