Le chemin de la vérité

Le chemin de la vérité

Lulo Rodríguez

08/11/2017

En una fría noche azul, mientras que la brisa tocaba mi rostro y me seducía a sentir sus placeres, una lluvia de recuerdos inundaba mi mente. Un destino estaba frente a mí. A lo lejos, se podía ver una diminuta luz que iluminaba aquel oscuro rojo camino. Sin pensarlo dos veces, me encaminé hacía la penumbra y me perdí en su lobreguez. Con manos goteando en sudor y arrastrando mis pies pesados, caminaba cada vez más con dificultad. Aun así, no podía regresar. La luz estaba cada más cerca de mí. Comenzaron a parpadear mis ojos, así que decidí tomar un descanso.

Al cabo de unos largos y pesados segundos, mis ojos abrieron al escuchar una ambigua voz. —¿Mauricio? ¿Eres tú? — A pesar de que estaba en un lugar completamente oscuro y solitario, pude entender que alguien me hacía compañía. Vagamente aquella peculiar presencia me recordaba a alguien. Fue así como decidí emprenderme a buscar aquel ser.

En el camino pude encontrar muchas cosas; espejos, flores marchitas, árboles rojos y un extraño libro. Este llevaba por título: “Le chemin de la vérité”, en medio de mi aburrimiento y cansancio, decidí leerlo, pero era inentendible para mí.

Aun así, de alguna manera, sus letras intentaban decirme algo, lo podía sentir.

Desde aquel momento, algo cambió en mí. Cada musculo de mi cuerpo comenzaba a debilitarse y poco a poco mi respiración se desvanecía; todo se hizo blanco. Montañas, disparos, blanco, rojo y negro. Desde aquel momento, todo era oscuro; pero mis oídos podían seguir escuchando.

–Está subiendo la presión.

–Señores, lo estamos perdiendo.

–¡Necesito más oxígeno!

–¿Doctor?, ¡Doctor! ¿A dónde va?

Sin poder comprender nada, cada vez me confundía más. ¿Estaba muerto? ¿Qué había pasado? ¿En dónde estaba?

Aquella memorable voz regresó.

–¿Mauricio? ¿Eres tú? ¿Qué haces aquí?

Luego mi mente, una vez más, se volvió blanco.

Finalmente desperté. Estaba en una cama, sin poder mover mi brazo izquierdo. Estaba esposado. Entonces pude verla; Caty… mi mejor amiga.

Se veía cansada.

–Hola Mau… ¿Te gusto el libro que te regalé?…

Tomó un libro que estaba sobre mi cama.

–“Le chemin de la vérité”. Es un buen libro. ¿Lo leíste?

Esto me confundió aún más.

– Ah… Hola… Traté de leerlo, pero no le entendí.

–“El camino de la verdad”.

Caty abrió el libro.

–¿Quieres que lo lea?

–Si quieres ­– le respondí.

– “En una fría noche azul, mientras que la brisa tocaba mi rostro y me seducía a sentir sus placeres, una lluvia de recuerdos inundaba mi mente. Un destino estaba frente a mí. A lo lejos…

La interrumpí.

–Espera, ¿Qué?

–El camino de la verdad. Es la historia de un chavo que asesino a un señor y pues el chavo muere en la cárcel y ahora vive en una especie de limbo entre la vida y la muerte. Está padre.

Dos señores vestidos de azul entraron a la habitación.

–Ten… Sigue leyendo. Tendrás mucho tiempo libre…

–Mauricio Carvajal…en este momento se encuentra bajo arresto por homicidio de segundo grado del señor Gilberto Maldonado Ruiz, queda custodiado por la policía federal. Tiene derecho a permanecer callado, cualquier cosa que diga puede ser usada en su contra. Tiene derecho a una llamada y a un abogado…

Entré a la patrulla, luego me quitaron todas mis pertenencias. Me encerraron, estaba completamente oscuro. Dormí. Cuando desperté estaba una vez más en el hospital, solo que ahora era libre. Llego una señora de pelo castaño… Su voz se me hacía familiar.

–¿Mauricio?… ¿Cómo te sientes?

Le chemin de la vérité.

¿Mauricio?… ¿Estás bien?… ¿Qué pasa?

–Era de noche y hacía frío… la brisa tocaba mi rostro. Podía recordar su rostro, su mirada…Sabía que lo que estaba haciendo no era lo correcto y que tendría consecuencias graves… Luego creo que me desmallé; vi todo blanco… Aunque recuerdo muy bien aquel charco de sangre que dejó. Sentía que estaba muriendo, lo podía ver con mis propios ojos. Camine por un pasillo enorme de color rojo.

–Tal vez te refieras al pasillo del hospital que quedó repleto de sangre después de que llegaste… ¿Es eso?…

–¡No!, recuero muy bien que caminaba con dificultad, mis manos estaban goteando en sudor y mis pies… ¡los arrastraba!… Caminaba cada vez más con dificultad. Pero…no podía regresar, podía ver mi destino cada más cerca de mí… Y luego comenzaron a parpadear mis ojos, así que decidí tomar un descanso.

Me interrumpieron –Mauricio… Tuviste un accidente… Se daño tu marcapasos, y por consecuencia te dio un infarto. Por suerte pudimos reanimar tu corazón. Estábamos por perderte. Luego –¿Y tú quién eres? – Le pregunté.

–Catalina… Me puedes decir Caty. Estuve en la sala de operaciones contigo. Soy la enfermera del Doctor Gilberto Maldonado… Tu cardiólogo. ¿Si te acuerdas de él? Me quedé mudo.

Mau… Estuviste muerto por veintisiete minutos… Tuviste un largo viaje. Necesitas descansar. Cualquier cosa no dudes en avisarme. ¡Descansa!

FIN

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