De cada pequeña lágrima que corría por su rostro un pensamiento negativo llegaba a su mente, ella era su propia enemiga su propia nemesis. No era la primera vez batalla contra si misma y tampoco seria la primera que seguramente perdería. Hasta que por inercia subió su cabeza logrando admirar la belleza nocturna haciendo que toda tristeza desvaneciera al contemplar sus ojos las nubes que se dejaban llevar por el viento y cada deslumbrante constelación que llamaba toda su atención y la luna llena en su máximo resplandor…
¿Sería ese momento donde sentía paz? La respuesta era, sí. Al contemplar sus ojos aquella belleza todo su ser sentía una inmensa relajación las lágrimas que antes corrían por tristeza ya no existían, era un momento donde solo era ella y las estrellas.
Fue aquella noche cuando descubrí la mejor manera de calmar todas mis ansiedades, inseguridades y pequeñas depresiones. Ya no más golpeas la pared, gritarle a la almohada, llorar en el baño durante horas, ya no más entrar en colapso al no saber con quién contar, solo las estrellas y yo. Solo ellas saben todos mis lamentos y solo ellas lo sabrán hasta que llegué su momento final y su brillo se apagué..
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