Viajo a casa de mis padres una vez al mes desde que se mudaron a salto, “el sueño de su vida” a solo tres cuadras del gran parque termático. De niña solíamos ir allí y la pasábamos genial pero ya ha esta edad y con las circunstancias voy cada vez menos. Los doctores no quieren que viaje demasiado por mi salud. Aunque mamá me ha dicho reiteradas veces que valla a vivir con ellos, pero soy independiente y no quiero cargarlos a ellos.
– te ves espléndida hija.
– gracias madre – la abrazo fuertemente. La eh extrañado horrores.
A los lejos escucho la voz de mi padre esa voz masculina y fuerte que de niña me hacía temblar. Y ahora solo es el hombre más hermoso que conozco.
– hola pequeña. – dice papá besando mi frente.
– cuéntanos como te ha ido en terapia. – dicen curiosos.
– genial, es un grupo muy humano que se apoyan mutuamente. – digo algo nerviosa. – y eh conocido alguien especial.
– ¿enserio? – dice mamá – ¿Qué tal es el chico? ¿guapo?
– pues… no es un chico madre, es una amiga – intentan hacerme creer que están felices, pero sé que en el fondo sean que encuentre a mi alma gemela.
– bueno… eso es… genial! – dice papá.
La tarde paso esplendida, fuimos a dar un paseo junto con Mari. Pero estaba llegando la hora de regresar ya que viaje sin previo a viso a mi médico de cabecera.
– cuídate mucho, la semana próxima estaremos allí. – me deposita un beso en la mejilla y abordo el bus a Carmelo. – te amamos- gritan desde lejos.
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