Lo que de verdad duele no es el amor en sí, sino la falta de él.
Lo que de verdad te rompe el alma no es amar a una persona, sino que esta no te ame a ti.
Lo que hace que te tires a un abismo sin fondo de dolor, no es ver su sonrisa cada día, sino no poder besarla. Ni ver sus claros ojos, ni cómo brillan por las mañanas, ni contemplar cada día como escribe en su cuaderno, ni fascinarte cuando se ríe tímidamente, ni recodar cada palabra amable que te ha dicho desde que la conociste. Es no poder pasarte horas mirándola y tener que hacerlo a escondidas, ni poder gritar cuánto adoras sus pequeñas sonrisas y el brillo de sus ojos, que brillan más que el Sol. Ni poder observar sus delicadas manos mientras bailan creando una hermosa caligrafía. Ni poder regalarle una rosa cada vez que te apetezca porque sí, porque la quieres; y todo esto lo sufres mientras ves al idiota de turno conquistar a la que crees por destino el amor de tu vida.
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