Estas sola en tu habitación de nuevo, llorando por una nueva razón, o aún peor, quizás por la misma.
Y antes de hacerlo recuerdas…
Encerrada en esas cuatro paredes que te separan del mundo exterior, tanto así que la gente a veces olvida que existes…Si no fuera por los gritos de dolor que das en ese pequeño mundo que estas, ni se enteran.
Y ¿Cómo no es que escuchan? Cada vez que dices : «¡Ayuda maldita sea! No sé como escapar de esto, la mejor solución sería desaparecer…»
Ruegas cada noche que alguien venga por ti, esperando que alguien te haya escuchado y te saque de ese hueco que tu misma creaste. Estas llorando hasta quedarte sin aire, tu cara roja, empapada por las lágrimas que no dejan de salir, pones tus manos en el pecho como si eso fuera hacer que te devolviera la calma y el aire, pero no pasa hasta que llegas al punto máximo y la respiración vuelve poco a poco. Te miras al espejo y no te puedes ver bien, por tus ojos hinchados y las lágrimas acumuladas en tus ojos. Te recorre una rabia inmensa al verte así, no sabes que tienes, o por que te afecto tanto, solo golpeas la pared como si eso matara el dolor que tienes, pero solo consigues que tus nudillos sangren y tu mano se adormezca por todos los golpes. Nadie viene por ti cariño, estas sola/o de nuevo y eso es aún peor.
«¡Por favor ven! Cálmame…!» Es lo que dices, pero no sabes a quien…Quisieras que eso que te esta matando poco a poco se largue de una vez, que te deje vivir de una vez, que todo sea como antes…o que solo acabe el dolor de una vez y a la vez contigo…
No sabes que es lo que pasa a tu alrededor, solo eres consiente que el tiempo pasa y todo sigue igual.
Ha pasado mucho tiempo…Todo esta igual, excepto que cambiaste tu maquillaje por las ojeras, las fiestas por tu habitación, la sonrisa por el llanto, sonreír de verdad por fingir, tu ropa alegre por poleras holgadas y negras, el café por alcohol, el aire por tabaco. ¡Y es que eres solo un humano! ¡Te dañas cuando caes! Pero ya tuviste suficiente, nada ni nadie te ha podido ayudar y ya es tarde, todos esos cuchillos clavados en tu corazón, culpables del dolor, desaparecerán.
Y volvemos al punto inicial…
Encerrada en tu cuarto, te tomas todas esas pastillas que prometen un sueño eficaz, que estuviste guardando todos esos días que esperabas ayuda y te las tomas…Poco a poco tu vista se nubla y el latido de tu corazón disminuye hasta que para, pero con eso también se va el dolor.
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