El hombre de la gabardina metió el sobre en el buzón. Luego se retiró lentamente bajo la lluvia. Había sido un largo día de trabajo y debía enviarle el reporte a su jefe. Ya era el noveno trabajo que realizaba para él. Aunque no quería, debía hacerlo. No solo por que necesitara el dinero para alimentar a su familia, sino por que era un maestro haciéndolo. Era inevitable, era su destino. Mientras se retiraba del buzón, sintió que lo observaban. Se detuvo un momento para inspeccionar sus alrededores. Aparentemente no había nada inusual, pero aun así sentía que todos lo observaban. Al final solo se convenció de que era cargo de consciencia ya que él era culpable…
Pronto decidió no pensar mas en ello y siguió su camino. Cuando llegó a casa, su joven hijo lo saludó con un fuerte abrazo. Luego su esposa lo besó suavemente y le ayudó a quitarse la gabardina para colocarla en el ropero. La cena fue un momento agradable. No solo por el delicioso sabor del pato a la naranja y verduras salteadas, sino por que por primera vez en un largo tiempo la familia podía reunirse a cenar apaciblemente otra vez. La noche fue tranquila, pero aun así el misterioso hombre no durmió. Se quedó mirando hacia el techo toda la noche, pensando, sintiendo y escuchando el hipnótico tic tac del segundero en aquel viejo reloj de madera sueca. Sus preocupaciones le nublaban el juicio y la ansiedad lo dominaba por completo. Al día siguiente salió temprano vestido con su formal gabardina a comprar unos cigarrillos y de paso el pan para el desayuno. Cuando terminó de comprar el pan, salió de la Panadería y se dispuso a fumar uno de los cigarrillos que había comprado recién. Pero, para su desgracia, a su encendedor se le había acabado la flama. De repente un hombre se le acercó y le ayudó a encender su cigarrillo. Le dio gracias al hombre misterioso y empezó a fumar. Inmediatamente el hombre sacó un objeto de su bolsillo y se lo mostró. su expresión cambio en un instante. pasó de ser totalmente sumisa y fría a ser de sorpresa y miedo. Era el sobre que había enviado a su jefe el día anterior. Estaba abierto. Esto significaba que ellos ya sabían todo, y con ‘’ellos´´ se refería a la CIA o tal vez el FBI. Sabía lo que venía, por lo cual solo le hizo una petición: poder terminar de fumar su cigarrillo. El hombre asintió y lo esperó. En el proceso mas agentes se acercaban, uno de ellos con unas esposas. Cuando terminó el cigarrillo extendió sus manos y fue aprensado sin proporcionar resistencia alguna. Se subió en el auto y el hombre que le ayudó con el cigarrillo, que terminó siendo un oficial, le dijo: «Joseph Hale, queda arrestado por el homicidio de treinta y dos individuos, nueve realizados en el último mes, actos cometidos durante su oficio de sicario. Tiene derecho a guardar silencio. Todo lo que diga puede ser utilizado en su contra. También quiero que sepa que toda nuestra fuente se basa en el sobre que interceptamos. No hay terceros involucrados en su arresto.». Después de decir estas palabras, el auto arrancó y se dirigió hacia la oficina de policía. Durante el trayecto, pasaron frente a su casa. Observó por la ventana y vio que los oficiales también habían ido a su hogar. su esposa y su hijo estaban en la puerta cuando l pasó. Ambos lo vieron y ambos lloraban. No pudo evitar llorar también, pues en ese instante había dejado de existir.
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