Árbol Genioilógico de un Rey

Árbol Genioilógico de un Rey

Mariana Lorca

24/06/2020

Mi madre me desprendió de una aleta no sé si como espora o como estornudo imaginario, porque no tenía nariz. Creo que sin eso tan feo no se puede atchusear. En fin. Soy gordo, no sé de colores, me han hecho mala publicidad… el color obispo no me va, soy ateo. No entiendo de estatura ni medidas, sé que no vestiré un Versace ni un De La Renta, no tengo la figura. Vuelo a veces, caigo, me sofoca el jabón y muero una eternitud de veces, pero como no soy bicho, siempre vuelvo a ser yo. Algo entiendo. Tener corona es, al parecer, algo muy cotizado, pero no en bolsa. Me traficaron como prostituto involuntario bajo la aleta de un ratón feo y moribundo, con contracciones de mariposa y tiritones de rata mojada. Estaba frío y sucio. Salí de ahí volando en una gota impalpable. Hallé hogar, abrigadito, me senté a mi manera inventada de circuleidad sin nalgas, sobre un huracán que olía a jengibre y ajo. Me vi libre, la insensatez de nacer así, en la inmundicia inconsciente de un remate ininteligible, entre pelos que se me hacían eternos troncos de un bosque abandonado, negro, sin riego ni tierra… no era justicia ni divina ni indivina, ni mamífera ni ornitológica. Oí algo de una banda sobre la cabeza, llamada corona. Nunca supe si mi cabeza quedaba arriba, abajo, al centro o adentro. Salud. Estuve tan abrigado en una colcha rosa, húmeda y carnosa… encontré hogar. Quise pensar, pero como soy un globo con púas, no sé si pensé. Suponí que pensé porque tengo un breve recuerdo. Me acurruqué tanto que ni sentí cuando me di vuelta por la noche y de un tosido inintencional, me salió un pariente. Lo vi y pensé: ¿así soy? ¿soy feo o bonito? Da igual. Soy realeza. O imaginareza. Ese no es problema mío. Luego de que ese gordo espinudo salió de mí, nos empezamos a multiplicar más que panes y peces, qué mala política de control de natalidad… peor que los conejos, pero sin follar. Puf, un gordo espinudo. Tás, diez más. Paf y 3.1419 hizo de las suyas. Bendito y maldito PI. Ya ni sé donde quedó tanto gordo color vino, o vino el gordo y se fue. Perdí la trazabilidad de mi genioiogía. Mi estatura me causó graves estragos psicocirculares, fue muy duro, sufrí de bulin como si me hubieran puesto Juan entre tanto Email y Jashtag. Habían unas cosas enormes llamadas humanoides, nacidas en la localidad de Merino, con unas espinuidades largas que se apoyaban en la tierra, pieces, creo. Luego un coso sin redondez de donde salían dos espinocitudes más, le decían brazos. Con malformación, porque al final de cada brazo, tenían 5 más por lado a medio crecer. Lo peor, arriba – o abajo – una cosa casi redonda, con tantos agujeros que no entiendo cómo no se desinflaba como llanta pinchada. Dos cosas para oír tipo vintage, sin bluetooth, y un parlante llamado boca para transmitir lo supestamente pensado. Otros dos hoyos enormes en eso llamado nariz, feos y sucios, más arriba, otro par de cavidades denominadas ojos. O soy gil o no cacho. O me cosecharon verde. En mi circunvalación perfecta, no sabría qué hacer con tanto hueco. Luego supí que eran lugares de ingreso a mi palacio. Esas cosas no redondísticas, tenían reinos y túneles, anillos y coronas. El poder es muy valuado… si yo pudiera combinar anillo con poder, quisiera poder ponerme un anillo gástrico, para ser igual de redondo, pero sin materia grasa. Dicen que como soy mórbido, el jabón me lava la capa de IMC excesiva y quedo tan flaco que me ahogo y me voy al patio de los callados. Pero vuelvo a aparecer otra, y otra y otra vez. Como el Bilmurray con esa pariente gorda del guarén alado donde nací. Marmota, creo. Se ven tan grandes, ojalá no me pisen… No tendría derecho al bono por hijo porque no soy chileno y la ficha CAS no se puede llenar en chino. En fin… pasaron siglos de algo y esos megadeformes nos dieron casa, sin renta, babositud a destajo, viajes en atchuses, al final de los finales finalísticos, nuestra redondez reinó y reinó… sin carreras de Mónaco ni princesas cornudas, pero las tiaras nuestras eran policuerporales y no sólo en esa cosa llena de hoyos – ¿de qué están llenos los agujeros? ¿no debería decirse vacía de hoyos? – y de pronto, o no tan pronto, me hicieron fotos, selfies… desnudos para Play-Cov19. ¡DESNUDOS! Ni la edad me preguntaron. Igual no sé, no tengo RUT. Si fuera menor de edad sería virufilia. Resumen, síntesis y cóntesis yo tengo toda la culpa de todas las culpas de todos los culpables del globo terruno, que es de mi misma forma, pero multicolor y sin púas. Es tremenda cosa sí… háganme un tés de ADN en Cí Es Ai y es mi padre – como darvaider – pero seguramente salí con malformación isáprica y me dio un microenanismo extremo. No es preexistencia por ley. El que esté libre de coimas que lance el primer papel estampado. Ojalá verde. Y que diga godblessamerica. Me hice tan famoso que ya me da flojera ampliar la casa, me alojo donde quepo. Es más. Un tal Bill Gatos nos meterá en un adminículo para inyectarnos en las Catacumbas 2.000. Un tío SARS dice que eran extraordinarias. Además don Bill nos pondrá un chip microenano para que nos lleve de una a través de unas ventanas que en inglés se dice windous. Ojalá sea chip de papas.

En los créditos de la peli, dirán que el protagonista es Kung Fu Panda y será «Pandemia». Yo era doble, con cuea… aporté al guión. Está heladito, me dio frío. Espero que caiga luego la famosa bolsa para abrigarme. Ser nobleza no es nada del más acá ni del más allá. En mi invisible redondez, me los fleto cuando quiero. Eso de la mascarilla me suena a corrupción, yo siempre supe que era masbaratilla.

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