El laberinto de Odín: la clave de la luz que no está en ti.

El laberinto de Odín: la clave de la luz que no está en ti.

J.P Durán

18/07/2020

El laberinto de Odín: la clave de la luz que no está en ti.

Todos los seres humanos, a lo largo de la historia hemos descubierto un sinfín de profesiones, labores y trabajos que han caracterizado la época en la que vivimos, podemos saber de la época que estamos hablando, solo por mirar el rol o la actividad que desempeña el protagonista en la historia, sabemos que si el protagonista es un médico empírico, estamos en el siglo Vlll, en la época donde se tradujeron los trabajos de Aristóteles, Galeno y Arábigo, que formaron la base de la medicina moderna, si el protagonista es un gladiador, podemos identificar el toque arcaico del imperio Romano, alrededor del siglo ll d.c, la prominencia de los gladiadores llego a su límite en dicha época, tradición que provenía de batallas entre los etruscos. Son muchas facetas las que el hombre ha adoptado con el pasar de las décadas, sin embargo, la necesidad de entrañarse en lo desconocido, de investigar las incógnitas para reafirmar su ser como un descubridor, desde traducir jeroglíficos egipcios, hasta llenar el crucigrama de los domingos, nunca ha parado.

En la tierra, se habían descubierto muchas ruinas subterráneas, se dicen que fueron hechas por los mismísimos Dioses. Al paso del tiempo, en diferentes investigaciones se descubrió que estas ruinas tenían un patrón, por lo general se encontraba un tesoro, o muchos al resolver dicho patrón, gracias a esto se les dio el nombre de laberintos, a medida que iban descubriendo más y más de dichos laberintos, aparecían más personas con la necesidad de resolverlos, aunque no fuera muy seguro intentarlo, estas personas que se dedicaban a terminar los laberintos, se les conoció como colonizadores.

Stuart y Caroline Patrick, los dos colonizadores más grandes en su época, conocidos por terminar más 330 laberintos subterráneos, estaban llegando a su retiro, después de tener a su hijo Edward decidieron terminar el laberinto de sus aventuras. Edward Patrick, el joven que con 25 años heredó la voluntad de sus padres. Todo el mundo tenía sus ojos puestos en él, esperaban mucho del descendiente directo, de los más grandes de la historia, ese joven ya había resuelto a sus cortos 25 años más de 400 laberintos subterráneos, superando a sus predecesores. En las noticias mundiales se estrenó el boom del momento, se había descubierto la existencia del laberinto subterráneo, que prometía ser el más grande de la historia, lo nombraron el laberinto de Odín, dicen que es el primer laberinto creado por Odín hace miles, tal vez millones de años.

Edward, después de 4 meses del descubrimiento, emprende un viaje hacia el desierto para enfrentarse a su nuevo reto. Cuando llega al lugar se encuentra con un campamento enorme, afuera del famoso Laberinto de Odín, cientos de colonizadores reposaban en la entrada de su destino, se han reportado un sinfín de desapariciones dentro del laberinto, Edward se dirige a un mostrador para firmar un consentimiento, momentos después llega toda la prensa a hacer una serie de preguntas. Por supuesto, si había alguien que pudiera llegar al final de laberinto y volver sano y salvo era el, tomo sus maletas para un viaje extenso dentro del laberinto, empaco varias provisiones ya que no sabía cuánto tiempo le tomaría llegar al final, una vez adentro con su linterna, comenzó a hacer un reconocimiento del lugar, observó que las piedras estaban compuestas por distintos minerales que le otorgaban un color verde, además, a medida que se adentraba en el laberinto, los caminos eran menos estrechos, al pasar unas largas horas decide tomar un descanso y dormir, comenzó a ver la horas como minutos y los días como horas, pasó una semana para comenzar a sentir el miedo de quedarse atrapado en aquel lugar, se encontró a algunos colonizadores por el camino, el primero que se encontró se llama Frank Huge, Frank le propuso que unieran fuerzas y cruzaran el laberinto juntos, pero a Edward no le agrado la idea de compartir el mérito, de completar el laberinto más difícil de la historia con alguien más, después de separarse de Frank, se encontró a Pablo Astillas, un veterano español que logro varias hazañas en su época, el hombre, casi retirado, había terminado sus reservas de agua, le pidió ayuda a Edwar, sin embargo, a él no le parecía una idea prudente regalar agua, que muy probablemente a él le haría falta más adelante en su camino. Después se encontró con Vanessa Miley, quien le pidió prestada una manta para poder envolverse cuando durmiera, nuevamente el aventurero pensó que no era un buena idea, ya que esa manta podría serle útil por si extraviaba la original, fueron pasando los túneles verdosos y las personas que se iba encontrando en su camino. Había pasado ya más de un mes de la aventura de Edward, en ese punto ya había estado vagando sin rumbo por unos días, con dolor en sus articulaciones y divagando se desplomo en el piso, a su lado escucho algunos murmullos simples, era el joven entusiasta Marlon Spencer, un novato que solo llevaba 2 laberintos colonizados, comenzaron a dialogar sobre la vida personal de cada uno, Marlon le conto que iba a tener un bebé dentro de unos meses, pensaba en ahorrar el dinero de sus aventuras para la futura educación de su hijo, Edward le conto lo mucho que odiaba a sus padres, siempre el mundo intentaba compararlo con ellos, sentía que nadie veía la luz que estaba dentro de él, por eso se esforzó todo este tiempo en superarlos el solo. Pasaron unas horas para que ambos hombres comenzaran a sentirse realmente mal, el joven Marlon comenzó a quejarse de su dolor de estómago por falta de comida, Edward por su parte cuando estaba a punto de perder el conocimiento, recordó un trozo de pan que tenía guardado en su bolso, era lo último que le quedaba de comida, pensó en el futuro hijo y la esposa del joven a su derecha, seguramente lo tendrían que estar esperando en casa, con sus últimas fuerzas decide arrastrarse hacia el joven, ayudándole a comer ese trozo seco de pan que aun tenia, en ese momento se abrió una pared con una luz incandescente, luz que le recordó por alguna razón a su delgada madre, la luz dirigiéndose a él le dijo: conquistador de acertijos, tú que vives, duermes, comes y quejas, solo añoras que la luz que hay en ti sea apreciada por los demás, no entiendes que tú eres el que busca su propia luz, eres peor que cualquier ciego, buscas en un laberinto que no es el de tu corazón una respuesta, la respuesta para tu luz está en ti, pero para lograr resolver este laberinto, tenías que ver la luz que está en los demás.

Se dice que Edward salió con el novato de dicho laberinto, ambos arrastrándose con una sonrisa, ninguno debería tener la necesidad de satisfacer las expectativas de los demás, pero todos deberíamos tener la obligación de apreciar las virtudes de otros, aprecia a los demás, sin buscar que te aprecien a ti.

J.P Durán

07/23/2018

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