¿Y si te acercás?, ¿verías a través de mí? ¿Y si te alejás?, ¿sabrías regresar? Como una silueta que conozco de memoria, que se disuelve en el aire y se hace partículas.
Si sostengo el cuchillo, ¿cortarías los hilos?
Bailemos una vez más. Enredemos nuestros hilos, tanto que no se puedan desatar, para que no quede más remedio que cortar. Si nos encontramos a medio camino del nudo, no creo que volvamos por donde vinimos y en ese encuentro siempre dejamos retazos. El corazón nos queda hecho de gajos.
Sale el sol en tu mitad y en la mía se esconde.
Vamos a ver el mundo una vez más con ojos que absorben.
¿Cuál era esa canción? La que te hacía bailar hasta que me descubrías mirándote y te daba vergüenza. Siempre me escondía para verte, te disfrutaba, recorría tu silueta que cada día tenía algo nuevo que contarme. Hablabas con el cuerpo. Y tu cuerpo me hablaba.
Guardabas tu ropa por color y los libros por autor. El café era tu mejor amigo.
Si tuviera un pedacito de nuestra historia de vuelta, la guardaría en una cajita de cristal, para que irradie la luz y atraviese el vidrio, como me atravesaban tus colores, todos.
Sé que hay vida que crece con el tiempo y por ello hay partes que mueren también. Quizá se asome alguna vez todo eso que guardaste mientras no estuve.
Lo peor de nosotros se volvió lo mejor de la herida hasta ayer.
*Foto de Matt Hardy en Pexels
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