Sueños de cuarentena

Sueños de cuarentena

Pastel de Limón

26/06/2020

Bucha!! Estaba soñando contigo y me despertó la alarma … escribió rápidamente Andrea, a penas abrió los ojos y logro enfocar su mirada en las letras de aquel mensaje de texto, eran las 7:30 am y acababa de tener el sueño más dulce que podría haber imaginado, con aquel extraño que conoció hace unas cuantas semanas atrás, por medio de esa aplicación para encontrar parejas… era un extraño, no se habían visto jamás y posiblemente no lo harían en un buen tiempo, debido a la distancia que los separaba y a la pandemia que en ese momento azotaba al mundo entero. Distanciamiento social y quédate en casa era la consigna que a todos se le había grabado a fuego en la mente, pero en su cabeza no dejaba de rondar la idea de poder conocer a ese hombre de mirada alegre que ya le había robado más de alguna sonrisa cuando veía su nombre en los mensajes de entrada de su móvil.

El Match

Era un fin de semana largo cuando una amiga de Andrea llego a su casa para pasar esos días de encierro un poco más acompañadas, ambas llevaban ya varios días sin salir de sus casas, por lo que confiaban que ninguna de las dos podía estar contagiada con la maldita enfermedad que mantenía a todos distanciados, extrañando la interacción con otro ser humano, más directa que un mensaje o una video llamada. Estaban felices de poder volver a reunirse después de tantos días de aislamiento social,

Andrea: -como va todo con tu ex

Carol: -como siempre sigue siendo el mismo idiota de siempre

Carol llevaba 2 años separada y no había vuelto a tener una nueva pareja, por miedo a sufrir una nueva decepción o porque aun no se olvidaba por completo de su ex pareja, a pesar que era un imbécil, Estaba obligada a seguir en contacto con él por la hija que los uniría para siempre. Andrea quiso ayudar a su amiga a dar el siguiente paso para olvidar de una vez por todas esa relación que había terminado siendo más toxica que el propio virus que en ese momento acosaba a todos.

Andrea: -porque no descargas Tinder y te buscas a alguien que te haga olvidar de una vez por todas a tu ex

Carol: -no amiga, no me atrevo, no tengo la personalidad para hablar o encontrarme con alguien a quien no he visto nunca.

Andrea: -hagamos esto, yo descargaré la aplicación en mi celular, vemos como funciona y si te animas te hacemos una cuenta a ti.

Carol; ok

Más que una búsqueda de pareja se convirtió en un juego catártico que sirvió para que ambas olvidaran por un momento todo lo que estaba pasando allá afuera. Una a una comenzaron a pasar las fotos de los futuros prospectos, muchos like, muchos match y las infaltables conversaciones con extraños, mantuvieron ocupadas a ambas durante ese fin de semana, sin embargo al llegar el día lunes Carol no se animó a dar el giro que su vida necesitaba y se fue de casa de Andrea sin llegar a crear su propia cuenta de tinder en su celular… Mientras tanto Andrea continuo con su vida de cautiverio por su cuenta, olvidando por un momento que esa aplicación seguía en su teléfono.

Match, Match, March… y mensajes entraban en su móvil… algunas caras ni siquiera las recordaba ya que era su amiga la que les había dado like… revisó la bandeja de entrada de la aplicación, observando esas fotos, no lo negaba, era entretenido y un poco adictivo en esos días donde no había mucho más por hacer, a pesar de que era inevitable pensar que era como una carnicería donde cada uno elegía el mejor corte o el que le acomodaba a su realidad. Entre todos esos rostros diviso unos ojos que se le hicieron conocidos… ella los había elegido, entre muchos otros ojos que no le transmitían nada, no lo hizo esperando un like de regreso ya que la diferencia de edad era considerable, 10 años al menos, lo que le hiso pensar que solo quedaría como la foto de un chico lindo más, de los que había visto en la aplicación… pero no, estaba ahí, la había elegido también y estaba escribiéndole para saber de ella.

Gabriel era su nombre, comenzaron su conversación de rutina ¿como estas?, ¿De dónde eres? Pronto supieron que se encontraban a muchos kilómetros de distancia, esto no fue problema ya que ninguno pretendía poder verse con el otro, por lo menos en el corto plazo.

Los días pasaron y las conversaciones se trasladaron a sus cuentas de whatsapp personales, luego a sus redes sociales y muy pronto a llamadas para poder poner sonido a cada foto de perfil, cada vez que veía ese nombre en sus mensajes de entrada era inevitable que Andrea dejara todo lo que estaba haciendo para responder, imaginaba que él en ese momento estaba pensando en ella, tanto como para tomar su teléfono y escribir aunque solo fueran un par de palabras para saber cómo estaba o desearle un lindo día.

Pero ¿quién era este extraño?, ¿cómo sería estar frente a él?, ¿me producirá en persona las mismas emociones que me produce el leer sus mensajes o escuchar su voz?, eran las preguntas que rondaban en su cabeza día tras día.

Era interesante imaginar cómo sería ese encuentro, sobre todo en esas noches frías de invierno cuando cada uno solos en sus camas, encontraban la conexión con esa persona al otro lado de la red, a cientos de kilómetros de distancia, pero con quien se sentían más conectados que con las personas que los rodeaban en esos momentos.

Esa Noche Andrea se había dormido temprano, el cansancio la venció luego de varias noches de insomnio, debido a la ansiedad por el encierro y el avistamiento de un futuro incierto, era una noche especialmente fría por la intensa lluvia que llevaba varios días cayendo sobre la ciudad, por lo que agradecía poder estar en su mullida y cómoda cama. A penas cerro sus ojos y se entrego en esa dulce inconsciencia de los sueños su mente comenzó a crear el escenario perfecto para conocer a ese hombre encantador y ladrón de sonrisas.

El primer sueño

Era verano, el calor del sol que entraba por la ventana de aquella combi abrigaba agradablemente su piel, mientras viajaba con aquel grupo de amigos por la costa, llevaban varias horas conversando agradablemente con ellos, algunos de su vida actual, otros amigos de años antes que ya no estaban en su vida, pero cuyo recuerdo se había colado, en este escenario perfecto. Pronto llegarían a ese pueblo junto a aquella playa que tantas veces vio en las fotos que Gabriel le enviaba para mostrarle algo de él y de su vida. Andrea adoraba el mar, desde antes incluso de conocer a Gabriel, pero ahora se le había vuelto una necesidad poder volver a encontrarse con ese océano enorme, que le producía respeto pero a la vez paz y relajación.

Cuando llegaron a aquella playa, Andrea bajo del vehículo y como si supiera perfectamente donde estaba, camino hacia la casa de Gabriel, mientras los demás aprovechaban para estirar las piernas o comprar alguna golosina para el camino que pronto retomarían, con destino al norte.

Cuando llego allí una señora de tez amable abrió la puerta, era la mamá de Gabriel, Andrea ni siquiera la había visto antes, pero su mente se encargo de crear su imagen y como si la hubiera reconocido la hizo pasar, la sentó en aquel comedor y le sirvió una taza del más dulce y agradable té que había probado jamás, le comento que Gabriel estaba trabajando pero que no tardaría en volver y conversaron de cosas triviales mientras esperaban… los minutos pasaban y Gabriel no aparecía, por lo que ella ofreció ir a buscarlo ya que no se encontraba lejos de ahí y dejando por unos minutos sola a Andrea en esa casa, que le parecía familiar, salió en busca de él…

Solo unos minutos pasaron antes de que un par de sus amigos fueran por ella, debían avanzar hacia la playa, okey dijo Andrea pero antes de irse escribió una nota y la dejo sobre la mesa

“muchas gracias por todo, el té estaba exquisito, le agradezco su hospitalidad. Con cariño Andrea.” y se fue cerrando la puerta y pensando que tal vez no sería esa la vez que podría ver a Gabriel.

Llegaron a la playa y los amigos de Andrea bajaron de la combi para recorrer aquellas hermosas arenas claras, sin embargo ella se quedó. Tenía sueño por el viaje y un poco de desgano por no haber podido cumplir con sus deseos de conocer al hombre de los ojos bellos, decidió descansar un rato, reclino un poco el asiento del copiloto y se durmió , de pronto y entre sueños sintió que la puerta se habría, debe ser alguno de los chicos que olvido algo, pensó, sin despertar por completo y en ese momento sintió que unos labios tocaban suavemente los suyos, abrió los ojos y vio frente a ella el rostro que tantas veces miro a través de la pantalla de su celular, estaba ahí, frente a ella, ¿era real o seguía soñando? Se preguntaba, era real, era él, era perfecto. Andrea se incorporo y solo atino a abrazarlo tan fuerte como pudo, tan fuerte que él le dijo, “no hagas eso o jamás te dejare ir” y sonrío mientras también la abrazaba, ambos se miraron, como reconociendo esos rostros que por fin se volvían reales, tantos días y noches imaginando que harían, que dirían, cómo reaccionarían al verse y solo atinaron a mirarse, sonreír y volver a abrazarse, se conocían tanto debido a las horas de conversaciones acumuladas en sus teléfonos y por fin estaban ahí, ya no era necesario decir nada más.

Andrea bajo del auto y por fin pudo hablar

Andrea: -¿Cómo supiste que estaba aquí?

Gabriel: -imaginé que vendrías a la playa, tantas veces que me dijiste que te encantaba que en realidad esperaba encontrarte aquí.

Andrea: -me alegra que lo supieras, y nuevamente se lanzo a su cuello para abrazarlo como esperando que no la despertaran si es que estaba soñando.

Las horas siguientes conversaron mucho, de lo que ambos sabían del otro y de lo que no sabían también, ninguno podía creer que estaban frente a frente y sonreían como embobados, de un momento a otro los amigos de Andrea se acercaron y preguntaron dónde poder ir a comer algo, un restaurante cercado fue el destino elegido, donde además estaban los amigos y familiares de Gabriel, las mesas se llenaron de gente, las risas comenzaron a sonar por todos lados, la gente comenzó a compartir a hablar a acercarse, amigos de Gabriel y de Andrea compartiendo felices, los minutos pasaron y luego fueron horas , música bailes y alegría se respiraba por todas partes cuando un desagradable ruido comenzó a sonar, primero lejos, luego más y más cerca, no puede ser, no por favor, el silencio, el despertar y el sonido de la alarma que indicaba que eran las 07:30 de la mañana.

Andrea apagó esa cruel alarma y sin pensarlo mucho tomó su celular para escribir Bucha!! Estaba soñando contigo y me despertó la alarma… antes de volver a cerrar sus ojos un tanto decepcionada por haber despertado de ese maravilloso sueño, cansada por el insomnio de tantos días y feliz por haber sentido, aunque fuera en sueños, que había conocido a ese extraño con quien se sentía conectada.

Segundo sueño

Tan pronto Andrea volvió a poner la cabeza en la almohada, volvió a aquella playa, pero consciente de que lo anterior había sido solo un sueño, esta vez, sentía la necesidad de contarle a Gabriel todo lo que había soñado, era tanta su ansiedad por compartir con él su experiencia que no podía escribirlo en un simple mensaje de texto, por lo que comenzó a enviar mensajes de audio, tan rápido que Gabriel aun no comprendía bien lo que pasaba. La experiencia de conocerlo en persona aunque solo hubiera sido a través de un sueño, la había dejado demasiado exaltada, demasiado feliz y necesitaba compartirlo , intentaba por todos los medios que los recuerdos no se esfumaran de su mente y continuaba contando todo con lujo de detalles, sin percatarse que junto a ella se encontraban algunas personas, entre ellas un hombre de sonrisa agradable y pelo un poco canoso, de unos 50 años quien acompañaba a un niño de unos 10 años y que la miraban perplejos por la historia que estaba relatando, además de ellos un joven de unos 30 años, rubio de ojos claros la miraba y escuchaba con atención su verborrea, de pronto Andrea se dio cuenta que mientras caminaba enviando los audios, había llegado a unas especies de cuevas junto a la playa, donde estaban junto a ella estas personas que aun no comprendían bien lo que esta chica algo extraña relataba pero la miraban con curiosidad. Cuando Andrea terminó su relato, ambos hombres se acercaron y preguntaron si todo eso era verdad, si Gabriel lo había conocido como habían escuchado y si el conocerlo en persona había sido solo un hermoso sueño, “así es” contesto Andrea, ambos hombres se miraron y concordaron que era una maravillosa historia. El hombre más joven sonrió y le dijo: “cuando despiertes, por favor escribe la historia, quien sabe, quizás algún día pueda leerla en alguna biblioteca.” y ambos desaparecieron antes que Andrea despertará, ahora si definitivamente en su habitación, con una necesidad infinita de escribir y no olvidar ningún detalle.

Fin

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