Los años son solo números, lo que importan son las historias…

CAPITULO 1: EL COMIENZO

Toda la vida me preparé mentalmente para enfrentar la etapa adulta, considero que aun no llego a ella pero estoy muy cerca, antes creía que ser adulto era llegar a los 25 años, y con esa edad seguramente estaría ya casada, no con hijos pero si en planes de tenerlos, con una casa propia para compartir con mi esposo y un trabajo estable, todo pintaba de maravilla. Hasta que con el paso de los años aprendí que no debería de joderme la vida tan joven.

Tal vez la historia de una sola persona no resulte tan particularmente interesante pero si la combinamos con las historias de 11 chicas más que revolucionaron la mía, creo que les podría interesar.

Mi nombre es Janet Mendrich, tengo 26 años y una de mis grandes pasiones en la vida es el futbol, así es, algo que regularmente le gusta a los hombres, a mí me gusta verlo y todavía mejor, jugarlo.

Todo comenzó en un día extremadamente normal, yo cursaba una materia mas de mi maestría en Mercadotecnia, hasta ahí lo único que recordaba del futbol era solo la palabra, siempre ha sido uno de mis deportes favoritos pero la típica vida de una adolescente «estable» es enfocarse en estudiar algo que «deje dinero en el futuro» y en un trabajo «normal» que me permita pagar mis estudios, todo esto lo señalo entre «comillas» ya que era lo que hasta ese momento yo hacia. 

Desde que entré a estudiar mercadotecnia yo sabia que en algún momento iba a fusionar mis dos pasiones mis estudios y el deporte, fue allí donde descubrí que podría estudiar mercadotecnia deportiva, pero eso mas adelante, vamos a regresar al día que mi equipo surgió. 

Va de nuevo, era un día de clases normal, yo me encontraba platicando con una amiga al concluir el día cuando una compañera se nos acercó, nos preguntó si alguna de nosotras jugaba futbol, no recuerdo exactamente que paso por mi cabeza pero justo al terminar su pregunta, respondí: yo.

Me mira y dice: 

-Ah, que bien, la universidad acaba de lanzar una convocatoria para un torneo femenil de fútbol y ando reclutando chicas para completar mi equipo, ¿te gustaría participar?

Nuevamente sin pensar, respondí: 

-¡Claro, me encantaría!

De nuevo, no sé que demonios pasaba por mi cabeza que respondía sin pensar. A ella pareció agradarle y creí que todo saldría bien.

Pasaron los días, me agregó a un chat grupal donde estaban las demás chicas y quedamos un día Jueves para entrenar, para mí sorpresa jugaríamos nuestro primer partido dos días después del primer entrenamiento. Para ello, yo no contaba con absolutamente nada de ropa deportiva para jugar, así que corrí a una tienda deportiva por un par de tacos, calcetas, espinilleras y blusa para el día del partido.  

Llegó el día del entrenamiento, solo arribaron 3 chicas, conmigo 4, allí me enteré que era un torneo fut 7, el cual consistía en formar un equipo máximo de 15 jugadoras para tener cambios pero solamente jugaban 7 en cancha, algo totalmente nuevo para mí, ese día, esperaba contar con la participación de algún entrenador o profesor que nos guiara pero nunca llegó, la capitana era quien ponía los ejercicios, quien claramente se notaba que no sabia absolutamente nada al respecto, jugamos alrededor de 15 minutos entre nosotras, lo cual no servía absolutamente de nada y se acabó, eso fue todo. Quedamos en vernos el día del partido con la esperanza de algún tipo de milagro divino para ganar y que fuera lo que Dios quisiera.

Llegó el día del partido, la capitana ni siquiera me presentó con las demás chicas, solo nos preguntó cuales habían sido nuestras posiciones de juego, respondí que media o delantera, hizo un intento de formación, y el partido estaba por comenzar. Yo había comprado todo pero algo muy importante había olvidado, mi condición física, la había dejado 5 años atrás que había dejado de jugar futbol. Como era de esperarse no entré en los primeros minutos, afortunadamente una de las titulares se cansó al poco tiempo y me dieron oportunidad de entrar. 

Puedo reconocer que fue un momento sensacional y especial, volver a sentir entrar aire a mis pulmones al correr y sentirme en un equipo fue emocionante, lástima que me duró solo 3 segundos ya que mi reacción debió ser entrar con mucha agilidad y en realidad era mas bien como un globito desinflándose, a los pocos minutos parecía que me iba a desmayar. 

El primer tiempo terminó, me sentía extremadamente cansada y lo gracioso era que se me notaba a kilómetros. Chequé el tiempo y solo fueron 6 minutos exactamente los que jugué. Mi equipo ya había anotado dos goles a favor y eso me hacía no sentirme tan perdedora.

El segundo tiempo comenzaba y como era de esperarse no me llamaron para iniciar porque aun quedaban chicas sin jugar, esperé ansiosamente y nunca me volvieron a meter, para ello cuando jugué, había estado en una posición totalmente desconocida, como defensa y por supuesto que nada de lo que hice en esos 6 eternos minutos estuvo bien. 

Mis compañeras lucían cansadas pero aparentemente normal y yo parecía que la presión me iba a hacer desmayar, en mis ánimos de echarme porras, le atribuía a que la mayoría de  las chicas eran mas jóvenes que yo y por supuesto ellas tenían condición de juego.

El partido terminó a favor de mi equipo, se procedió al pago del arbitraje y a la mención de errores, las chicas prefirieron ignorar mi presencia ya que la gran mayoría a excepción de la capitana y tal vez la portera, me conocían, en fin. 

Fue un día humillante en muchos sentidos, no me sentía a gusto con el equipo, la capitana no ejercía una presencia de liderazgo sino de conveniencia y a la vez que ellas hablaban del siguiente partido yo solo podía pensar que la inversión que había hecho en mis cosas habían sido totalmente en vano, y me vino a la mente la idea de desertar.  Recordé que antes de empezar el partido, nos tomamos la primer foto como equipo y decidí compartirla en mis redes sociales solo para que simulara ser un bonito recuerdo, me fui a casa bajoneada pensando que ahí había terminado todo.

CAPITULO 2: ADIÓS AL SUEÑO

Como cualquier adolescente no te sientes capaz de aceptar tus errores por lo que después del primer partido decidí no volver a jugar fútbol, sin saber que aquella foto que había publicado en mi Instagram me cambiaría la vida.

Al pasar unas horas después de mi publicación una antigua amiga de preparatoria me comentó, ¿Dónde juegas?, me quise ver muy profesional al decirle:

-Juego con mi equipo de la maestría

No quería aceptar mi derrota al confesarle que no conocía en realidad a la mayoría de las chicas del equipo y que mi primer partido había sido mi debut y despedida. Ella me responde, ¡Super bien Janet!, yo también juego, ¿crees que pueda jugar ahí contigo?

Me llegó un rayito de luz con su pregunta, por fin algo de confianza, una persona conocida podría jugar conmigo y hacer mas a mena mi participación, le respondí de inmediato que lo platicaría con la capitana del equipo para ver si todavía tenía algún lugar disponible.

Ese mismo día le envié un texto a la capitana del equipo preguntándole si aun tenia vacantes, me respondió con un Sí, pero suponiendo que yo no di mi mejor presentación el día del partido no me iba a otorgar el voto de confianza para traer a alguien mas al equipo, si tal vez ya buscaba reemplazarme a mí (aunque no lo mencionara).

Me tomé la molestia de leer el reglamento del torneo solo para inventarle un excusa del rechazo a mi amiga, cuando de repente me llega la brillante idea que lo cambiaría todo. Se me ocurrió salirme del equipo para crear mi nuevo equipo, siendo yo quién tomara las decisiones de aceptar o no a las chicas y siempre dándoles oportunidad de ir mejorando. Regresé a platicarle a mi amiga la idea y le agradó, suponiendo que se pudiera anexar un nuevo equipo al torneo, la gran duda era, ¡cómo explicarle a la capitana que me saldría para crear su competencia!, era de esperar su enojo y críticas pero yo tenía la confianza de que valdría la pena.

Mi amiga de nombre Regina Macoy, estuvo feliz con la noticia y hasta se ofreció a publicar en sus redes sociales que se buscaban chicas interesadas en formar parte de un equipo de fútbol. Al igual que ella, yo me di a la tarea de buscar chicas con o sin experiencia para jugar, ya que solo contaba con una semana para integrarlo y jugar nuestro primer partido.

Al día siguiente, fui a la coordinación deportiva de la universidad para conocer los requisitos e inscribir a mi nuevo equipo que hasta ese momento tenía tan solo dos integrantes. El director deportivo me dio luz verde para inscribirme y solo me pedía registrar el nombre del equipo, cosa que tampoco había pensado, supuse que sería mejor una decisión en conjunto, esperando que en esos días encontrara a las nuevas integrantes. 

Recuerdo que ese día me dediqué a escribirle a infinidad de amigas y conocidas para invitarlas a participar y pasaban las horas y nadie parecía estar interesada.

Al escribirle a la capitana anterior, sabía que no habría marcha atrás y que renunciando a su equipo solo podía volver a jugar sí creaba el mío. Me inspiré escribiendo unas bonitas palabras de agradecimiento por la oportunidad, me disculpé por mi terrible participación y rematé diciéndole que debido a la fotografía que había compartido en mis redes «muchas» de mis amigas me habían pedido participar en el torneo, pero al no haber mas «cupo» me dieron la idea de crear un nuevo equipo para que ellas pudieran entrar. Sin duda, tal vez fue un argumento que no creyó pero se limitó respondiendo con un grande y seco, «OK». Y en cuestión de segundos me eliminó del chat grupal.

Era de esperarse, no podían tener a una integrante rival en el chat, lo que me llevó a intensificar la búsqueda de mis chicas.

Estaba a tan solo 5 días del primer partido y no contaba ni con la mitad de las integrantes. Requería mínimo 7 niñas para el primer partido y eso sin contar que necesitaríamos algún cambio por si alguna se cansaba o se lesionaba. 

Confiando en que no sucediera ninguna caída o lesión, seguía buscando mis primeras 7 niñas para jugar. Mientras tanto el director deportivo ya me había asignado a nuestro primer rival, unas niñas que de apariencia no daban miedo pero en la cancha se transformaban por completo. 

En cuestión de unas horas le escribí a otra antigua amiga, de nombre Abigail «Aby» Ram, a quien había conocido unos años atrás en unas clases de teatro y de la cual recordaba con mucho cariño, nos habíamos distanciado por cuestiones laborales y cuando le conté la idea, sin tomar el tiempo que llevábamos distanciadas lo tomó tan divertido que decidió entrarle sin pensar a lo que se enfrentaba y hasta se ofreció a comentarle a su hermana Yesenia «Yesi» Ram, para que se animara, dándome un SÍ para ambas al día siguiente. Con ellas, llegábamos a las 4 integrantes.

Con tan solo 4 días faltantes para el primer partido, Regina me escribe para comentarme que había otra chica interesada en integrarse al equipo, una buena razón para estar feliz, y una más cuando minutos después me escribe vía facebook una de mis mejores amigas de la secundaria preguntándome si aún tenía vacantes en el equipo, gritando de emoción le confirmé que sí, y así fue como se integraron Lizeth Olarieta y Clarissa Fonz. 

Esa misma noche en mi búsqueda por facebook, me registré en varias paginas de fútbol y publiqué que estaba reclutando chicas para un equipo de fútbol. Eran pasadas las 10 de la noche, en cuestión de dos horas, me escribe una chica vía messenger preguntándome si era posible integrarse, entonces decido invitarla para conocerla al día siguiente donde quedé de verme con las demás chicas. 

Nuestro encuentro oficial para conocernos todas sería en la deportiva principal de mi ciudad alrededor de las 8pm, pensando que la última chica no se presentaría debido a que mi propuesta sonaba algo sospechosa. Para mi sorpresa llegó, una niña de tez blanca, bastante alta y de apariencia muy tierna, su nombre Yara Mar. 

Algunas horas antes de vernos Aby me hizo una llamada para contarme que una amiga suya de nombre Freya Velez estaba interesada, aunque no jugara fútbol era practicante de carreras de maratones y su condición física podría sernos útil, yo acepté y fue así como las primeras 8 integrantes se animaron a construir el «nuevo equipo».

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