Exiliado de mi Propio Pensamiento

Exiliado de mi Propio Pensamiento

Oscar Lin Inzunza

21/09/2017

Recluido en un desierto cerebral donde solo existen recuerdos en formas de inmensas montañas de arena, la que grano a grano nos cuenta la vida desde el momento de la concepción, pero es todo, no hay nada más debido a la ausencia del sol que no lo logra romper esa barrera que dejan las tormentas de polvo y cuyas partículas cubren el cielo cual techo rígido de una prisión y la formación de sus cordilleras que a centímetros del infinito se yerguen cual paredes que no me permiten escapar, es trágica e injusta esta condena que ningún ser con su mínima inteligencia merece consumar.

La libertad intelectual del ser humano se ve limitada durante todo el proceso de su vida, en su primera etapa por su falta de articulación de habla, seguido por su juventud e inexperiencia en la etapa que podemos llamar intermedia, las circunstancias que nos rodean hacen que nos veamos como verdaderos ignorantes y, finalmente, en la última etapa se nos considera como alguien que sus propuestas y opiniones ya están fuera de orden, son retrógradas, pero podía expresarme, las ideas llegaban tal como una fuente inagotable de agua que gorgoteaba del suelo de tal modo que millones de hojas fueron escritas con apenas el mínimo esfuerzo.

Hay oscuridad impidiéndome ver lo que viene, solo lo que ha quedado atrás se percibe con claridad, en retrospectiva puedo observar hasta las nubes negras que viajan a mis espaldas, pero al momento en que mi atención se fija hacia enfrente ni esas logro mirar debido a la tenebrosidad, solo el frío que van dejando es lo que siento cuando tocan mi cuerpo, extraño que parezca es como amar la vida, deseando la muerte.

Mi cuerpo precisa tanto del pensamiento debido a su energía conectada que, estando plenamente armonizadas el potencial desarrollado es enorme, veo luz, tengo ideas, propuestas, proyectos que administradas de manera óptima genera en mí una inteligencia inimaginable, de modo que todas las cosas están allí visiblemente claras, las preguntas se contestan, las dudas se aclaran y un mundo de sugerencias al punto del desborde cual río al límite de su capacidad está a nada del colapso, inundando todo lo que se encuentra a su paso y lo que alcance más allá, no tiene límites mientras siga recibiendo ese torrente de agua.

Esta fuerza impetuosa arrasa cosas fuertemente arraigadas en el suelo cediendo finalmente ante su poderío majestuoso que avanza abriendo caminos donde no los había y, como calculando su recorrido se ramifica para abarcar más terreno dando muestra de su maravillosa capacidad de alcance, efectuando cambios a veces drásticos en la geografía de la vida, ¡qué insolente y perturbador!, se percibe, escucha, se siente, no pasa desapercibido ni se puede ignorar porque definitivamente ya está allí y te va afectar.

Que bien se siente, estar en la cúspide de mis facultades, cuando mi vida tiene un sentido, rumbo, una estabilidad, logre hasta cierto grado mis objetivos, contemplo complacido, así como un muralista, un pintor sus obras en exhibiciones importantes y reconocen a su autor; dedique gran parte de mi existencia a forjar caminos, cambiar panoramas, mejorar procedimientos, removí obstáculos, todo para facilitar y mejorar los planes y proyectos de los que me preceden.

Aporté un verdadero tesoro, que fue robado sin darme cuenta, quise hacer uso del agua contenida en el río y lo habían secado, reaccioné en ese momento para defenderme, pero mi protección ya no estaba, estaba destruida, caí presa de los enemigos que me asechaban desde hacía tiempo, la arrogancia y la complacencia, esas nubes que en su tiempo fueron fuente de agua ahora solo son origen de sombras y frío inhabilitando mi cerebro a desarrollar una estrategia de escape.

Son mínimas las ideas y, los muy escasos proyectos no logran vencer las barras de mi prisión, estoy confinado a un lugar donde nadie me escucha, nadie me cree, ni nadie me recuerda, en este estado no hay razón para esforzarse ni exigirle a mi cansado cerebro que piense porque la libertad de aportar quedo en los que ahora dominan el terreno de la vida, cediendo a lo que me impongan, aceptando sus decisiones y sometiéndome a sus condiciones.

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