Podemos decir que el ejemplo más primitivo cercano al cotilleo, se produce en el libro del Génesis Cap. 3. Ver. 4 y 5, donde podemos notar las tácticas que usa la serpiente para engañar a la mujer, para que está a su vez desobedezca la palabra y/o orden dada por Dios de no tocar el árbol del bien y del mal, peor aún probar el fruto de dicho árbol, ¿Pero en qué momento asimilamos la maldad de la serpiente?, y es que la maldad humana no tiene límites a la hora de conseguir sus objetivos, si somos creyentes, pues quizás aquí tengamos el origen de nuestros problemas que muchas veces van unidos al cotilleo.

Las murmuraciones que no son otra cosa que el sinónimo de habladurías, comadreos, chismes y el inefable cotilleo, es una actividad social humana por decirlo menos, dedicada a hablar mal o bien de personas o gobiernos, para ponerle más inri al asunto, el mayor problema es que el afectado(s) o futuro traumatizado(s) no está(n) presente(s) cuando esta se produce.

Con la siguiente historia vamos a tratar de ilustrar o dar una idea de cómo se expande un cotilleo:

Una mujer cotilleaba con una amiga, sobre un hombre al que apenas conocía, pero ya en su casa, durmiendo, soñó que una mano gigante la señalaba, de inmediato le atrapo un turbador sentimiento de culpa, al día siguiente se confesó, acudió al anciano párroco del pueblo, se lo conto todo, ¿Cotillear es pecado?, le pregunto al párroco, ¿Era de Dios todo poderoso esa mano que me señalaba?, ¿Debo pedirle la absolución padre?, dígame, ¿He hecho algo mal?, sííí, le contesto el párroco, sííí, mujer ignorante y maliciosa, has difamado a la ligera a tu prójimo, has osado jugar con su reputación, y deberías estar avergonzada hija mía, pues bien, ella dijo que lo sentía y pidió la absolución, no tan rápido le dijo el párroco, ve a casa ahora mismo, coge una almohada y sube al tejado, rájala con un cuchillo y entonces vuelve a verme, así que la mujer se fue a su casa, agarro una almohada, saco un cuchillo del cajón, subió al tejado y acuchillo la almohada, cuando hubo acabado volvió a ver al sacerdote, ¿destripaste la almohada con el cuchillo?, le dijo, sí padre, ¿Y cuál fue el resultado?, plumas, dijo ella, plumas repitió el, plumas por todas partes padre, ahora quiero que vuelvas y recojas hasta la última pluma que se halla llevado el viento, pero, dijo ella, eso es imposible, no sé adónde han ido, el viento se las llevo todas (en este caso el cotilleo son las plumas).

Desde los tiempos de los reinos, imperios y gobiernos, nunca antes como hoy en día, el cotilleo se ha alcanzado a posicionar tan cerca de nosotros como con las redes sociales, los programas del corazón y la prensa amarilla, sobre todo esta última que rompe todo principio de ética periodística, lo que en su momento nos pareció muy gracioso, hoy nos maneja como billete de cambio, ya no nos informamos, no leemos, no confirmamos, si es verdad o mentira, le hacemos caso en todo a ellos, que engordan día a día a nuestra sociedad con más ignorancia, lo curioso es que después nos quejamos de esto y aquello, y no hacemos nada por evitarlo, a estas alturas del juego no nos hará falta soñar con una mano gigante que nos señale, porque estaremos ya marcados de por vida, estaremos presos en el infierno de Dante.

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